martes, 25 de mayo de 2021

VIDAS MEDIÁTICAS DE JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ


José Luis Fernández. “Los jóvenes hipermediatizados arriesgan la vida para verse cara a cara”
El autor de Vidas mediáticas cree que en el futuro habrá más exposición de lo privado y que quedarán los públicos en streaming
D. G.


Buena parte de nuestra vida ya estaba mediatizada antes de la pandemia”, señala José Luis Fernández (Buenos Aires,1952), doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Escrito a lo largo de 2020, su estudio Vidas mediáticas. Entre lo masivo y lo individual (La Crujía) se puede leer a la luz de las innovaciones en la ecología de medios dinamizadas por elCovid-19 en el mundo. Para el autor, es necesario ahondar en la comprensión de los diferentes intercambios discursivos que se producen en las interacciones mediáticas actuales. “La materialidad mediática es opaca pero vive como transparente –dice Fernández. No hay duda de que, en cualquier plataforma o aplicación, toda interacción necesita de intercambios discursivos. Una consigna que se repite en el libro es que, si bien los intercambios discursivos no son el total de las vidas mediáticas, sin su comprensión no se puede entenderlas”.
El autor es profesor de Semiótica de las Mediatizaciones en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y dirigió seminarios de postgrado sobre historia y semiótica de los medios, metodologías de la investigación y música, medios de sonido y mediatización en casas de estudio superiores. Con conceptos que provienen de distintas disciplinas –como la sociosemiótica, los estudios culturales, la historia y la etnografía– y otros propios, Fernández ofrece una mirada innovadora sobre los efectos de la mediatización en la esfera social.


–¿Qué relación hay entre la digitalización y la mediatización en nuestras vidas?


–La digitalización, es decir, la conversión de cualquier materialidad en bits, transformó la posibilidad de cualquier usuario de manipular discursos: crear, subir, bajar, combinar, editar y distribuir mensajes en diversas materialidades. Mediatización es todo sistema de intercambio discursivo que no sea exclusivamente cara a cara, sea sobre tecnología analógica, química, electrónica o digital, pero que nunca se define sobre esas solas características. Cualquier sistema de intercambio discursivo mediatizado se construye con la presencia de dispositivos técnicos, entre los que los digitales son solo una parte. Algunos de ellos son la óptica fotográfica, la captura de sonidos, las diversas técnicas de reproducción del movimiento, lo tipográfico, la posibilidad de generar espacios gráficos donde convergen letras, fotografías, dibujos. En un meme, por ejemplo, pueden converger muchos de esos dispositivos técnicos. Pero, además, para generar un meme, una mediatización, en definitiva, debe estar construido en algún cruce genérico-estilístico y con alguna propuesta de uso. Esos tres niveles, lo tecnológico, lo genérico-estilístico y el uso, como entretenimiento, crítica o aun a nivel informativo, dejan huellas en cada mensaje intercambiado.

–¿Qué es una vida mediática?

Que buena parte de tu vida cotidiana se construye y administra con intercambios discursivos en diversos dispositivos técnicos. Esto va desde nuestros conocimientos sobre qué ocurre en el mundo hasta nuestros trabajos y vidas afectivas. A estas alturas, muchos tenemos vínculos políticos, profesionales y afectivos sostenidos en plataformas diversas. La pandemia nos obliga a expandir esas mediatizaciones. Tenemos más contacto mediatizado con nuestros afectos; ya no damos algunos seminarios o conferencias para el exterior en plataformas educativas o de videoconferencias, sino que las clases son rutinariamente a través de plataformas, y vamos incorporando formas de disfrute del arte o de entretenimientos en plataformas. El uso más extendido promete nuevas transformaciones, sea por rediseño o generación de nuevas posibilidades, sea por innovaciones promovidas por los usuarios. Por ejemplo, mientras maduran y se sofistican las plataformas educativas, los docentes nos vamos arreglando con combinaciones de mails, grupos de Whatsapp o de Facebook, publicaciones en Youtube y diversas plataformas de videoconferencias.
–¿Cómo se justifica, pese a las prevenciones que existen acerca de compartir datos privados e íntimos en internet, la tendencia de las personas a compartirlos?

–Se tiende a analizar las vidas mediáticas y las plataformas como estados fijos y en realidad hay dos procesos que conviven: todos, incluidas las plataformas, estamos aprendiendo a vivir en estos nuevos contextos, muy recientes respecto a los previos como hogares, bares, clubes, aulas, oficinas y tantos más. El otro proceso es que plataformas y aplicaciones no dejan de transformarse, no solo por los rediseños y crecimiento de sus propuestas, sino también por los usos de los usuarios. Mi hipótesis, no mi predicción, es que habrá aprendizajes luego de los cuales ciertas áreas de la vida privada quedarán ahí, sin ser mediatizadas, salvo en los casos en los que esa exhibición traiga beneficios o efectos buscados de “suicidio social”, que seguramente los seguirá habiendo.

