Solemne y sin chispa, otro paso en falso
M. S.
(The midnight sky, ee.uu./2020). dirección: George Clooney. guion: Mark L. Smith. fotografía: Martin Ruhe. edición: Stephen Mirrione. elenco: George Clooney, Felicity Jones, David Oyelowo, Kyle Chandler. duración: 120 minutos. disponible en: Netflix.
Cielo de medianoche fue filmada antes de la aparición del coronavirus, pero bien podría ser aprovechada a partir de la actitud bienpensante y políticamente correcta de George Clooney como la expresión más apropiada que el cine está en condiciones de entregar en el cierre del año que vivimos con Covid-19.
Es posible que la llegada global e inmediata de esta historia a todos los rincones del planeta gracias a Netflix consiga muy rápidamente este objetivo. Más que contar una historia situada en un escenario futurista y posapocalíptico, con buena parte de su trama instalada dentro de una nave que realiza un viaje interplanetario, lo que Cielode medianoche quiere es hacer una declaración expresa y contundente acerca del preocupante estado de nuestro planeta. Y advertir que todas las catástrofes y desgracias que golpean a los personajes del relato funcionan como espejo del sufrimiento actual de la humanidad.
Estamos en 2049 y desde una remota base científica del Ártico, el profesor Augustine Lofthouse (un Clooney avejentado y de barba bíblica) es el único sobreviviente de una catástrofe ambiental que dejó a la Tierra sin otro vestigio humano. Le toca a este científico con nombre de reminiscencias místicas, obsesionado en su juventud por las posibilidades de vida humana en un lejano planeta, advertirle de esta situación a los tripulantes de una nave que regresa de un viaje a ese lugar. Los integrantes de ese grupo son presentados a partir de una serie de vivencias y recuerdos familiares que anhelan recuperar. Sabemos de inmediato que en esa travesía sufrirán toda clase de infortunios. Más castigos para la humanidad.
Cada acción, cada movimiento, cada parlamento (aquí casi no hay diálogos, sino declamaciones) nos lleva a la fuerza hacia esas preguntas trascendentes que tendrían en cualquier simposio de filosofía mucho más sentido que aquí. Lo peor es que la solemnidad y la ausencia del mínimo impulso vital marca a fuego cualquier situación (todo lo negativo que golpea a los protagonistas, junto a algún momento esperanzador) y transforma a Cielo de medianoche en un pequeño y tedioso manual sobre la ausencia de gravedad en el espacio: aquí nada tiene peso y la tensión directamente no existe. Todo flota en el espacio envuelto en pensamientos que quieren ser importantes y resultan pueriles.
Cielo de medianoche es el tercer paso en falso consecutivo de Clooney como director después de Operación monumento y Suburbicon: bienvenidos al paraíso. Por la magnitud del proyecto y sus resultados decepcionantes, este es el más grande.
M. F. M.
(Happiest season, ee.uu. / 2020). dirección: Clea Duvall. guión: Clea Duvall, Mary Holland. fotografía: John Guleserian. elenco: Kristen Stewart, Mackenzie Davis, Dan Levy, Aubrey Plaza. duración : 102 minutos. disponible en: Flow y Apple TV.
El sub-sub género de la comedia romántica navideña es como un plato de comida casera preparado con una receta transmitida de generación en generación: no sorprende pero reconforta. En ambos casos, en la película y en el plato, uno sabe con qué se va a encontrar y ahí radica la satisfacción que ofrecen.
Feliz novedad es una de esas películas que siguen la receta paso por paso, con ingredientes de excelente calidad, sin grandes pretensiones, pero con un condimento extra que la renueva. La única diferencia con una de las tantas comedias románticas navideñas que la anteceden es que la pareja principal está compuesta por dos mujeres.
Ni siquiera el conflicto central es tan distinto al tradicional: un secreto es el obstáculo para que los enamorados alcancen la felicidad que les espera al final del film. En este caso lo que oculta Harper (Mackenzie Davis) a su familia es su noviazgo con Abby (Kristen Stewart), a quien presenta como “su amiga huérfana” cuando la lleva a la casa de sus padres para pasar la Navidad. Con un padre en plena campaña para ser alcalde, una madre preocupada por mantener una prístina imagen familiar; una hermana creativa a la que nadie le presta atención y otra con su propia familia perfecta, a Harper la resulta difícil sincerarse. Abby empieza a replantearse su idea de proponerle matrimonio.
