viernes, 25 de noviembre de 2016

NOSTALGIAS


La nostalgia, del griego "regreso" y "dolor", podría definirse como un sentimiento de anhelo de un momento, situación o hecho del pasado. Es una de las vibraciones psicológicas y sociales más antiguas en la historia de la humanidad. Los egipcios deben de haber sentido mucha nostalgia por el Reino Nuevo cuando vivían la Época Baja (mucho peor), 1000 años antes de Cristo. Eso de extrañar otros tiempos, muchas veces idealizados por una memoria colectiva bastante selectiva, podría interpretarse como cosa de viejos o de seres poco permeables a los cambios.


La nostalgia suena muy contraria al mensaje cifrado que trae cada avance tecnológico adoptado por la sociedad occidental de manera irrefutable y acrítica. Que te digan "nostálgico" es casi un sinónimo de "reaccionario". Sin embargo, está ocurriendo algo extraño, distinto. Tal vez las ciencias sociales aún no lo hayan detectado, pero existe una prematura sensación de nostalgia por objetos de consumo cultural y hábitos que estaban de moda hace muy poco tiempo.
Antes, la nostalgia empezaba a sentirse por asuntos que habían ocurrido al menos dos o tres décadas atrás; la ropa y las películas de los 80, por mencionar un cliché. Ahora, muchas personas extrañan el contexto o lo que sucedió apenas cinco años atrás, o menos.


La "nostalgia geek" es fuerte entre los treintañeros. En una entrevista, el cantante de rock Santiago Motorizado, ícono de los sub 35, arriesgó que siente nostalgia incluso por aquello que aún no terminó. O sea: el paroxismo de la nostalgia.
Hace algunas semanas, una usuaria de Twitter despotricaba contra el servicio de música streaming Spotify: pedía a gritos en 140 caracteres que le devolvieran sus recuerdos y las playlists que había elaborado en la plataforma Grooveshark. Ese servicio cerró sus puertas... ¡el año pasado! Aunque no lo hacía explícito, la atribulada tuitera, una "joven" o millennial, ya sentía nostalgia por una aplicación que desapareció hace apenas 12 meses.


Con las series de televisión resulta bastante sintomático: los clubes de fans comienzan a organizar eventos y encuentros atiborrados de empalagosa nostalgia unos días después de finalizado el último capítulo. La añoranza infatigable de los groupies de Lost, por ejemplo, es reveladora. Y eso que la serie terminó el 23 de mayo de 2010.
Ni hablar de Pokémon Go. Muchos ya nos habíamos olvidado saludablemente de los monstruitos de este videojuego de mediados de los noventa devenido en animé y serie de televisión. Al parecer, para los desarrolladores, menos de 20 años eran más que suficientes para desempolvarlo y lanzar la aplicación de cacería virtual con un éxito planetario. Quienes vivimos la época de los primeros Pokémon con mucho escepticismo quedamos absortos con la operación "renacimiento".
La nostalgia no es lo mismo que la melancolía. El melancólico siente una tristeza permanente por una pérdida irrecuperable.
Grandes creadores de la literatura y la música abrevaron creativamente en los pantanos de la melancolía. En cambio, la nostalgia tiene algo de banal y caprichoso, porque quien goza de ella busca no poder conservar algo que se poseía.


Quizá los brasileños y los portugueses hayan sintetizado mejor que nadie esa sensación de desasosiego por el paso del tiempo en un solo vocablo: "saudade". Saudade, una palabra que no existe en otro idioma, sería algo así como la nostalgia y la melancolía combinadas: un cóctel intenso.
¿Vivimos frenéticamente esperando el futuro, pensando que todo tiempo pasado (y cercano) fue mejor? Puede ser.
Una buena manera de cerrar estos devaneos mentales, aunque algo inquietante, es recordar aquella frase de Fernando Pessoa, el gran poeta portugués: "No hay nostalgia más dolorosa que añorar lo que nunca jamás sucedió".


Nostalgias
Tango 1936
Música: Juan Carlos Cobián
Letra: Enrique Cadícamo
Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir...
Y aquí vengo para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas...
Si su amor fue "flor de un día"
¿porqué causa es siempre mía
esa cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar.

Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonado
y pensar que otro a su lado
pronto... pronto le hablará de amor...
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir...
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.

Gime, bandoneón, tu tango gris,
quizá a ti te hiera igual
algún amor sentimental...
Llora mi alma de fantoche
sola y triste en esta noche,
noche negra y sin estrellas...
Si las copas traen consuelo
aquí estoy con mi desvelo
para ahogarlos de una vez...
Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
"por los fracasos del amor"...
F. V. 

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