Una muerte sobre la que aún pesan más preguntas que certezas
A más de cinco años de que el fiscal que investigaba el atentado contra la AMIA fuera encontrado sin vida, el mayor peligro que afronta su caso es derivar en una estéril investigación de la investigación misma
Las circunstancias, el móvil y la identidad del o los responsables de la muerte Nisman continúan siendo un misterio
El fiscal Alberto Nisman apareció muerto en su departamento de Puerto Madero el 18 de enero de 2015. Cuatro días antes, había presentado una denuncia contra Cristina Fernández de Kirchner, entonces presidenta, a quien acusó de haber encubierto a los responsables iraníes del mayor atentado sufrido en la Argentina, el ataque a la AMIA. Una semana antes, había interrumpido sus vacaciones en Europa, dejado a su hija en el aeropuerto de Barajas y vuelto de improviso a Buenos Aires.
Un día después, el lunes 19, iba a exponer su denuncia en el Congreso. Para prepararla, declararon sus asesores, se había encerrado el fin de semana en su departamento de las torres Le Parc, en Puerto Madero. Eran las 22 del domingo cuando su madre y sus custodios lo encontraron muerto en el baño. Estaba tirado en el piso y junto a él había un arma.
Cinco años y diez meses después, las razones de su muerte siguen siendo un misterio. La justicia federal dio por probado que Nisman fue asesinado, pero los jueces no dijeron quién lo hizo ni por qué. Ni siquiera tienen un sospechoso ni un posible móvil, si bien uno de los camaristas del caso, Martín Irurzun, dijo que la muerte “fue directa consecuencia de la denuncia” que Nisman había presentado contra Cristina Kirchner. ¿Venganza? ¿Amenaza? La Justicia nunca expuso una hipótesis clara.
Hace años que los investigadores hurgan en una madeja de relaciones dentro del mundo de los espías. Nisman había sido hombre de confianza de Antonio Stiuso, el espía más poderoso que tuvo durante años la Argentina. La noche antes de aparecer muerto, el fiscal había intentado dar con él. Lo llamó tres veces. Stiuso no lo atendió. “Tenía el volumen bajo. No lo escuché”, declaró en la causa.
El principal acusado por la muerte de Nisman es Diego Lagomarsino, procesado como “partícipe necesario” del supuesto crimen. Para la Justicia, Lagomarsino no lo mató, pero fue quien, “en virtud de un plan previamente acordado”, aportó el arma con la que iban a asesinar a Nisman. Para la Cámara Federal, la idea era, gracias a esa arma “amiga”, simular un suicidio. Con quién acordó Lagomarsino ese supuesto plan y por qué son datos que tampoco están en el expediente.
Experto en informática, Lagomarsino trabajaba para Nisman.
Estaba contratado por la fiscalía especial que Nisman dirigía, destinada a investigar el atentado a la AMIA, pero tenía un régimen sui generis: no iba a la oficina, hacía trabajos particulares para el fiscal y hasta figuraba como titular de una cuenta en dólares, no declarada, que Nisman tenía en Estados Unidos, en el banco Merrill Lynch, con su madre y su hermana. El origen de los fondos de esa cuenta es objeto de otra investigación.
Durante casi tres años, Lagomarsino estuvo custodiado y tuvo una tobillera electrónica que controlaba sus movimientos. En octubre pasado, Julián Ercolini, el mismo juez que se la había puesto, se la sacó. Hoy no se sabe qué pasará con él. El juicio oral que, tal como está planteada la causa, debería definir su suerte no aparece en un horizonte cercano.
Sin una hipótesis clara por confirmar, las medidas en curso son parte de una búsqueda muy abierta. Los investigadores admiten que su éxito no está garantizado. “Si aparece una prueba de oro todo puede cambiar”, dijo esta semana un funcionario judicial . Mientras tanto, el fiscal Eduardo Taiano –en quien Ercolini delegó la investigación– revisa los contactos entre 89 espías (hoy exespías en su gran mayoría) que hablaron entre sí el domingo que Nisman apareció muerto, cuando ya había fallecido pero en teoría nadie lo sabía. Taiano espera el resultado del entrecruzamiento telefónico, informaron fuentes del caso. Recibió un informe parcial del peritaje y en la fiscalía calculan que entre febrero y marzo podrán ordenar medidas para avanzar a partir de lo que revele el informe final. Desde hace años, los encargados de la causa creen que hay agentes y exagentes de los servicios de inteligencia que saben más de lo que está contado en el expediente. Lo decía ya Viviana Fein, la primera fiscal del caso, apartada en diciembre de 2015. Fein alegó incluso que le sacaron la causa cuando se asomaba a ese mundo. Según la Cámara, Fein incurrió en desprolijidades que hoy dificultan resolver el caso. Para ella, le apuntan porque no hay “una sola prueba que permita hablar de un acto homicida”.
Lo mismo dijo el presidente Alberto Fernández en enero pasado. “No apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron”, afirmó. Años antes, cuando estaba enfrentado públicamente con su hoy vicepresidenta, había declarado: “Nadie en la Argentina cree que Nisman se ha suicidado. La primera que no lo cree es Cristina Fernández de Kirchner”. Ella, como el Presidente, también alternó entre las dos teorías: el homicidio y el suicido.
En tiempos de Fein la Justicia consideraba que no había elementos que pudieran sostener el homicidio, pero tampoco lo descartaba. Eso cambió cuando el expediente pasó a Comodoro Py. Ercolini y la Cámara dieron por probado el asesinato y su fundamento central fue el informe de una junta interdisciplinaria de Gendarmería Nacional, que en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, concluyó que a Nisman lo habían matado. Fue el único de los informes de peritos oficiales que sostuvo que a Nisman lo asesinaron. Pero tanto la Cámara como Ercolini evitaron profundizar en los puntos de contradicción entre este estudio y los peritajes anteriores. “Apareció una pericia absurda que contradice los más elementales principios”, dijo este año el Presidente.