La guionista y directora Clea Duvall construyó una historia clásica encantadora, sobre un fondo de una perfecta Navidad de Hollywood, pero con protagonistas atípicas para esta clase de films. Desde la estética, los diálogos y los chistes, se evidencia que la intención de Duvall es darle una vuelta de tuerca a un género tradicional, respetando sus códigos pero incluyendo a quienes no estaban representados en este tipo de fantasías románticas. Algunos gags humorísticos funcionan mejor que otros, pero la película se ve de punta a punta con una sonrisa, en gran parte gracias a un elenco soñado para la comedia, que incluye a Victor Garber, Mary Steenburgen, Alison Brie y Mary Holland.
Como sucede con muchas comedia s románticas, por momentoses inevitable pensar que abby se merece una pareja que la trate con mayor cuidado quemackenzie. esta sensación se ve aumenta da por la magnética interpretación de Stewart y lo divertido que es verla interactuando con otros personajes, como el de Dan Levy, su amigo y confidente gay, otro lugar común del género. lo mismo sucede cuando Stewart comparte escenas con la ex novia deMackenzie, interpretadapor a ubre y plaza, que siempre le agrega una pizca de originalidad y peligro a las películas en las que actúa.
Terror extremo, sangriento y salvaje
P. V. P.
(Ee.Uu/ 2020). dirección: Panos Cosmatos. guion: Panos Cosmatos, Aaron Stewart-ahn, Casper Kelly. fotografía: Benjamin Loeb. edición: Brett W. Bachman, Paul Painter. elenco: Nicolas Cage, Andrea Riseborough, Linus Roache, Ned Dennehy. duración: 121 minutos. disponible en: Netflix.
Llevar al cine el universo creado por H. P. Lovecraft ha sido uno de los desafíos más frustrantes para amantes de su literatura y devotos cinéfilos. Si bien ejercicios paródicos como el de Stuart Gordon en Re-animator u homenajes como el de John Carpenter en En la boca del miedo han dado muy buenos resultados, hay algo de la creación literaria de Lovecraft que se escapa irremediablemente. De hecho, la reciente Lovecraft Country ha intentado aunar aquella tradición del horror cósmico con imaginarios pop, con retazos de la ciencia ficción de los 50, la literatura pulp y la agenda de temas raciales sin poder trascender un híbrido.
En ese panorama, el tardío estreno de una película salvaje e inclasificable como Mandy permite vislumbrar un arriesgado ejercicio de apropiación que piensa a Lovecraft desde sus profundas influencias en el horror contemporáneo, sin la solemnidad ni el beneplácito habituales sino con un goce que no puede ser más que bienvenido.
Mandy (excelente Andrea Riseborough) lee novelas clase B en su pequeña casa del bosque. Allí, inmersa en un mundo plástico de colores y formas analógicas de los 80, vive con intensidad inusual ese territorio interior. La repentina aparición de una secta extravagante, una especie de cruza entre el clan Manson y la estética de Judas Priest, arrebata a Mandy de su ensoñación y desata el festín de sangre que vendrá a continuación. La pieza clave de ese crescendo de furia y gore es el leñador que interpreta Nicolas Cage, novio de Mandy y su más devoto vengador.
El director Panos Cosmatos amalgama con notable habilidad todos los elementos que nutren su imaginario: el horror cósmico de criaturas nocturnas convertidas en espectros en motocicleta, la composición estética de las discografías del heavy metal, el itinerario de venganza propio del exploitation de los 70, el gore más visceral cruzado con un humor de ribetes esperpénticos.
Nada queda en pie, nada sea firma en límites y medias t in tas.Cosmatos juega a fondo su ambición de encontrar las formas plásticas del universo lovecraftiano. Aún en sus excesivos manierismos y esa vocación de contenerlo todo, Mandy es una experiencia poco habitual en el terror contemporáneo, con arriesgados cambios de tono, con la evidente autoconciencia de Cage de su condición de culto esquiva a cualquier consagración, con un relato menos dependiente de la firmeza dramática que de la exploración sensorial. Una experiencia que el propio Lovecraft hubiera celebrado.
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