miércoles, 20 de febrero de 2019

LAS DIFERENCIAS DE GÉNERO


La brecha de la confianza y las desigualdades de género
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Lisa Damour
Desde la primaria hasta la universidad, las niñas son más disciplinadas que los niños en sus labores escolares, estudian más y obtienen mejores notas. Sin embargo, los hombres siguen ocupando el 95% de los puestos más altos en las empresas más grandes que cotizan en la bolsa de valores. ¿Será acaso que esos mismos hábitos que ubican a las niñas en los primeros puestos de su clase (su diligencia extrema con respecto a los deberes escolares) también las están frenando en la fuerza laboral? Al investigar qué es lo que detiene el avance profesional de las mujeres, las periodistas Katty Kay y Claire Shipman descubrieron que es poco probable que el obstáculo sea una falta de competencia, sino que más bien hay una falta de confianza.
Se dieron cuenta de que, en lo que respecta a la confianza relacionada con el trabajo, los varones llevan mucha ventaja. "Los hombres poco calificados o poco capacitados no lo piensan dos veces para postularse -escribieron-. Demasiadas mujeres sobrecalificadas y muy capacitadas se detienen. Las mujeres se sienten seguras solo cuando son perfectas".
Como psicóloga que trabaja con adolescentes, a menudo escucho esta preocupación de los padres de muchos de mis pacientes. Señalan, de manera constante, que sus hijos varones hacen solo lo suficiente para quitarse a los adultos de encima, mientras que sus hijas se esfuerzan incansablemente, decididas a no dejar lugar para el error. Las chicas no se detienen hasta que han pulido todas sus tareas al extremo y han reescrito sus notas con una precisión clasificada por colores.
La pregunta es: ¿acaso la escuela es una fábrica de confianza para nuestros hijos, pero solo una fábrica de competencia para nuestras hijas? Atendía en mi consultorio a una alumna de segundo año de secundaria. Ella obtenía notas excelentes, pero se sentía abrumada. Su hermano, que cursaba tercero de secundaria tenía casi las mismas notas, pero cuando le pregunté si se esforzaba tanto como su hermana, ella se rio. Si ella le dedicaba una hora a un trabajo escolar y obtenía una nota perfecta, se sentía "segura" solamente si a otro trabajo parecido volvía a dedicarle una hora. Por el contrario, su hermano hacía las tareas con prisas. Si las notas del chico bajaban un poco, se esforzaba solo un poco más, pero ella jamás se sentía suficientemente "segura" para no esforzarse al máximo.
La experiencia de tener éxito en la escuela con un esfuerzo mínimo o moderado es potencialmente fundamental. Podría ayudar a nuestros hijos a desarrollar confianza, al ver todo lo que pueden lograr solo con su ingenio. Para ellos, la escuela funciona como una pista de pruebas en la que desarrollan seguridad en sus capacidades y se sienten cada vez más cómodos confiando en ellas.
Nuestras hijas podrían perder la oportunidad de adquirir confianza en sus capacidades si confían únicamente en el arduo empeño intelectual. Entonces, ¿cómo logramos que las niñas hiperdiligentes (y niños, pues seguramente también hay algunos de este estilo) adquieran confianza y competencia en la escuela?
En primer lugar, padres y maestros deben dejar de aplaudir el trabajo excesivo ineficiente, aunque este dé como resultado buenas notas. Los enfoques para el aprendizaje basados en el género se establecen muy temprano, así que nunca será demasiado pronto para comenzar a trabajar en el combate. Hace poco, mientras le leía Harry Potter y el prisionero de Azkaban a mi hija de 8 años, me detuve en un pasaje en el que Hermione -la niña que representa la exigencia académica- entrega un ensayo de "dos rollos de pergamino más de lo solicitado por el profesor Binns". Hermione, expresé yo, no aprovecha bien su tiempo. Es una estudiante capaz y seguramente podría hacerlo con la misma calidad sin tener que trabajar tanto. "Cierto. ¡Por supuesto que podría!", dijo mi hija.
También podemos alentar a las niñas a que aborden la escuela de una forma distinta, una forma más enfocada en la economía del esfuerzo y no en las horas que le dedican. Cada vez que en mi consulta una de las chicas que tiene un desempeño académico impresionante y que está constantemente ansiosa me dice que se quedó estudiando hasta las dos de la mañana, veo una oportunidad. Ese es el momento en el que las aliento a ser más tácticas, a determinar cómo seguir aprendiendo y obteniendo las mismas notas mientras reducen un poco la cantidad de cosas que hacen.
Exhorto a mis pacientes (y a mi propia hija) a iniciar sesiones de estudio con exámenes de prueba para determinar qué tanto saben, antes de decidir qué más deben hacer para alcanzar el dominio de un concepto o una tarea. Muchas chicas desarrollan una capacidad impresionante para el trabajo, pero necesitan estos momentos para descubrir y enorgullecerse de lo mucho que ya saben.
Los maestros también pueden desafiar las tendencias desmesuradas de las chicas. Cuando una chica con un promedio perfecto entrega trabajos para ganar créditos extras en sus evaluaciones, el profesor podría preguntarle si lo hace porque le encanta la materia o si pretende reunir "puntos de repuesto". Si se trata del primer caso, hay que alentarla. Si se trata del segundo caso, el profesor podría exhortar a la estudiante a confiar en que los conocimientos adquiridos y el trabajo que ya ha hecho seguramente le garantizarán la nota que busca. Además, los educadores pueden señalarle a la estudiante que quizá no los necesite; es probable que tenga un dominio del tema más completo de lo que ella piensa.
Por último, podemos asegurarles a las chicas que es normal y saludable sentir cierta ansiedad en la escuela. Con mucha frecuencia, las chicas están ansiosas y recurren al estudio excesivo para aliviarlo. Podemos recordarles que sentir un poco de ansiedad a causa de los trabajos escolares solo significa que les importa, algo que por supuesto debería ser así.
Incluso si no se considera importante ser directora ejecutiva de una gran empresa, sí podría ser una preocupación que una mujer quede con el tiempo desanimada por culpa de sus hábitos académicos. A pesar de que cierto grado de estrés fomenta el crecimiento, trabajar a la máxima velocidad en todas las materias todo el tiempo es poco saludable e insostenible, aun para el más dedicado de los estudiantes.
A un colega le gusta recordarles a los adolescentes que en las materias en las que cualquier calificación arriba del 90 equivale a la calificación más alta, la diferencia entre un 91 y un 99 es tener vida. La brecha de la confianza no es lo único que evita que las mujeres tengan acceso a los mejores puestos de trabajo. Ellas también se enfrentan a la discriminación por género, al acoso sexual y a poderosas barreras estructurales. No obstante, la confianza en la escuela es una ventaja inequitativa que podemos atender desde ahora. En lugar de quedarnos mirando cómo nuestra hija hace cincuenta tarjetas nemotécnicas cuando le pidieron veinte, podemos intervenir y preguntar el motivo. Muchos hombres profesionales desbordan confianza porque pasaron años aprendiendo a conocer sus habilidades. Las mujeres deben llegar al mundo laboral con esa misma experiencia.

Psicóloga clínica y autora de Bajo presión: frente a la epidemia de estrés y ansiedad en las niñas

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