lunes, 21 de mayo de 2018
PENSAMIENTOS ÍNTIMOS
LIC. FEDERICO ANDAHAZI
Hoy vamos a hablar de un tema que afecta a mucha gente, hasta el punto de hacerles sentir que viven en un estado crónico, imposible de salir, marcado por la infelicidad y la tristeza. Me refiero a la imposibilidad de olvidar un gran amor.
Lo más obvio es pensar que un amor que no se puede olvidar es aquel con el que compartimos muchos años, o el primer amor, el que marcó la iniciación sexual y amorosa. Pero no siempre es así.
Hay personas que no logran despegar sus deseos más profundos de amores que siempre fueron imposibles, o amores breves pero intensos, como por ejemplo un amor de verano, o una aventura clandestina que dejó una marca imborrable.
Por una parte, tenemos las teorías de la neurociencia que explican qué ocurre específicamente en el sistema nervioso cuando una persona y la situación vivida con ella graba en el sistema límbico una cantidad de información emocional que vuelve una y otra vez, incluso contra la propia voluntad.
Cuando esa persona ya no está y la otra parte, la que sufre, sólo quiere olvidar, aparecen elementos que llevan una y otra vez al recuerdo. A veces son disparadores sensoriales que vuelven ese estado de melancolía tan patente, porque es como revivir un momento con todos los sentidos.
El ejemplo clásico: una canción, un perfume, el olor del mar, una comida que marcó una vivencia plena de emoción, una película, un lugar donde se compartieron día inolvidables. Todos elementos que dejan literalmente grabada una huella en sectores de nuestro cerebro ocupados de la función emocional y del lenguaje. Muchos acontecimientos y vivencias quedan asociados a palabras y conversaciones: “En esta playa me dijo que quería vivir conmigo”. “Sonaba “Angie” cuando me dijo que no podía verme más”.
Las vivencias fuertes se encadenan a registros sensoriales y a palabras que quedan grabadas con toda literalidad, al punto que veinte año después una persona puede recitar un dialogo con puntos y comas y quizás olvida una noticia que escuchó hace diez minutos.
Todos los oyentes que alguna vez hayan sentido que no podía olvidar a alguien conocerán estas sensaciones físicas que se disparan asociadas al retorno de un recuerdo gatillado por un estímulo o directamente por la posibilidad de encontrarse cara a cara con esa persona.
Son una serie de reacciones físicas parecidas a un pico de stress: palpitaciones, sudor frío, respiración agitada, sofocones, nervios. Sucede que estamos frente a los temas que, finalmente, más relevancia tienen en nuestra vida y por más que queramos taparlos y seguir adelante, vuelven una y otra vez.
El duelo natural después de una separación o la viudez no debería superar un año, pero por supuesto cada proceso es distinto. Olvidar, en realidad, no es la palabra correcta. Te podés olvidar las llaves, pero nadie olvida un amor.
Lo que se debe superar es la sensación de tristeza que todo lo cubre, la idea de que ya nada tiene sentido y retomar el timón de la propia vida, cargando con esa ausencia y no pretendiendo algo imposible como olvidarla.
Cuando una persona queda dramáticamente anclada en un duelo sin resolución, conviene buscar ayuda profesional porque eso puede convertirse en depresión y melancolía.
Ahora bien, ¿por qué una relación puede marcar de esa manera que ya describí y ser completamente distinta a cualquier otro vínculo?
Bueno, por muchos motivos: las personas vienen a reforzar ideales o rechazos inconscientes que no llegamos a advertir. Probablemente y sin que lo notemos nos enamoramos de personas con características similares u opuestas a quienes marcaron nuestra infancia. Tenemos una natural atracción o un rechazo visceral por lo que conocemos y por lo que formó la estructura de nuestra psiquis.
También ocurre con mucha frecuencia que un amor queda asociado a una etapa especial de la vida, entonces se recarga esa relación con elementos idealizados, propios de la edad o de las circunstancias.
Por ejemplo, una chica de veinte años vive un año en París estudiando con un grupo de gente: formación profesional, fiestas, salidas, paseos por Europa, libertad y en medio de toda esa vivencia, un amor que destinado a terminar por obvias cuestiones de distancia.
Entonces el enamorado en cuestión quedará asociado a una etapa única de la vida marcada por cosas que nunca se repetirán de esa manera. ¿Cuán especial era esa persona? ¿Era realmente el amor de la vida de esa chica? La respuesta es difícil, como difícil seria separar la relación de ese momento perfecto: juventud, viajes, experiencias nuevas.
Así funcionan nuestras emociones. Por eso es importante, si estas situaciones están produciendo algún tipo de padecimiento, tratar de discernir que hizo de esa persona un amor tan imborrable.
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