La vida más allá de la Tierra, una pregunta siempre abierta
A. M. V. Extraterrestre Avi Loeb Planeta Trad.: alex G. Berdiell 255 páginas $1210
La pregunta por la vida en otros planetas y, en particular, por la vida inteligente está abierta para la ciencia. Pero, como las afirmaciones extraordinarias exigen pruebas extraordinarias, no es lo mismo decir que puede ser que decir que la encontramos.
Avi Loeb es, en esa discusión, un personaje singular. Sus credenciales son impresionantes: autor de más de 800 publicaciones, es profesor de Astrofísica en Harvard y miembro del Consejo de Asesores de la presidencia de Estados Unidos, además de integrar varias academias científicas. Tiene, incluso, algo de celebrity: en 2012 la revista Time lo nombró entre las personas más influyentes sobre el espacio.
De modo que cuando dice que Oumuamua, un extraño objeto que surcó el cielo en octubre de 2017, podría haber sido construido por extraterrestres, su afirmación resulta inquietante. ¿Loeb lo piensa realmente? ¿O exagera, en busca de fama y financiación? ¿No estará un poco loco?
Quizá la pregunta más pertinente sea: ¿la astrofísica agotó realmente las explicaciones naturales, antes de pasar a una hipótesis tan extrema?
Ahí es donde el libro de Loeb, Extraterrestre. La humanidad ante el primer signo de vida inteligente más allá de la
Tierra, cobra sentido: se necesitan tantas páginas para justificar la razonabilidad de su interpretación.
Oumuamua es una palabra hawaiana que significa “explorador”. Al anunciar la designación del objeto, la Unión Astronómica Internacional lo definió como “primer mensajero lejano en llegar” y en principio lo consideró un cometa, luego un asteroide y, finalmente, dejó en suspenso la categorización para limitarse a apuntar su origen interestelar, único aspecto en que hay consenso: sin duda, llegó desde fuera del sistema solar. Otro dato claro es que logró escapar a la gravedad del sol, por lo que no volveremos a verlo.
Loeb tiene una agenda: cree que se debería invertir más para encontrar vida inteligente. Por lo menos, tanto como se invierte en detectar materia oscura, otro de los misterios del espacio.
“Muchos científicos sostienen que solo deberíamos transmitir información al público cuando nuestra labor detectivesca colectiva haya desembocado en una conclusión casi unánime”, cuenta Loeb sobre sus colegas.
Pero él es de otra opinión. Le gusta compartir la ciencia en proceso, con sus perplejidades. Hay ya un observatorio preparado para detectar más objetos como Oumuamua, que incluso podría ser una reliquia de civilizaciones pasadas. Para la imaginación, todo es posible. Pero la ciencia dirá, a su tiempo, qué es más probable.
Moderna heroína en busca de identidad
D. V. El triángulo de invierno Julia Deck eterna Cadencia Trad.: Magalí sequera 131 págs./$990
Escribir sobre mujeres modosas y equilibradas no es la especialidad de Julia Deck (París,1974). Su primer libro, Viviane Élisabeth Fauville, arranca con una paciente que mata a su psicólogo a cuchilladas y El triángulo de
invierno, con una joven que pierde su trabajo por amenazar a su jefe con una batidora. Alcanza con este paralelo para entender que la segunda novela de esta autora francesa es bastante menos cruenta que su ópera prima, aunque no menos perturbadora.
Agobiada por la rutina, la estrechez de su monoambiente y las múltiples deudas, la protagonista de El triángulo de invierno asiste a una agencia de empleos en un estado de flotación, casi de sordera, y en un rapto de bovarismo decide obsequiarse un nuevo trabajo –novelista– y una nueva identidad: Bérénice Beaurivage. Este nombre es el de la escritora interpretada por Arielle Dombasle en una película de Éric Rohmer. Una burguesa con aplomo y elocuencia que lo único que comparte con el personaje imaginado por Julia Deck es que es rubia y que nunca escribe.
Para comenzar una vida nueva la flamante impostora se muda a Saintnazaire, se enamora de un inspector de buques que costea todos sus gastos y, tras un breve idilio, aparece una tercera en discordia, Blondine Lenoir, otro nombre birlado caprichosamente del cine rohmeriano.
El triángulo de invierno es una novela signada por el número tres. Tres son las estrellas que conforman la constelación a la que hace referencia el título, tres son los actores de la historia y tres las ciudades portuarias en las que vive la protagonista. Le Havre, Saintnazaire y Marsella tienen además la peculiaridad de haber sido reconstruidas después de la Segunda Guerra Mundial. No sería entonces desatinado pensarlas como metáforas para la reinvención de una identidad.
Hay una particular fijación por la descripción de espacios e inmuebles que contrasta con las lagunas de la memoria de la falsa Bérénice. Esta manía objetivista, sumada a la psicología inasible de la joven, la trama huidiza y una escritura tímida que pretende ser experimental –diálogos sin guiones ni comillas que irrumpen con una mayúscula en medio de un párrafo– son pálidos reflejos de las astucias de ciertos escritores del nouveau roman publicados por Éditions de Minuit, la editorial de Julia Deck en Francia.
Tras elipsis tramposas, pistas ilusorias y referencias culturales antojadizas, el relato de El triángulo de invierno encuentra el más justo de los posibles finales, aquel en el que todo vuelve a empezar, con leves cambios, encaminando a su errática heroína a un mejor fracaso.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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