El mosquito transmisor del dengue y la chikungunya se oculta en sitios inesperados
Los casos ya superan a los de la epidemia de 2019-2020 para esta época del año, según los registros oficiales de ese momento; es clave eliminar potenciales criaderos
Fabiola CzubajLas hembras del Aedes aegypti depositan sus huevos en el agua
Con los nutrientes necesarios en algún recipiente o espacio mínimo con agua suficiente, basta una semana para poder tener el mosquito que transmite los virus del dengue y la chikungunya en casa, un comercio, el lugar de trabajo o cualquier otro sitio. El Aedes aegypti aprovecha cualquier objeto o lugar que le dejemos al alcance para reproducirse, y cuanto más pequeño, mejor.
Es común escuchar entre los vecinos de barrios o áreas con un brote activo de dengue –que esta temporada se combina con chikungunya– respuestas como “en mi casa no tengo mosquitos” o “acá no hay nada donde se puedan criar”, aun cuando en algún lugar a la redonda, y no demasiado lejos, están los criaderos. Y suelen aparecer en los lugares menos pensados: la descarga del aire acondicionado, un portamaceta o el florero improvisado con una planta para enraizar, neumáticos acumulados o abandonados, rejillas, canaletas, sillas del jardín que no se limpian seguido, el marco de una ventana o irregularidades del revestimiento de un techo.
Los barriles de las obras en construcción o en la vía pública, los tanques de agua sin tapa o los depósitos de agua de lluvia, los recipientes que se usan para regar, las fuentes ornamentales, los bebederos para animales sin recambio de agua seguido, las piletas o los baldes, frascos o botellas que se acumulan en el fondo o el balcón y el material descartado o de rezago también son lugares atractivos, urbanos, con agua sin movimiento, para que las hembras del Aedes aegypti deposite sus huevos, que pueden llegar a completar su desarrollo en una semana (eclosionan en larvas, se convierten en pupas y, finalmente, en adulto para volar) si ese ambiente es favorable.
En 2017, como publicó tras la epidemia de dengue del verano-otoño de 2015-2016, el 75% de los reservorios prevalentes hallados en un área urbana como la Capital fueron macetas, floreros, botellas, ornamentos, bebederos de animales, tanques, canaletas, charcos, huertas, toldos, vidrios rotos sobre muros o bateas de gomerías.
A los tres años, y mientras avanzaba una nueva epidemia que terminó por superar en un 40% a su predecesora, el escenario era similar. “En febrero y marzo de 2020, realizamos un estudio preliminar en el barrio Mariano Moreno, Claypole, partido de Almirante Brown, en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Se relevaron los recipientes con agua en los patios de las viviendas: los más comunes donde se encontraron larvas y pupas de mosquitos fueron baldes, neumáticos, bidones de agua, elementos de cocina, floreros, recipientes varios, tanques, macetas, bebederos, botellas, juguetes y piletas”, detalló María Sol de Majo, investigadora del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinadora del estudio.
En los últimos días se informó que los casos de dengue se duplicaron en la tercera semana de este mes con respecto de la segunda semana: hay 9388 (8504 sin antecedente de viaje) en 13 provincias, comparado con 4828 siete días antes, entre más de 18.000 personas que consultaron al sistema de salud.
La cifra ya supera los 7862 casos (6169 autóctonos) que hubo en 16 provincias para esta época del año en la epidemia de 2019-2020, cuando la circulación comunitaria del dengue se superpuso con la llegada del Covid-19, según los registros nacionales online de ese entonces.
No todas las personas con síntomas (fiebre, dolor muscular o articular, vómitos y/o diarrea, sarpullido, dolor de cabeza o detrás de los ojos, entre otros) consultan, como se pudo comprobar en Mataderos, donde persiste uno de los dos focos con más casos en la ciudad. En la provincia de Buenos Aires, los casos se concentran en La Matanza, Berazategui, Lanús y Tres de Febrero, con otras localidades en las que se dan cuenta de la aparición de más casos y que, como en la Capital, también hay circulación comunitaria del virus de chikungunya (Almirante Brown, Pergamino, Quilmes y San Martín). Formosa, Salta, Tucumán, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes, Jujuy, Chaco, Santiago del Estero y Catamarca completan el mapa de distritos con circulación autóctona del virus del dengue
Ocho personas murieron en este brote epidémico: dos en Salta, una en Jujuy, una en Santa Fe, tres en Tucumán y una en la provincia de Buenos Aires, según actualizó ayer “Que tenga antecedente de viaje por haber estado en Bolivia [que registra la mayor epidemia de dengue en una década] aumenta la sospecha y sería importado. Sigue la investigación epidemiológica”, indicó el Ministerio de Salud bonaerense.
