sábado, 14 de marzo de 2020

LOS RESTOS DEL GLIPTODONTE


Restauran una coraza de gliptodonte hallada en una escuela abandonada
Los restos aparecieron en un viejo colegio del pueblo bonaerense de Ernestina; los recuperó la Justicia luego de un intento de venta ilegal y ahora trabajan en ellos expertos porteños
Patricio pidal/afvEva Tavella y Luizette Martins, junto a los restos, en la sede de la Dirección General de Patrimonio
Un grupo de expertos en paleontología restaura un enorme caparazón de gliptodonte que estuvo durante aproximadamente una década escondido dentro de una escuela en ruinas perteneciente al pueblo bonaerense Ernestina. En un megaoperativo efectuado por un equipo de 15 personas, se logró rescatar el fósil del período Pleistoceno, de aspecto similar al de una mulita gigante y que pesa 200 kilos. La coraza fue descubierta cuando un hombre intentó comercializar en forma ilegal los restos, que ahora custodia la Dirección General de Patrimonio porteña.
La investigación judicial surgió a partir de que ese organismo denunciara ante la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (Ufema) porteña un llamado anónimo en el que una persona consultó en forma indirecta respecto de la posibilidad de ofrecer en el mercado negro los restos paleontológicos de la especie extinguida hace 10.000 años, que se hallaban en un colegio de la provincia de Buenos Aires. “Fue una acción muy rápida para no perder el fósil. De inmediato, dispusimos medidas de investigación para ver si existía el gliptodonte y dónde estaba. Luego pedimos un allanamiento a la escuela, vía exhorto a la justicia provincial de Mercedes, y finalmente logramos rescatarlo para su estudio”, dijo a la nacion el fiscal responsable de la Ufema, Blas Matías Michienzi.

Según trascendió, este tipo de restos óseos con tantos miles de años de antigüedad se pueden llegar a comercializar ilegalmente por más de $3.000.000. Sin embargo, la ley 25.743 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico prohíbe dichas acciones, que pueden ser sancionadas con penas de hasta 2 años de prisión, explicó el fiscal. Además, instó a la población poseedora de este tipo de bienes a acudir a registrarlos ante las autoridades correspondientes.
A diferencia de otros restos de gliptodontes que por lo general son hallados a la vera de los ríos cuando se secan, este fue rescatado atravesando un ámbito inaccesible gracias al trabajo de expertos de la Dirección General de Patrimonio y de la División Operaciones Especiales de la Policía de la Ciudad, quienes llegaron a Ernestina, un pequeño pueblo a punto de desaparecer ubicado en el partido 25 de Mayo, cerca de Lobos.
Debieron internarse en la que fuera la escuela de niños pupilos Enrique Agustín Keen, cuyas autoridades religiosas clausuraron y abandonaron el lugar la década del 90 por motivos desconocidos. Allí, en el medio de un aula, rodeado de maleza, pizarrones, escombros, pupitres rotos y libros en mal estado, se hallaba el caparazón que fue montado con sumo cuidado sobre una camilla para ser trasladado en una camioneta hacia la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico (tal su nombre completo), dependiente del Ministerio de Cultura de la ciudad.

En la sede del organismo, situada en Alsina 417, un equipo de expertos del Centro de Interpretación de Arqueología y Paleontología trabaja en la puesta en valor de la redondeada coraza compuesta por 106 fragmentos. Gliptodonte proviene del griego; significa diente con surco o esculpido. Algunas de estas partes o dientes fueron desoldadas cuando el fósil estaba oculto en el colegio. Según la conservadora y restauradora del patrimonio arqueológico y paleontológico, Eva Tavella, esta no sería la primera vez que se interviene al animal. “La estructura de base no la hizo un improvisado, está hecha a conciencia para poder transportarlo”, explicó. Sin embargo, llama la atención que en todos estos años jamás se denunció el curioso hallazgo, agregaron los especialistas.
Para el equipo que recupera el fósil es complejo calcular el tiempo que resta para que sea completamente puesto en valor. Por el momento, se efectúan tareas de conservación del material, de limpieza y de consolidación de la estructura que está debajo de la coraza. Es un yeso con malla metálica que se está oxidando y transmitiendo esta descomposición a la carcasa, la que deberá ser dada vuelta para su restauración.

La intención es que, una vez recuperada, sea exhibida al público en la vidriera de la Dirección General de Patrimonio junto a otros restos de gliptodontes que llegaron antes al lugar, entre ellos, un cráneo hallado en el río Salado en la década del 80 y una cola utilizada por el animal para luchar, ya que poseía espinas. “Tenemos las puertas abiertas de lunes a viernes para que la gente entre, observe, consulte y conozca, no solo a los restos del gliptodontes, sino también a otros restos prehistóricos de animales con los que contamos”, dijo ricardo Orsini, integrante del organismo.
Un megamamífero
El fósil de gliptodonte recuperado mide 1,60 metro de largo, 1 metro de ancho y 50 centímetros de alto. Se trata de un megamamífero debido a que pesaba vivo más de una tonelada. Durante el período Pleistoceno habitaba la región pampeana, con características similares a la sabana africana actual. De aspecto parecido a un gigantesco armadillo, consumía vegetales, convivía con el hombre y con otros ejemplares de su especie de medidas similares. Según los expertos, en algunos casos su tamaño podría comparase al de un auto chico .
El gliptodonte de Ernestina no es el primero hallado en la provincia de Buenos Aires ni en el país, sino que hubo varios casos. El más reciente, en la ciudad de Bolívar, donde cuatro fósiles de igual cantidad de gliptodontes que se movían en manada fueron descubiertos en la costa del río Salado.
Sin embargo, para el paleontólogo Horacio Padula hay que remitirse al 1700 para conocer la historia de la serie de fósiles pertenecientes a esta especie encontrados en el país. “Por primera vez restos de gliptodonte fueron hallados en 1760, cuando el jesuita y naturalista de origen inglés Thomas Falkner los encontró a orillas del río Carcarañá, en la provincia de Santa Fe”, explicó.

Posteriormente, en la ciudad de Buenos Aires se recuperaron varios caparazones y otros huesos de este animal en distintas obras de ingeniería de principios del siglo pasado, como las excavaciones para emplazar el edificio Kavanagh, las realizadas por empresas de servicios públicos, y en la intersección de Corrientes y Pueyrredón, entre otros casos. Posteriormente, aparecieron restos durante las excavaciones de las líneas D y E de subte.
En 1971, cuando se excavó el antiguo palacio y quinta Unzué para emplazar la actual Biblioteca Nacional, apareció una coraza de gliptodonte bajo un gomero. Según Clorindo Testa, uno de los arquitectos del edificio, sería de inspiración para pensar la estructura de la biblioteca. “Un gliptodonte reemplaza a otro”, señaló Testa luego de la inauguración.

V. M.

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