lunes, 9 de marzo de 2020

AUTOR Y LECTURA RECOMENDADA,


Hernán Díaz: "El gaucho y el cowboy son figuras muy diferentes"
"El gaucho y el cowboy son figuras muy diferentes"
El argentino fue finalista en 2018 del Premio Pulitzer con una novela escrita en inglés que acaba de publicarse en castellano; la historia de un extranjero en todas partes que estudió en la Argentina y vive en inglés
MADRID.- Hay algo que delata, a pesar de su perfecta dicción en inglés y en sueco, a pesar de que desde hace dos décadas esté radicado en Nueva York, su ADN argentino. Hernán Díaz trata a los mozos del bar con una amabilidad extraña para un contexto comunicativo donde no abundan el "por favor" ni el "gracias" ni mucho menos el breve diálogo antes de pedir una cerveza. A los dos años, durante la dictadura, su familia partió a Estocolmo, donde vivió hasta los 10 años. El escritor está acostumbrado a ser un extranjero, pero también a explorar, a ganar su espacio y a ser aceptado. Su novela In the Distance, que acaba de traducirse al español con el nombre A lo lejos (Impedimenta), resultó finalista del Premio Pultizer en 2018. Durante años, en los pocos ratos libres que le permitían la docencia y su carrera académica en la Universidad de Columbia, Díaz escribía ficción. Håkan Söderström es el héroe de esta novela, la odisea de un extranjero en un país en construcción, Estados Unidos en el siglo XIX, un hombre que recorre el territorio a pie en busca de su hermano.
 Los derechos de este relato vertiginoso que arrojan a un hombre a un estado de soledad radical ya han sido vendidos para realizar su adaptación cinematográfica.
-¿Cómo fue regresar a la Argentina a los 10 años?
-Un gran shock. Era un país totalmente mitológico, de las historias que escuchaba de mis padres, de la comida que preparaban en casa, una realidad que no tenía ninguna correspondencia con la realidad de Estocolmo. Lo raro fue tener cierto acento en castellano. Tuve años increíbles en Buenos Aires, pero siempre sentí la necesidad de irme. Hice muy rápido la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires, a la que le tengo mucho afecto. Como tenía fascinación por el idioma inglés, primero fui a Londres y después a Nueva York.
-¿Te sentís inmigrante, migrante o extranjero?
-Siento que hay una urgencia o desesperación en la palabra inmigrante que yo no tengo. En un sentido estricto lo soy, pero no es una pregunta que me inquiete. No hay una impronta política en mi decisión de vivir afuera o de vivir en cualquier otro lugar. Obedece a razones personales.
-Tu tesis doctoral aborda las figuras del encierro y aislamiento en la literatura moderna. ¿Håkan Söderström también lo está en cierto modo?
-Sí. Se pasa casi todo el libro sin entender ni una sola palabra de lo que se dice a su alrededor. Quería amplificar su soledad al máximo y eso implicaba cortar todos sus lazos sociales, pasando por la lengua. Está totalmente aislado lingüísticamente. También está aislado institucionalmente, porque solo en algún momento aparece el Estado, y lo aplasta. Está también aislado del orden temporal: no sabe en qué año está o qué edad tiene. Desconoce el pasado y es incapaz de imaginar el futuro. Está irremediablemente perdido en el espacio, pero no en cualquier espacio. Son los territorios que en el siglo XIX se llamaban "los territorios desorganizados". La idea de la novela es que el protagonista es un extranjero en un país que no existe.
-¿Sentís que hay algo de tu formación, de tus lecturas o una huella de la literatura argentina en la novela?
-Por supuesto. Primero la influencia omnipresente de Borges, pero además la presencia de la gauchesca. Me encanta este género, en especial las obras de Gutiérrez. El libro comenzó como un ejercicio un tanto académico de pensar en comparaciones de diferentes desiertos y llanuras; de pensar en el oeste americano y en la llanura; del gaucho y el cowboy, que son figuras radicalmente diferentes.
-Decías que empezaste a escribir la novela como un ejercicio
-Sí, académico por un lado y por el otro más emocional. Diferentes tradiciones del desierto. Por ejemplo, poner un gaucho en Utah. La parte emocional de estos proyectos empieza con cierta textura emocional que me interesa y que es bastante abstracta y difícil de comunicar en su estado brumoso inicial: una forma radical de soledad.
-¿Qué puntos en común encontrás entre la gauchesca y el western?
-La gauchesca, como género nacional argentino, pese a que me parece un género bastante museificado (no ves gente en el colectivo leyendo el Martin Fierro), institucionalmente tiene una impronta y un sello. En cambio, el western en los EE.UU. es totalmente ignorado como tal y surge mucho más tarde como género. El western es una mirada exotizante de los EE.UU., casi como desde afuera hacia adentro. Existe una larga tradición de westerns escritos por extranjeros.
-¿ A lo lejos es un western?
-No pienso en este libro como un western. Me interesaba sí tomar ciertos lugares comunes altamente fosilizados del género y subvertirlos. La novela está organizada de modo episódico, casi picaresco, con diferentes retablos. Cada uno de ellos representa algún lugar común este género: los buscadores de oro, las caravanas de pioneros, el sheriff corrupto, y lo subvierte. Revisa ciertos aspectos de la historia americana con esta relación extractivista con la naturaleza o la violencia, el machismo, el fetichismo por las armas y una cuestión fundamental del mito fundacional de los Estados Unidos: la supremacía del individuo frente a las instituciones, es decir, la idea del justiciero.
-Esta es una novela sobre inmigración en un momento en que este debate está precisamente en el centro de la opinión pública en los EE.UU.
-Es una novela sobre la inmigración, abiertamente. La situación es absolutamente crítica en EE.UU. y en muchos países de Europa, pero creo que hay relatos muchos más urgentes que el mío que tienen que ser oídos y de ningún modo pretendo que ocupe ese lugar de denuncia de esta situación. Creo que hay otras voces que tienen más preeminencia. Sí es cierto que mi novela es una reflexión sobre la inmigración, pero desde una perspectiva más histórica y de un modo más oblicuo y tal vez menos convencional, que ojalá ayude a añadirle un poco de complejidad a la cuestión.
 Quiero subrayar que no quiero denostar a este país. Sé que no es el mejor momento para decirlo, pero es un país donde vivo desde hace 20 años, al que le tengo un inmenso amor, tengo una hija ahí, vivo allí y esto no me impide ver las atrocidades que se cometieron y se siguen cometiendo. Es un homenaje a una tradición literaria que amo profundamente, que me cambió la vida y por la que siento una fidelidad muy grande.
-Durante años te dedicaste a explicar y a estudiar las obras de tantos autores. ¿Cómo te sentís ahora que sos vos, tu obra, objeto de discusión?
-Esto está precedido por muchos años de rechazo y puertas cerradas. Es muy difícil que te publiquen en EE.UU. Lo más positivo es que tengo más tiempo para escribir y más oportunidades para publicar lo que escribo. Eso es muy valioso para mí. Todos esos años de rechazo también fueron años de mucha soledad. Me costaba conectarme con gente de otro mundo. Hoy siento que soy parte de una conversación más amplia, y eso se siente bien.
El inmigrante

A lo lejos
Autor: Hernán Díaz
Editorial: Impedimenta
Páginas: 344

L. V. 

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