lunes, 29 de mayo de 2023

EL PSICOANÁLISIS


El psicoanálisis, ritual para enfrentar el futuro aunque parece haber perdido la centralidad del siglo XX, un nuevo libro reivindica su capacidad emancipadora
Daniel Gigena

El psicoanálisis es una práctica emancipadora, sostiene Diego López de Gomara (Buenos Aires, 1963) en su ensayo En la libertad de sus ojos (Mardulce). “Ningún discurso de la emancipación social puede ser sin el psicoanálisis, porque el masoquismo, la pasividad y el odio de sí del ser humano terminarán destruyéndolo”, afirma el autor, que desde hace más de treinta años se desempeña como psiquiatra y psicoanalista.
Con una perspectiva humanista y una biblioteca que incluye a Montaigne, Leopardi, Éluard, Camus y Heidegger, entre otros autores, aborda cuestiones como la culpa, la alegría (originada por el “acontecimiento de la confraternidad humana”), el suicidio, el amor, la dependencia y el miedo. Como en el psicoanálisis (“un viaje a lo reprimido”), con el libro el lector también viaja entre poemas, relatos, sinfonías y obras maestras. “El psicoanálisis busca esta libertad en contra de toda la cultura imperante que busca algoritmizar al sujeto, crearle necesidades de consumo, medicalizarlo, couchearlo o manejarlo con terapias congnitivo-conductuales que lo piensan como una bolsa de reflejos”, remarca López de Gomara.
El autor deja entrever que la teoría y la práctica psicoanalítica han perdido la centralidad que tuvieron durante el siglo XX. “Que el psicoanálisis haya ‘pasado de moda’ me parece muy bien –sostiene–. Da lugar a que estemos en esto los que verdaderamente lo valoramos, además de recuperar un lugar de vanguardia. De todos modos, es difícil que pase de moda porque tiene que ver con lo inconsciente. Y lo inconsciente, como deuda del decir, viene del futuro. Es el acontecimiento imprevisto a nivel individual o social. La inteligencia artificial, tan de moda, ya está instalada con toda su fantasmagoría, para bien o para mal. Lo inconsciente dirá otra cosa, será otra cosa, aún no lo sabemos ni lo sospechamos. Es importante pensar que mucho de lo que ocurrirá en nuestra realidad futura tiene que ver con nuestros deseos inconscientes, por lo que si se quiere vislumbrar algo del futuro conviene interrogar al psicoanálisis”.
Su libro se publica en un momento en que varios psicoanalistas locales (Alexandra Kohan, Gabriel Rolón, Luciano Lutereau) iluminan el aspecto vivencial de un ritual que persiste. Y lo hacen con recursos literarios. “Los psicoanalistas somos espíritus inquietos”, sostiene López de Gomara, que publicó dos novelas: Patria paria y La mujer escrita. “Durante muchos años acompañé mi práctica con la escritura de ficción, pero en esta ocasión sentí que necesitaba el psicoanálisis y su fuerza para lo que quería expresar. Son ensayos literario filosóficos acompañados con el psicoanálisis y donde los elementos más teóricos tienen su contrapunto en historias existenciales. El psicoanálisis tiene algo de las viejas escuelas filosóficas, como las de los estoicos y los epicúreos, donde las teorías iban unidas a una manera de vivir. Algo que se perdió en el mundo moderno, donde podemos tener cosmovisiones muy diferentes aunque transcurramos lo concreto de la vida de manera muy similar”.
El eje de los ensayos es la libertad, que se conjuga de diversos modos. “Con todas las complejidades del tema, diría que hay una libertad lacaniana que tiene que ver con el encuentro con el deseo; otra freudiana, heredera de los estoicos y Spinoza; allí no habría libertad porque todo es determinación, aunque aparece un momento paradojal de liberación cuando se toma conciencia de aquello que nos determina –observa–. Pero la libertad que trabajo más en el libro aparece como hecho social y encuentro creativo con el otro, un otro que me mira de una manera distinta de la que, consciente o inconscientemente, venía mirándome e instalándome en el mundo. En esa mirada creativa se abre un nuevo campo, se extiende el horizonte. Hay que permitirse encontrar esas miradas; muchas veces el neurótico encuentra miradas que lo dejan en el mismo lugar o que lo deprecian. También hay una responsabilidad humana, más allá del psicoanálisis, de poder mirar a nuestros semejantes así. Hay una liberación mutua”.
Las palabras resuenan de otro modo en la “literatura existencial” que escribe el psicoanálisis. “Ya en la sala de parto se habla alrededor del niño, se dicen cosas del niño y se le habla al niño, sin que pueda inicialmente responder; todo esto va conformando una masa sonora que se acrecienta alrededor de la vida. Alguna vez el sujeto, y para llegar a serlo, deberá apropiarse de esta masa sonora. El psicoanálisis es un instrumento para escuchar la voz propia dentro de esa maraña sonora. Por eso los psicoanalistas somos silenciosos. El resto de las terapias solo agregan murmullos”.
López de Gomara explicita su perspectiva humanista de la psiquiatría y el psicoanálisis. “Los psiquiatras hasta hace no mucho tiempo abordaban a sus pacientes con todo el bagaje de la cultura, la filosofía, el arte. Ahora se han transformado en técnicos de la psicofarmacología. Desde el psicoanálisis puede pasar lo mismo; algunos profesionales se atienen a una técnica psicoanalítica que empobrece nuestra práctica”, asegura.
Una serie de “casos” ficcionalizados modula las reflexiones del psicoanalista y escritor. “No aluden a nadie en particular, pero tratan de decir algo de todos en general. En última instancia, como decía Flaubert, serían aspectos míos. De eso trata la literatura: una confesión singular pero que involucre a todos”.
Como iluminaciones, aparecen en las páginas del ensayo varias definiciones: “El neurótico desdichado es un escritor fantasma; es un fantasma tan lejano y apartado que olvidó que escribe e incluso que existe”.
También se compara al psicoanalista con un artista del collage (de la subjetividad) y con un demiurgo. “Un demiurgo paradójico porque busca que en el paciente aflore su propia voz. Hacer un collage me parece una figura más apropiada que curar. La estructura del ser humano es trágica, en el sentido de que no tiene solución. Allí entra lo creativo ante lo incurable, cada uno arma su juego y su salida con los elementos variados que encontró”.
El libro incluye un ensayo sobre otra dimensión “pasada de moda”: la espiritualidad. “Freud, por supuesto, fue ateo y con una mentalidad muy científica, pero con su concepto de ‘represión primaria’ abrió un infinito interior en el ser humano que ningún algoritmo o sistema mecánico podrá recubrir. En un mundo tecnocientífico y de neurociencias, algunos aspectos de los escritos freudianos sostienen una subjetividad humanística, poética, inacabada y artística. Freud fundó lo insondable del sujeto”. Lúcido y sutil, En la libertad de sus ojos apuesta por el aura del alma humana en la era de los algoritmos.
“es difícil que el psicoanálisis pase de moda porque tiene que ver con el inconsciente”
“el neurótico desdichado es un escritor fantasma”, dice López de Gomara

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