Se detectaron, además, 528 casos de fiebre chikungunya (menos de la mitad –233– con antecedente de viaje) en seis jurisdicciones que notifican casos: además de la provincia y la Capital, son Córdoba, Corrientes, Formosa y Misiones. “En la última semana [por la tercera semana de este mes], aumentaron los casos sin antecedentes de viaje o en investigación”, publicó Salud de la Nación.
Hace 10 años, el GEM había hallado respuesta a por qué en los brotes se da un agrupamiento de casos. “El mosquito se mueve muy poco, está en la manzana y le cuesta cruzar la calle”, explicó en ese momento, Nicolás Schweigmann, director del GEM. “La unidad epidemiológica de prevención debería ser a escala de manzana, donde es necesaria la participación activa de los vecinos –continuó–. El Estado tiene el rol indelegable de coordinar, informar adecuadamente y contribuir a resolver los problemas”.
Los siete ambientes en los que recae esa responsabilidad estatal en la prevención, como habían evaluado en el GEM, incluyen espacios con acumulación de chatarra en áreas urbanizadas (vehículos abandonados o playones oficiales), obradores (las empresas de construcción trasladan barriles y maquinaria entre obras y los huevos del mosquito, que permanecen adheridos a sus paredes, se van instalando en distintas manzanas), barriles de 200 litros en las obras viales, acumulación de cubiertas usadas (hay pocas empresas que las pueden reciclar), tanques suplementarios y cisternas que quedan sin uso en barrios con interrupciones de suministro de agua corriente, basurales a cielo abierto y floreros de cementerios, además de predios de hospitales y escuelas.
El descacharrado en el año ayuda a reducir el riesgo de que aumente la población de mosquitos en los meses más cálidos (en invierno, las crías se mantienen como huevos). En medio del brote, una recomendación suele ser el uso de repelente cuando se está al aire libre o en lugares donde hay mosquitos, aunque para una exposición reducida.
“La eficacia dependerá de la especie de mosquito, de la fisiología particular del humano o mascota y de la aplicación adecuada del producto en el lugar y momento apropiado. Si logramos que no nos piquen, las hembras buscarán otras fuentes de sangre cercanas, porque necesitarán de sangre para la producción de sus huevos”, publicó el Grupos de Investigación en Mosquitos en Argentina (GIMA), del que el GEM es parte, a propósito de la epidemia de dengue de hace tres años. Sus investigadores citaron un estudio que en 2013 había demostrado que el principio activo de los productos a la venta más comunes (DEET) “es altamente protector cuando las hembras son expuestas en una primera instancia”, pero se acostumbran a partir de una segunda exposición.
“El uso de los repelentes no puede ser continuo para evitar problemas derivados del exceso de esta práctica (alergias, irritaciones, resistencia, acostumbramiento).Esmejorusarlo cuando es necesario –advirtieron–. Es habitual que aparezcan muchas formulaciones de repelentes caseros, hay que extremar los cuidados en especial cuando los aplicamos sobre el cuerpo, más aún en niños, sin conocer la concentración de los principios activos. De tener la posibilidad de hacer extractos que tienen potencial como repelente, conviene pulverizarlos sobre pisos, ventanas antes que ponerlos en la piel”.
Con la fumigación se eliminan mosquitos adultos, pero no criaderos. “El mecanismo de protección más efectivo a mediano y largo plazo es el control de las poblaciones de mosquitos, que se consigue al lograr un control efectivo de todos los criaderos presentes en las manzanas”, insistió el GIMA en su documento.
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