jueves, 17 de enero de 2019
LA PÁGINA DEL MORDAZ,
EL HOMBRE DE LA NARIZ DE ORO
-Tienes una mancha en la nariz - me dijo Alicia mi esposa, mientras me la miraba de cerca. –bueno- le respondí- si es un cáncer me la extirpo y me hago colocar una nariz postiza de oro como Tycho Brahe.
Se me ocurrió que si ese personaje había tenido una idea tan original, era probable que su vida tuviera vetas muy interesantes, además de ser el astrónomo más destacado del siglo XVI, porque es importante señalar que realizó sus investigaciones sobre el universo en una época en que aún no existía el telescopio.
Leyendo la vida de este hombre me enteré de que además de científico era un sujeto pintoresco y aquí va su historia.
Tycho Brahe (1546-1601)
Tycho Brahe nació el 14 de diciembre de 1546 en Scania una ciudad del sur de Suecia que por los avatares de la historia, en aquel entonces pertenecía a Dinamarca. Era el vástago mayor de una noble familia y de muy buena posición social. Su padre era consejero privado del rey, pero de todo eso Tycho Brahe no recordaría nada, ya que un tío suyo lo secuestró de la familia y lo crió por su cuenta. Parece ser que sus padres no se hicieron mucho problema ni grandes esfuerzos para recuperarlo, tenían 10 hijos y uno menos no se notaría en la numerosa prole, además el tío secuestrador tenía un alto cargo en la corte del rey.
Su nuevo tutor era muy estricto, lo envió a estudiar leyes a la Universidad de Copenhague y el joven hubiera seguido esa disciplina si no fuera por un hecho que le cambió la vida cuando tenía 14 años. Ese día mientras se encontraba en los jardines del palacio de su tío, la atmósfera se oscureció y tendido en la hierba contempló maravillado que el sol se había tapado. Pronto se enteró de que se trataba de un eclipse, pero lo que más lo impresionó fue que aquel fenómeno había sido predicho tiempo atrás en cartas astronómicas.
Tycho descubrió que la ciencia que anticipaba estos acontecimientos con tanta exactitud se llamaba astronomía y a partir de aquel momento el estudio de leyes pasó al olvido. El tiempo que permaneció en la universidad lo dedicó al conocimiento de matemáticas y de astronomía. Sobre esta disciplina, había un solo libro disponible en la biblioteca: el Almagesto de Ptolomeo.
Otro fenómeno celeste se produjo en la vida del joven que lo impactó profundamente. Ocurrió 3 años más tarde cuando una de las tantas noches en que se acostaba en el jardín para observar las estrellas comprobó una conjunción entre Júpiter y Saturno que no estaba registrado en las tablas. Por primera vez dudó de la infalibilidad de las notas astronómicas de entonces, se había roto la magia y veneración por aquellos registros y decidió perfeccionarlos. “Me propuse redactar un nuevo mapa del firmamento sin errores,” señaló en sus memorias.
Por entonces Tycho Brahe tuvo un altercado con otro joven que terminó en duelo, cuyas consecuencias nos llevan al título de este relato. Según la historia, la discusión se debió a discrepancias sobre temas de astronomía. Algunos historiadores sostienen que había además un conflicto de faldas y la disputa por la misma dama. Este argumento le da más consistencia a las motivaciones que culminaron en un duelo, ya que resulta tonto llegar a esta instancia por desacuerdo sobre un tema científico. Tycho Brahe salió victorioso, pero durante el combate la espada de su contrincante le arrancó parte de la nariz. Se hizo construir una prótesis de oro y plata que llevó durante el resto de su vida.
Tycho Brahe tenía que informarle a su tío que no había seguido sus instrucciones y preveía una turbulenta reunión con su estricto pariente. Pero éste, que formaba parte de la corte falleció oportunamente de una neumonía como consecuencia de haber rescatado al rey Federico II cuando cayó al agua desde un puente del castillo. El joven no solo se sintió liberado sino que también heredó una inmensa fortuna. Invirtió gran parte de la misma en adquirir los mejores instrumentos de la época y pronto su fama llegó hasta el rey, quien además se enteró que era el sobrino del hombre que le había salvado la vida.