–Entonces, ¿hay vidas que no sean mediáticas?

–Los sociólogos y filósofos apocalípticos se cansaron de anunciar la mediatización absoluta de las vidas de las nuevas generaciones que, se suponía, no salían de sus habitaciones para estar conectados, y luego, como si fuera parte del mismo fenómeno, preocupados solo por sus smartphones. La pandemia puso en evidencia que esos sectores jóvenes, seguramente hipermediatizados, son también los que más arriesgan sus vidas para reencontrarse con sus contactos cara a cara, sus ritos y festejos, sus consumos grupales. Parece que las vidas mediáticas no eliminan las vidas no mediáticas, sino que les generan nuevos circuitos, con restos de intimidad resistentes. Es evidente que las ciencias sociales no han venido comprendiendo estas tensiones entre lo mediático y lo no mediático.

–¿Qué relación se establece entre dispositivos digitales con los medios masivos de comunicación tradicionales?

–Se denomina posbroadcasting al actual ecosistema de medios en el que los medios masivos, aunque no desaparecen, han perdido su lugar central e indiscutible. Se lo ha estudiado para las nuevas circulaciones televisivas y sus audiencias y para el desarrollo del discurso político; nosotros lo hemos aplicado respecto a la producción y circulación en la industria musical. Sintéticamente: los medios masivos no tienden a desaparecer y las plataformas no pretenden reemplazarlos. Compiten en algunos intercambios, pero tienden a complementarse: los medios masivos toman contenidos de las plataformas y las plataformas distribuyen y comentan los contenidos de los medios masivos.

 –¿Qué ejemplos podrías dar del funcionamiento de este ecosistema?

–Son fenómenos de posbroadcasting tanto las dificultades para establecer un relato común e integrado sobre la pandemia como la circulación en plataformas de discursos masivos como los de Masterchef. Lo que denominamos “panelismo” es también un típico circuito de posbroadcasting. En los paneles televisivos, los políticos diagnostican, los periodistas proponen políticas y los consultores convalidan las discusiones, mientras Twitter genera un efecto de resonancia y diseminación que convence a todos los participantes de su importancia.

–¿Cuánto hay de cierto en que Google y Facebook parasitan a los medios de comunicación?

–Medios masivos y plataformas comparten contenidos en un efecto de ida y vuelta. Es un fenómeno novedoso que es importante porque en él convergen la crisis industrial de los medios periodísticos, la posibilidad de cualquier usuario de generar contenidos que pueden interesar a gran cantidad de usuarios y las plataformas que, como dijimos, son un espacio donde conviven ambos tipos de intercambios. Es evidente que quienes invierten recursos en la producción de contenidos deberían tener un tratamiento especial, en caso de que generen interés social. Pero, a mi entender, la discusión y el conflicto recién está comenzando y el final es abierto.

–¿Por qué se dice que el Gobierno nacional “comunica mal”? ¿Y qué sería comunicar bien?

–Pienso que no hay política sin comunicación y eso se ve claro desde nuestra perspectiva de la mediatización como construcción de sociedad y no como pura mediación. Cuando se planifican acciones políticas, y más aún de gobierno, ¿lo comunicacional debe estar incluido? Sin duda, pero no como un anexo, sino como parte del proceso de gestión e innovación. Recién luego se diseña lo comunicacional, para que se eviten lo más posible los ruidos y para que se abran nuevos canales de discusión.

–¿Cómo ve el futuro de estas mediatizaciones y la convivencia hacia dentro del sistema digital?

–Es imposible ser predictivo, tarea de gurúes arriesgados, pero hay tendencias que parece que seguirán avanzando. Los usuarios seguirán aprendiendo y sofisticarán sus posteos, sofisticando más la exposición de lo privado de sus vidas y aprovechando más los intercambios en lo laboral y en el entretenimiento. Buena parte de la vida musical y aun teatral quedarán con públicos en streaming. La enseñanza universitaria será híbrida: seguirá habiendo enseñanza cara a cara pero se aprovechará la experiencia en plataformas para acortar distancias territoriales. Luego de una etapa de homogeneización de las plataformas es muy posible que, finalmente, triunfe la especialización. Si no lo permiten las plataformas, lo desarrollarán los usuarios sofisticados.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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