La renovación que vino de Europa y el avance de la censura
invasión (1969)
Afines de los 50 y principios de los 60 surgieron en todo el mundo diversos movimientos que revolucionaron al cine, rompiendo las reglas estéticas y de producción del cine masivo, como la Nouvelle Vague (Nueva Ola) francesa, impulsada por los críticos de la revista Cahiers du Cinéma devenidos directores, como François Truffaut y Jean-luc Godard; el Free Cinema británico; el New American Cinema y el brasileño Cinema Novo. En la Argentina, un grupo de jóvenes realizadores produjo películas que se diferenciaban del cine popular nacional, tanto en cuanto a la temática como en su puesta en escena. Los de la mesa 10, de Simón Feldman, dejó establecido en 1960 que el cine de la década representaría un cambio radical.
Manuel Antín es uno de los directores de este grupo, conocido como Nuevo Cine Argentino en ese entonces y ahora denominado Generación del 60. Los films iniciales del realizador, quien fue el primer presidente del Incaa en democracia y el fundador de la Universidad del Cine (uno de los semilleros del segundo Nuevo Cine Argentino) fueron adaptaciones de la obra de Julio Cortázar. La cifra impar (1962), Circe (1964) e Intimidad de los parques (1965) no solo representan un cambio por la fuente de la que toman su inspiración, sino también por su estilo cercano a la Nouvelle Vague y las actuaciones de figuras centrales de este nuevo cine, como Graciela Borges, Sergio Renán y Lautaro Murúa, quien también se volcó a la dirección con Alias Gardelito (1961) y luego continuó combinando ambas profesiones.
Junto con Antín y Murúa, conformaron este grupo David José Kohon, director de Prisioneros de una noche (1960) y Tres veces Ana (1961), y Rodolfo Kuhn, quien dirigió Los jóvenes viejos (1962) y Pajarito Gómez (1965), una sátira sobre la brutalidad de la fábrica de ídolos musicales, cuya estructura, mirada ácida y estilo aún hoy resultan innovadores.
Otra búsqueda distinta pero igual de rupturista fue la de Fernando Birri con Tiré Dié (1960), un trabajo colectivo del director junto con sus alumnos de la Escuela Documental de la Universidad Nacional del Litoral, que fundó en 1956. Durante dos años trabajaron en este mediometraje que utiliza herramientas estilísticas que no eran comunes en el documental para retratar la vida en los barrios de bajos recursos de Santa Fe. Con Los inundados (1962), Birri combinó la ficción con el documental para presentar las tribulaciones de una familia y sus vecinos obligados a evacuar su hogar debido a la crecida del río Salado.
Durante los años 60 también hicieron su debut como directores René Mugica y José Martínez Suárez, ambos con amplia experiencia en la industria cinematográfica y novedoso estilo propio. Mugica había sido actor, guionista y asistente antes de filmar El centroforward murió al amanecer (1961) y Hombre de la esquina rosada (1962), basada en el cuento de Jorge Luis Borges. El crack (1960) y
Dar la cara (1962) fueron los primeros largometrajes como guionista y director de Martínez Suárez, hermano de las actrices Mirtha y Goldy Legrand, quien trabajara durante años como asistente de dirección.
Leopoldo Torre Nilsson y Daniel Tinayre ya tenían carreras establecidas cuando hicieron películas notables como Fin de fiesta (1960) y La patota (1960), respectivamente. Con La cigarra no es un bicho (1963), Tinayre introdujo un tipo de comedia picaresca que tendría varios exponentes exitosos en esta década. La apertura en la temática sexual también se reflejó en el cine erótico de la dupla Isabel Sarli-armando Bó, cuyas primeras películas son de fines de los 50 y se extenderán hasta los años 70. Estos films, como tantos otros, tuvieron que enfrentarse a la censura, que fue creciendo durante los 60 y se fortaleció luego del golpe de estado de 1966.
La censura también azotó a películas cuyo contenido no tenía que ver con lo sexual sino con lo político. Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino, líderes del Grupo Cine Liberación, se vieron obligados a proyectar La hora de los hornos (1968) en funciones clandestinas, ya que estaba prohibida en la Argentina (al mismo tiempo que era presentada y premiada en festivales internacionales). El film, un documental de cuatro horas que se centra en la situación social y política del país desde 1945 en adelante, es el ejemplo más emblemático del cine militante que continuará en los años 70.
A fines de los 60, la diversidad de búsquedas estéticas y temáticas produjo también películas como Tute cabrero (1968), de Juan José Jusid; Tiro de gracia (1969), de Ricardo Becher, y la legendaria colaboración de Borges y Adolfo Bioy Casares en el guion de Invasión (1969), de Hugo Santiago.
Dentro del abanico de expresiones personales plasmadas en la pantalla grande, se destaca Leonardo Favio, uno de los grandes directores de la historia del cine argentino. Crónica de un niño solo (1965) fue la ópera prima del reconocido actor y cantante, quien ya demostraba allí su particular poética de la realidad, desplegada luego en El romance del Aniceto y la Francisca (1966) y El dependiente (1968). Su filmografía cobraría aún mayor relevancia en la década siguiente.
La intimidad de Los parques, Circe, La Cifra impar, Los inundados, fuego y prisioneros de una noche están disponibles en Cine.ar. Invasión está disponible en mubi.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.