En sus célebres tesis sobre el cuento, publicadas en Formas breves, en 1986 (pero que habían circulado en fotocopias de páginas mecanografiadas mucho antes de conocer la primera versión impresa), Ricardo Piglia rendía justicia a Ernest Hemingway. El escritor estadounidense aparece citado expresamente cinco veces. En la primera mención de ese ensayo que opera como el catecismo del buen cuentista moderno Piglia escribió: "La teoría del iceberg de Hemingway es la primera síntesis de ese proceso de transformación: lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión". Es así como en los cuentos de Hemingway lo manifiesto es apenas un indicio del verdadero drama de los personajes.
A continuación, el autor de Respiración artificial citaba el cuento final de un libro que, curiosamente, nunca había sido traducido al español. El cuento era "Río de dos corazones"; el protagonista, Nick Adams, álter ego del escritor estadounidense, y el libro, En nuestro tiempo, primer volumen de cuentos de Hemingway, publicado en 1925, cuando el autor tenía veintiséis años. Allí, Nick aparece como niño en Michigan, adolescente en Illinois y joven soldado durante la Primera Guerra Mundial. Entre los cuentos, Hemingway había interpuesto unas "viñetas de guerra" que parecían determinar los actos de los protagonistas de los relatos.
Ernest Hemingway, narrador: Escribió cuentos y novelas. Su "teoría del iceberg" (la fuerza de lo no contado) fue clave
En su juventud, a los dieciocho años, Piglia había encontrado un ejemplar de In Our Time, título original de la ópera prima de Hemingway, en un puesto de libros usados en la antigua terminal de ómnibus de Mar del Plata. En su cuarto, mientras la luz del día menguaba, lo leyó de un tirón en una sola tarde. Según reveló, ningún otro libro lo había influido tanto a la hora de escribir La invasión, su primer libro de cuentos, publicado en 1967. En el cuento homónimo, aparece por primera vez el personaje de Emilio Renzi, álter ego literario del autor. El nombre completo del escritor argentino nacido en 1947 era Ricardo Emilio Piglia Renzi.
Un capítulo en la historia de la lectura
En sus últimos años de vida, Piglia alumbró un proyecto sencillo y personal: prologar la primera edición en español de En nuestro tiempo. El traductor elegido fue nada menos que Rolando Costa Picazo, titular por décadas de la cátedra de Literatura Norteamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y que tradujo al español obras de William Shakespeare, W. H. Auden y James Joyce. La escritura austera, desprovista casi de adjetivos y adverbios y que tanto había fascinado a Piglia (y a cientos de escritores del planeta) se lee ahora en una dúctil versión publicada por Lumen. Piglia entregó su prólogo en septiembre de 2016 y falleció en enero de 2017, antes de que la traducción estuviera terminada.
El póstumo: el maestro argentino explica a un maestro estadounidense el libro y el autor
"La idea me la dio Piglia poco tiempo después de que yo empezara a trabajar en Penguin Random House -cuenta la editora Daniela Portas, que trabajó como asistente del escritor en sus últimos años de vida-. Una tarde, hablando del trabajo en la editorial y de mis ganas de presentar algún proyecto, me hizo esa propuesta. Apenas le dije que quería presentar un proyecto, nombró el libro de Hemingway y me dijo, en la misma frase, que él iba a escribir el prólogo". Obviamente, la editorial apoyó con entusiasmo la idea.
Portas empezó a trabajar con Piglia en abril de 2015. Iba a la casa del autor de La ciudad ausente lunes y miércoles por la tarde y sábados por medio desde la mañana. Escribían, corregían y leían.
"Éramos un grupo de seis asistentes, con Luisa Fernández a la cabeza, y nos dividíamos los días de la semana para que Ricardo estuviera acompañado y pudiera trabajar. Eso fue posible gracias a la querida Beba, su mujer, que lo acompañó con una entrega y una fortaleza absolutas, y que nos abrió las puertas de su casa", recuerda la editora. "Pasábamos mucho tiempo frente a la computadora, leyendo, releyendo, reescribiendo, corrigiendo. Yo leía en voz alta y él me indicaba qué correcciones hacer o me dictaba algo nuevo. Y después estaban las lecturas, sobre todo biografías de escritores y escritoras: Vladimir Nabokov, Marcel Proust, Virginia Woolf, Flannery O'Connor", agrega.
En nuestro tiempo: Penguin Random House; 192 páginas
"Hay experiencias que son tan intensas, tan transformadoras, que es muy difícil poder delimitar los aprendizajes que nos dejan, porque parece que dan vuelta todo -dice Portas. En primer lugar, hubo un aprendizaje acerca de cuál es el mapa de lo posible en nuestra vida. Trabajar con Piglia no era posible en mi vida. Luego, en el trabajo con él, los aprendizajes fueron y siguen siendo inconmensurables. Fue un privilegio enorme. Sigo aprendiendo de esa experiencia, sigo conversando con él de algún modo". Esos dos años de trabajo, mientras Piglia transitaba su enfermedad "con un temple impresionante", destaca Portas, marcaron un antes y un después en su vida profesional y personal. "Aprendí muchas cosas de mí misma. Acompañar y asistir a alguien como él, en una situación tan adversa y a la vez con tantos proyectos, fue muy movilizante".
En el prólogo de En nuestro tiempo, Piglia señaló que era una paradoja y también un acontecimiento la primera edición en castellano de ese libro extraordinario compuesto por el joven Hemingway antes de dar a luz sus magnas fantasías bélicas.
Conmovedor y fascinante, ese acontecimiento es también un capítulo central en la historia del "último lector" que fue Ricardo Piglia.
D. G.
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