Es imprescindible sentirse mujer
Santiago Kovadloff
Ante lo que está sucediendo, es imperioso que todos digamos "Madame Bovary c'est moi" [La señora Bovary soy yo], como dijo Flaubert cuando le preguntaron acerca del personaje de su novela. Es un momento en el cual hay que reconocer que toda mujer maltratada, golpeada o violentada es un espejo en el que un hombre cabal debe verse reflejado. Diría que esta manifestación da prosecución a otras expresiones en donde las mujeres alcanzaron un protagonismo muy unido al dolor, como cuando las Madres de Plaza de Mayo salieron para expresar el sufrimiento indescriptible provocado por el secuestro de sus hijos. En aquel momento, salieron como madres. Hoy salen como mujeres, pero con una fuerte continuidad entre una manifestación y otra. Es la expresión del padecimiento unido a la femineidad el que conecta estas dos experiencias. En el primer caso, es el padecimiento del autoritarismo generado por el terrorismo de Estado; en el segundo, se trata del padecimiento del terror generado por la violencia de los que no merecen ser llamados hombres.
En Lisístrata, la obra de Aristófanes, las mujeres se rebelaron y se declararon en huelga amorosa ante los guerreros que privilegiaban el odio, la violencia y la muerte. Pero ¿qué piden estas mujeres que hoy salen a la calle en esta Argentina con semejante reserva de recursos morales para hacer público el dolor que genera la indignidad sufrida? Lo que están pidiendo no es sólo que se castigue mediante la ley a quienes las han maltratado, sino que se las reconozca en tanto mujeres como seres que siguen expuestos a una brutal desigualdad legal.
El autor es escritor y ensayista
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