Repudiable ola antisemita en Francia
Días atrás nos referíamos desde estas columnas al peligroso crecimiento del antisemitismo en el mundo. Francia no ha sido la excepción. El propio ministro del Interior, Christophe Castaner, acaba de anunciar que, a lo largo del año 2018, tales repudiables sucesos crecieron un 74% respecto del año anterior, una realidad tan condenable como inquietante. En Francia reside la tercera comunidad judía más grande del mundo, sólo superada en número por las de Israel y los Estados Unidos, lo cual vuelve más grave aún la situación.
Los retratos callejeros de Simone Veil, abogada y política francesa que sobrevivió al horror del Holocausto, han sido cubiertos reiteradamente por símbolos nazis. Los árboles plantados en memoria de las víctimas de la intolerancia han sido agredidos y cortados, y las gargantas de algunos "chalecos amarillos" han proferido violentas consignas antisemitas.
Reconociendo la gravedad de la situación, el portavoz del gobierno francés, Benjamin Griveaux, admitió que, desde el año pasado, el país galo enfrenta "una explosión de actos antisemitas, que recuerda momentos de la historia de Francia que uno quisiera olvidar". Agregó que, en su opinión, lo que sucede "es insoportable". Desde el Ministerio de Justicia se agrega que existe "tristeza, cólera y consternación" por la aparición de las cruces nazis y las profanaciones.
Ante la gravedad de lo que sucede, todos los partidos políticos de Francia debieran unirse para denunciar el racismo, el odio y la violencia, dejando de lado cualquier tipo de complacencia o minimización de tan peligrosas manifestaciones.
También en Alemania han aumentado un 9,4% los episodios antisemitas, el nivel más elevado en casi una década. Incluyeron hasta la pintada de la palabra "Juden" en el frente de un negocio de venta de alimentos. Tratándose del país en el que prosperó el horror del nazismo, la situación se vuelve aún más preocupante.
El antisemitismo, por la pesada carga con la que ya tiñó dolorosamente el pasado de la historia de la humanidad y en particular de la europea, no puede jamás banalizarse. Ante tan repudiable fenómeno, todos los partidos políticos, cualquiera fuere su color, deben reaccionar de inmediato para hacerle frente y controlarlo hasta que cese, conscientes de que el mundo observa lo que sucede en Francia y en Alemania con alarma y preocupación crecientes.
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