jueves, 17 de enero de 2019

HANTAVIRUS


Hantavirus
Qué es, cuáles son los síntomas, cómo se transmite, se trata y se previene el hantavirus.

¿Qué es?
El hantavirus es una enfermedad viral aguda grave, causada por el virus Hanta. Los ratones silvestres (principalmente los colilargos) lo transmiten a las personas, eliminando el virus en la saliva, las heces y la orina.
¿Cómo se transmite?
Por inhalación: Es la causa más frecuente. Ocurre cuando respiramos en lugares abiertos o cerrados (galpones, huertas, pastizales) donde las heces o la orina de los roedores infectados desprendieron el virus contaminando el ambiente.
Por contacto directo: Al tocar roedores vivos o muertos infectados, o las heces o la orina de estos roedores
Por mordeduras: Al ser mordidos por roedores infectados.
Por vía interhumana: puede transmitirse entre personas a través del contacto estrecho con una persona infectada durante los primeros días de síntomas, a través de la vía aérea.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas se parecen a un estado gripal: fiebre, dolores musculares, escalofríos, cefaleas (dolores de cabeza) náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea. Después de algunos días puede haber dificultad respiratoria que puede agravarse produciendo lo que se conoce como "síndrome cardiopulmonar por hantavirus", que puede llevar a la muerte si la persona no es internada a tiempo.
¿Cómo es el tratamiento?
No existe tratamiento específico. Aquellos pacientes con síndrome cardiopulmonar por hantavirus deben ser asistidos en establecimientos hospitalarios, de preferencia con unidades de terapia intensiva que cuenten con asistencia respiratoria mecánica.
¿Cómo puede prevenirse?
En Argentina se han identificado cuatro regiones endémicas: Norte (Salta, Jujuy), Centro (Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos), Noreste (Misiones) y Sur (Neuquén, Río Negro y Chubut). Para prevenir esta enfermedad, en estas zonas es importante:
Evitar la convivencia con roedores y el contacto con sus secreciones.
Evitar que los roedores entren o hagan nidos en las viviendas.
Tapar orificios en puertas, paredes y cañerías.
Realizar la limpieza (pisos, paredes, puertas, mesas, cajones y alacenas) con una parte de lavandina cada nueve de agua (dejar 30 minutos y luego enjuagar). Humedecer el piso antes de barrer para no levantar polvo.
Colocar huertas y leña a más de 30 mts de las viviendas, cortar pastos y malezas hasta un radio de 30 mts alrededor del domicilio.
Ventilar por lo menos 30 minutos antes de entrar a lugares que hayan estado cerrados (viviendas, galpones).Cubrirse la boca y la nariz con un barbijo N95 antes de ingresar.
Al acampar hacerlo lejos de maleza y basurales, no dormir directamente sobre el suelo y consumir agua potable.
Si se encuentra un roedor vivo: usar veneno para roedores o tramperas para capturarlo (no intentar tocarlo o golpearlo). Consulte en el municipio si se dispone de un servicio de control de plagas.
Si se encuentra un roedor muerto: rociarlo con lavandina junto con todo lo que haya podido estar en contacto y esperar un mínimo de 30 minutos. Luego recogerlo usando guantes y enterrarlo a más de 30 cm de profundidad o quemarlo.
Las personas que presenten síntomas de la enfermedad deben concurrir rápidamente a un establecimiento de salud para la consulta y evitar el contacto estrecho con otras personas.
Epuyén, un pueblo de ventanas cerradas donde nadie habla con nadie por temor al hantavirus
 Este miércoles se confirmaron tres muertes más y suman nueve los casos fatales. El brote supera al histórico de 1996.