Mientras tanto, en la fiscalía esperan el informe de las llamadas de los espías y tienen pendiente un nuevo peritaje tecnológico. Durante el último allanamiento en la casa de Lagomarsino, Ercolini ordenó el secuestro de computadoras, teléfonos y otros aparatos. La defensa se opuso a su apertura. El planteo está en la Corte.
¿Y si siguen sin aparecer pistas del supuesto asesino? En ese caso, la idea es avanzar con la elevación a juicio solo de Lagomarsino y los custodios que están acusados de no haber cumplido su tarea, dijeron fuentes de la causa.
Mientras tanto, avanzan en paralelo una denuncia presentada por Elisa Carrió que sostiene que existió una “zona liberada” para que Nisman fuera asesinado y una causa por las supuestas irregularidades de la investigación, que incluye acusaciones contra Fein y las autoridades que estuvieron en el departamento de Nisman la madrugada posterior al hallazgo del cuerpo; entre ellos, el actual ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
A esta altura, el peligro es que, como ha pasado en otros casos, lo único que prospere sea la investigación de la investigación.
Sin una hipótesis clara por confirmar, las medidas en curso son parte de una búsqueda muy abierta y sin éxito garantizado
Durante casi tres años, Lagomarsino estuvo custodiado y tuvo una tobillera electrónica que controlaba sus movimientos. En octubre pasado, Julián Ercolini, el mismo juez que se la había puesto, se la sacó. Hoy no se sabe qué pasará con él. El juicio oral que, tal como está planteada la causa, debería definir su suerte no aparece en un horizonte cercano.
Sin una hipótesis clara por confirmar, las medidas en curso son parte de una búsqueda muy abierta. Los investigadores admiten que su éxito no está garantizado. “Si aparece una prueba de oro todo puede cambiar”, dijo esta semana un funcionario judicial . Mientras tanto, el fiscal Eduardo Taiano –en quien Ercolini delegó la investigación– revisa los contactos entre 89 espías (hoy exespías en su gran mayoría) que hablaron entre sí el domingo que Nisman apareció muerto, cuando ya había fallecido pero en teoría nadie lo sabía. Taiano espera el resultado del entrecruzamiento telefónico, informaron fuentes del caso. Recibió un informe parcial del peritaje y en la fiscalía calculan que entre febrero y marzo podrán ordenar medidas para avanzar a partir de lo que revele el informe final. Desde hace años, los encargados de la causa creen que hay agentes y exagentes de los servicios de inteligencia que saben más de lo que está contado en el expediente. Lo decía ya Viviana Fein, la primera fiscal del caso, apartada en diciembre de 2015. Fein alegó incluso que le sacaron la causa cuando se asomaba a ese mundo. Según la Cámara, Fein incurrió en desprolijidades que hoy dificultan resolver el caso. Para ella, le apuntan porque no hay “una sola prueba que permita hablar de un acto homicida”.
Lo mismo dijo el presidente Alberto Fernández en enero pasado. “No apareció ninguna prueba seria que diga que a Nisman lo mataron”, afirmó. Años antes, cuando estaba enfrentado públicamente con su hoy vicepresidenta, había declarado: “Nadie en la Argentina cree que Nisman se ha suicidado. La primera que no lo cree es Cristina Fernández de Kirchner”. Ella, como el Presidente, también alternó entre las dos teorías: el homicidio y el suicido.
En tiempos de Fein la Justicia consideraba que no había elementos que pudieran sostener el homicidio, pero tampoco lo descartaba. Eso cambió cuando el expediente pasó a Comodoro Py. Ercolini y la Cámara dieron por probado el asesinato y su fundamento central fue el informe de una junta interdisciplinaria de Gendarmería Nacional, que en 2017, durante el gobierno de Mauricio Macri, concluyó que a Nisman lo habían matado. Fue el único de los informes de peritos oficiales que sostuvo que a Nisman lo asesinaron. Pero tanto la Cámara como Ercolini evitaron profundizar en los puntos de contradicción entre este estudio y los peritajes anteriores. “Apareció una pericia absurda que contradice los más elementales principios”, dijo este año el Presidente.
Mientras tanto, en la fiscalía esperan el informe de las llamadas de los espías y tienen pendiente un nuevo peritaje tecnológico. Durante el último allanamiento en la casa de Lagomarsino, Ercolini ordenó el secuestro de computadoras, teléfonos y otros aparatos. La defensa se opuso a su apertura. El planteo está en la Corte.
¿Y si siguen sin aparecer pistas del supuesto asesino? En ese caso, la idea es avanzar con la elevación a juicio solo de Lagomarsino y los custodios que están acusados de no haber cumplido su tarea, dijeron fuentes de la causa.
Mientras tanto, avanzan en paralelo una denuncia presentada por Elisa Carrió que sostiene que existió una “zona liberada” para que Nisman fuera asesinado y una causa por las supuestas irregularidades de la investigación, que incluye acusaciones contra Fein y las autoridades que estuvieron en el departamento de Nisman la madrugada posterior al hallazgo del cuerpo; entre ellos, el actual ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
A esta altura, el peligro es que, como ha pasado en otros casos, lo único que prospere sea la investigación de la investigación.
Sin una hipótesis clara por confirmar, las medidas en curso son parte de una búsqueda muy abierta y sin éxito garantizado
P.R.N.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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