Ada María Elflein fue una pionera del feminismo
Le da su nombre a un barrio y a una escuela, pero el conjunto de los barilochenses sabe poco sobre ella. Con sus escritos y actitudes, anticipó en varias décadas algunos de los debates actuales.
No vivió nunca en Bariloche pero la recuerdan un barrio y una escuela que llevan su nombre. Por relaciones que supo cultivar, se la vincula con los sectores de la oligarquía de Buenos Aires pero en realidad, fue una trabajadora que accedió a la incipiente clase media. Pudo ilustrarse con gran erudición y fue la primera mujer en integrar la Academia Nacional de Periodismo. Sabemos tan poco de Ada María Elflein, que el 8 de Marzo viene de perillas para sacar de las sombras su figura.
Apenas si pudo vivir 39 años, entre 1880 y 1919. En esos tiempos, era esperable que se recibiera de maestra y bachiller, títulos que logró en el Colegio Nacional Central – Seccional Norte (hoy Nacional Buenos Aires). No tan previsible era que se convirtiera en cronista periodística y escritora: se incorporó a la redacción de La Prensa, donde publicó durante 15 años relatos históricos y tradicionalistas en la edición del domingo.
Su padre y su madre fueron alemanes. Alemana fue su lengua materna, circunstancia que quizá también la motivara para aprender idiomas y trabajar más tarde como traductora. A pesar de su origen inmigrante de segunda generación, Ada fue pionera en la divulgación del folklore argentino. Escribió ensayos, comedias, cuentos y le dio forma literaria a leyendas. Curiosamente, quemó tres cuadernos en los que plasmó sus poesías. El resto de su obra es difícil de encontrar.
Su relación con la zona no está exenta de curiosidades. A partir de 1913 comenzó a viajar por la Argentina en el marco de unas excursiones que organizaba el Centro “Mary O. Graham”, ámbito que funcionaba en la Escuela Normal Nacional Nº 1, del mismo nombre. Tenía participación decisiva en la organización de esos periplos Francisco Moreno, de actuación bien conocida por las y los barilochenses.
Hay que reconsiderar que por entonces, no era muy común que las mujeres se aventuraran en viajes y menos aún, sin la compañía de sus maridos. Por su parte, Ada no se casó y se cree que no mantuvo nunca una relación seria con hombre alguno. Compartió aquellos viajes con Sara Abraham de Balerdi y con Mary Kenny, quienes son consideradas pioneras del feminismo. Con la segunda estableció una relación de cercana complicidad.
Por caminos rionegrinos
Los contingentes de excursionistas se conformaban con “niñas, maestras y señoras”. En ocasiones, Moreno participó de los paseos, que llevaron a la inquieta Elflein por Jujuy, Río Negro, Chile y Uruguay, entre otros destinos. En los primeros tramos del siglo XX, para las familias argentinas que podían, las vacaciones se acostumbraban a pasar en las sierras cordobesas o en Mar del Plata. Pero en sus escritos, Ada alentó la realización de otros viajes y se la considera una precursora del turismo aventura.
Desafiante, supo estimular a las mujeres a recorrer el país sin esperar la invitación de sus respectivos maridos. En sus propias experiencias, escaló montañas, durmió en refugios, carpas, casas de familia y almacenes, recorrió huellas en automóvil en compañía de desconocidos, viajó en carros, a lomo de mula o a pie. Siempre compartió su suerte viajera con Mary Kenny, con quien convivió desde el fallecimiento de su madre.
No sólo viajaba por propio interés, sino también para estimular a sus congéneres. En su “Camino a la montaña”, escribió: “Si alcanzamos buen éxito, podrán estimularse otros grupos que deseen llevar a cabo parecidos paseos, saludables e instructivos, por los sitios históricos o simplemente pintorescos del territorio argentino. A mi juicio, esta es una forma eficientísima de educación física y moral: la mujer extiende sus propios horizontes, adquiere conocimientos geográficos valiosos, comprende y se vincula más al alma nacional y desarrolla energías que son fuerzas vitales, latentes en todas las mujeres condenadas por ambientes de ficción o por necesidades profesionales, a vivir ovilladas durante meses o años, en las ciudades, en las aulas o en oficinas”. En la década del 10, pensamiento como el precedente tenía condimentos revolucionarios que seguramente irritaron a más de un hombre.
En la crónica que tituló “Por los pueblos serranos” fue un poco más allá: “(…) me guiaba en este viaje -como en los anteriores- el interés de animar a nuestras mujeres a deponer sus temores y lanzarse a viajar, no diré solas, pero de a dos o tres, o cuatro, independientes y movedizas, olvidadas de prejuicios y falsos escrúpulos, valientes, briosas y alegres”. ¡Sorpresa! El primer barrio “social” de Bariloche debe su nombre a una precursora del feminismo.
Cynthia Cordi desarrolló una iniciativa a la que tituló “Proyecto literario sobre la vida y obra de la periodista y escritora argentina Ada María Elflein (1880-1919)”. Los párrafos que siguen, son de su pluma: “1910 fue para la Argentina el año en el que debían concluir todos los esfuerzos por mostrar un país desarrollado, moderno, pujante, culto, europeo, ordenado, republicano, socio de grandes potencias. Aprovechando el atractivo de todo los que se desarrollara en el marco de los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo, también se organizaron en el país los primero congresos femeninos. Y como tantas cosas en el Plata, fueron dos y opuestos: el de las reformistas que eran feministas, laicas, educadas, politizadas, algunas socialistas y todas librepensadoras que reclamaban por reformas sociales, cívicas y educativas; y el de las damas tradicionales, conservadoras, católicas, provenientes de la elite porteña, que fue el oficial (1° Congreso Patriótico de Mujeres) y lo patrocinó el Consejo Nacional de Mujeres”, señala, entre otras aseveraciones.
Para Cordi, “por supuesto en el congreso paralelo estaban las mujeres más interesantes y vanguardistas y las discusiones más picantes: pedían la reforma del Código Civil, el divorcio, promovían el control de la natalidad, exigían mayor acceso a la educación. Pero si en algo coincidían era en el diagnóstico sobre las condiciones de vida y trabajo de las mujeres y niños de la clase obrera, condiciones que debían ser atendidas y, en este sentido, reclamaban protección social y laboral. ¿A qué Congreso asistió Ada María a sus 30 años? A los dos”. A uno por sus orígenes, al otro por sus convicciones.
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