El monarca se transformó en su mecenas y Tycho Brahe que era de gustos refinados solicitó una isla para construir el más moderno observatorio de todos los que existían hasta entonces. Transformó el lugar llamado Uraniburg en un paraíso. Instaló los aparatos adquiridos en los torreones de un soberbio castillo, incluyó un laboratorio, una imprenta con su propia fábrica de papel y varias estancias para alojar a los sabios y científicos que vinieran a visitarlo. Para recreación propia y la de sus invitados disponía de jardines, un coto de caza, un jardín botánico y numerosos estanques con peces de colores.
Uraniburg
En toda Europa se hablaba del fabuloso castillo observatorio y su elemento más emblemático: una reluciente y gigantesca esfera de bronce que reproducía la esfera celeste. En ella estaban pintados todos los astros del sistema solar que hasta entonces se habían descubierto. En 1609 con el advenimiento del telescopio diseñado por Galileo fueron detectados los planetas más alejados, pero por entonces ya hacía varios años que Tycho Brahe había fallecido.
A lo largo de su vida identificó y le puso nombre a cerca de 1000 estrellas. Sin embargo, hubo una que revolucionó la astronomía. Fue la noche del 11 de noviembre de 1572 y afortunadamente el cielo estaba límpido de nubes. Tycho Brahe que siempre miraba el cielo mientras conversaba con su compañero favorito, el bufón Jep, quedó estupefacto ante la aparición de una estrella de brillo gigantesco, que no estaba registrada en sus cartas celestes. Así lo consignó en su diario: “…observé una estrella con un brillo 10 veces mayor que el de Venus en las proximidades de Casiopea. No estaba en ninguna órbita planetaria y durante mucho tiempo ocupó el lugar en que la vi por primera vez. No sabía cómo identificarla y la llamé Nova porque era verdaderamente una maravillosa novedad en la negritud del firmamento”.
También resultaba fascinante que aquella estrella aumentaba su luminosidad a medida que transcurrían las semanas hasta que empezó a declinar y desaparecer totalmente del cielo al término de 16 meses. Lo que Tycho Brahe había detectado era lo que ahora se conoce como supernova, una estrella que entra en un estado de reacción termonuclear y estalla produciendo una intensa luminosidad. Con este hallazgo se terminó para siempre la teoría aristotélica que establecía la inmutabilidad del universo.
Muerto el rey Federico II, ascendió al trono su hijo Cristian IV que no congeniaba con el astrónomo y le quitó gran parte de los beneficios que había recibido del monarca anterior. Por entonces, la fama de Tycho era enorme y fue invitado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rodolfo de Habsburgo, para instalarse en Praga en un palacio renacentista que no tenía mucho que envidiarle a Uraniburg.
Fue allí que contrató los servicios de un ayudante, el matemático Johannes Kepler, que también era amante de la astronomía. A semejanza de Tycho Brahe era de fuerte carácter y muy pretencioso, pero éste percibió el talento de Kepler y la sociedad entre ambos se mantuvo. La relación duró menos de un año porque Tycho Brahe enfermó gravemente, pero antes de morir le confió sus tablas astronómicas que le sirvieron a Kepler para elaborar las tres leyes que dieron lugar a la astronomía moderna.
Johannes Kepler (1571-1630)
La primera ley establece que los planetas al girar alrededor del sol describen elipses y no circunferencias como se creía hasta entonces. La segunda ley señala que los planetas en su recurrido barren áreas iguales en tiempos iguales, lo que significa que como el sol está en una posición excéntrica de la elipse, al acercarse a él, la velocidad de los planetas se acelera. Con esto se rompía el concepto de que los cuerpos celestes mantenían una velocidad constante. La tercera ley establece que la velocidad de los planetas es inversamente proporcional a la distancia que se encuentran del sol.
Un solo error cometió Tycho Brahe: persistir en la teoría geocéntrica de Ptolomeo cuando por entonces Copérnico había demostrado que la Tierra gira alrededor del sol y no a la inversa.
Leonardo Moledo. El hombre de la nariz de oro. Página 12, 11/04/2007.
Leonardo Moledo. La derrota del círculo. Página 12, 06/07/2007.
What Hamlet saw at Elsinore. The Guardian, 28/10/2004.
Carmen Huergo, Angel rodríguez Lozano. Biografía de Tycho Brahe.Ciencia y Genios. Bajado el 20/05/2018. https://www.youtube.com/watch?v=3xsVUpxA8Lw
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