Chicos con barbijos en Epuyén, el pueblo de Chubut donde surgió el brote de Hantavirus.
Epuyén es un pueblo de luto. Hasta hace apenas unas horas los números de contagiados por hantavirus en la Cordillera no superaban a los del anterior brote, que tuvo lugar en el año 1996: 16 infectados y seis fallecidos. Pero la situación comenzó a dar un giro preocupante cuando se registraron 3 muertes y siete infecciones nuevas confirmadas entre el martes y el miércoles.
El pueblo cordillerano, ubicado en los límites fronterizos entre Chubut y Río Negro, es el epicentro del brote. El temor a lo que se está desarrollando en su interior irradia también a los pueblos y ciudades próximas en los que no se han informado casos, como Bariloche, El Bolsón y Esquel, pero cuyos hospitales recibieron a algunos de sus enfermos.
En la localidad de Palena, Chile, el servicio de Salud de los Lagos impuso una barrera sanitaria para prevenir contagios luego de que una joven chilena de 29 años regresó infectada después de visitar a unos familiares en Epuyén. A los trasandinos las autoridades les recomiendan utilizar mascarilla y lavarse las manos constantemente si visitan el pueblo. Una recomendación que también hizo el ministerio de Salud de Chubut pero que en Epuyén no se cumple a rajatabla.

Una vista de la ciudad de Epuyen, en Chubut, donde se registró el brote de Hantavirus,
“Cuentan que está bravo, nosotros estamos en el campo de vacaciones, pero nos dicen que todo comenzó en una fiesta”, dicen dos jóvenes de Neuquén capital que pasan unos días en una chacra a 10 kilómetros de El Bolsón. “No es para tanto, el virus es fotosensible y en ambiente iluminado y al aire libre no hay chance de contagiarse”, explica otro vecino.
Pero lo cierto es que en la localidad el ánimo está por los suelos. Sus calles permanecen vacías en una época en la que, de acuerdo a lo que marca la tradición del verano, deberían estar pobladas de visitantes amantes de la naturaleza y el aire puro.

Hoy el aire es sospechoso, una posible vía de transmisión entre una persona y otra, según han comenzado a concluir los médicos de la Cordillera. El hanta podría estar inmiscuyéndose en cualquier conversación. Los facultativos teorizan acerca de que la cepa pudo haber mutado y hoy es capaz de viajar en la saliva vaporizada. Pero son cuidadosos con lo que se comunica de manera oficial.
“No podemos abrazarnos, tenemos dudas de que él otro esté enfermo”, dice Sophie, dueña de una hostería y que no quiere, no puede hablar más, explica. Tampoco desea fotografías. Su lugar, hoy solo es habitado por su familia. Los turistas se esfumaron. Todas las reservas que tenía para el verano se cayeron. Ella y los suyos no salen durante el día. Si van a un comercio utilizan máscaras y luego se lavan cuidadosamente las manos.

El hospital de la ciudad de Epuyen. Foto: Marcelo Martínez
No son los únicos dolidos. Los vecinos de Epuyén viven entre el enojo y el dolor. Nadie está seguro de qué ocurre en verdad. Y las hipótesis afloran. ¿Comenzó todo en un galpón a principios de noviembre? ¿Hubo un portador? ¿Fue la comida? Los pobladores no se muestran convencidos.
La mayoría de las hosterías, cabañas y hoteles de Epuyén tiene sus ventanas cubiertas, sus portones cerrados. Los restaurantes atraviesan el mismo camino.

Hay apenas un minimercado que se mantiene activo. Pero antes de ingresar, una advertencia: “Por favor si no tiene mascarillas aquí hay”. Todo aquel que ingresa al lugar debe colocarse una. Después de ser atendido los propietarios le ofrecen como gentileza un frasco de alcohol.
“Todo se rompió en este lugar, en horas, lo más típico de los argentinos que son tan comunicativos, se quebró, se acabó”, dice Juan Pablo, un colombiano que tenían planificado permanecer en el pueblo hasta marzo y ahora acaban de decidirse irse mañana. “La tristeza de la gente es enorme, es muy difícil estar acá no solo por el hanta también porque la gente está muy mal de ánimo”, le cuenta a este diario.

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