sábado, 7 de marzo de 2020
HOMENAJE A UN IMPORTANTE INTELECTUAL
Luis Gregorich: un intelectual que hizo del compromiso, del estilo y de la modestia una marca de identidad
El escritor, periodista y gestor cultural Luis Gregorich, uno de los grandes ensayistas con que contó el pensamiento crítico, literario y político en la Argentina, falleció el pasado viernes a sus 81 años en una clínica de Buenos Aires.
Hombre de letras, autor de numerosas publicaciones, editor destacado, lector infatigable y resaltable figura en el retorno a la democracia, recibió el último adiós de sus allegados
Sobre su nutrida trayectoria, el propio escritor -nacido el 3 de agosto de 1938 en Zagreb- afirmó con humildad en una de sus últimas entrevistas: "Hice muchas cosas. No serán de mucha calidad, pero sí de mucha variedad". Entre 1968 y 1973, se desempeñó como coordinador clave dentro del Centro Editor de América Latina e impulsó colecciones de libros que en esa editorial alcanzaron una enorme proyección en todo el país, como Capítulo Universal y Narradores de Hoy.
Durante cuatro años, de 1975 a 1979, dirigió el suplemento cultural del diario La Opinión y, más tarde, el semanario Argumento Político, además de sus trabajos como columnista en medios como Clarín, la revista Humor y LA NACION, donde publicó algunos de sus últimos escritos. Fue guionista del documental La República perdida, estrenado en 1983, y editor del libro Nunca más cuando dirigía Eudeba. "En el Gobierno no sabían dónde publicarlo y hablé con el ministro del Interior y le dije que lo hacíamos en la editorial. Estaba escrita una página maldita de la historia argentina e hicimos simplemente lo que pudimos para que se difundiera", recordaba el escritor en una entrevista radial para el programa Frente al tablero, de Radio Cultura, a finales de 2018.
Gregorich ejerció la función de subsecretario de Cultura de la Nación en 1988, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, y había tenido un papel relevante en el ascenso del radicalismo. El escritor fue, asimismo, un hombre que participó intensamente en la posterior campaña electoral de Fernando de la Rúa. "Siempre estuvo muy cerca de los ideales republicanos democráticos de los movimientos políticos argentinos que aspiraron al retorno a la vida constitucional. Y cuando ese retorno se produjo, él no hizo sino defender esos ideales a través de la prensa escrita con una constancia notable. Registra la publicación de infinidad de artículos en los que ese espíritu republicano se pone de manifiesto", expresa el filósofo Santiago Kovadloff, quien conoció íntimamente al escritor.
El pensador destaca de él que "fue un hombre de una cultura universal que además de haber sido un escritor importante en el campo de la crítica, fue un gran traductor. Entre las obras que supo traducir de manera impecable está Hamlet, de Shakespeare, adaptación que protagonizó Alfredo Alcón en 1980". Sobre su escritura, dice que Gregorich fue un auténtico estilista. "Doy fe de que elaboraba sus textos con enorme cuidado. La musicalidad de la enunciación lo atrapaba, lo hechizaba y lo desvelaba".
Entre sus ensayos destacan Tierra de nadie (1981), Literatura y homosexualidad (1988), Escritores del futuro (1995) y La excentricidad de Borges y Perón (2007). Fue vicepresidente de la Sociedad Argentina de Autores (SADE) y de la Fundación El Libro, miembro del Consejo de Presidencia de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. El cineasta Manuel Antín, amigo del escritor, define a Gregorich como "un periodista de primer nivel, funcionario de la cultura, crítico sin concesiones y, sobre todo, ser humano entero, sin dobleces, sensible y respetuoso de los valores que mejor rescatan el sueño del país ideal". Conmovido, el director añadió: "Quienes lo hemos conocido de cerca sabemos que su desaparición física significa la pérdida de alguien irreemplazable. No hay palabras para describir el vacío que nos deja. Las horas que he compartido con él no las olvidaré".
Kovadloff coincide: "Fue un extraordinario amigo. Vivía con una sobriedad notable en compañía de su esposa, Sara, que se desempeñó como docente hasta su jubilación. Su departamento, pequeño, estaba colmado de libros y jamás se mudó de esa casa, porque sus ingresos no se lo permitían y porque vivía, además, abstraído en la búsqueda de su palabra en todos los órdenes. Lo quise entrañablemente".
De los años en que se desempeñó como subsecretario de Cultura de la Nación, el presidente de la Fundación Konex, Luis Ovsejevich, recuerda: "Integró el Gran Jurado de los Premios Konex en 1988. Fue una persona de una gran cultura y, fundamentalmente, un excelente ser humano, abierto siempre al diálogo". El periodista Héctor M. Guyot menciona, asimismo, la faceta melómana del escritor, quien fue capaz de llevar al campo del ensayo reflexiones notables sobre la música clásica, el jazz o el tango.
Gregorich fue también un ajedrecista precoz. Llegó a disputar partidas con conocidos jugadores, con compañeros de oficio en las redacciones y hasta con el propio Fernando de la Rúa. En sus últimas reflexiones, se preguntaba por los continuos desaciertos políticos en la historia argentina. "No termino de entender por qué nos equivocamos tanto con los políticos, pero admitamos que la que más se equivoca es la clase dirigente. Hay situaciones que deben afrontarse con más astucia. No estaría nada mal pedirles que jueguen al ajedrez, actividad mental que le enseña a uno a utilizar ciertos mecanismos intelectuales y de la imaginación que siempre valen la pena", opinaba el ensayista hace solo dos años.
C. M.
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