El centro islámico más grande de la región cumple casi 20 años en Palermo
Fue inaugurado en 2000 en Bullrich y Libertador; en el predio, de 33.000 m2, funcionan una mezquita, un museo y un colegio abierto a la comunidad
El interior de la mezquita del Centro Cultural Islámico Rey Fahd de Palermo
Con sus 11.000 metros cuadrados construidos dentro de un predio de 33.000 en el barrio de Palermo, el Centro Cultural Islámico Rey Fahd intriga a los porteños desde hace casi veinte años. Inaugurado el 25 de septiembre de 2000, con entrada principal sobre la avenida Bullrich, entre Cerviño y Libertador, es el centro islámico más grande de América Latina.
Fue diseñado por el estudio árabe Fayez, pero la construcción estuvo a cargo de la empresa argentina Riva y asociados. “Se edificó con material local, pero los obreros fueron instruidos por expertos en la confección de los arabescos. Muchos de ellos hoy son parte del staff de mantenimiento”, afirma Firas Elsayer, el encargado de relaciones públicas, mientras recorre el patio con fuente de mármol octogonal. El piso es de mosaicos y por todos lados hay columnas bicolor con arcos de medio punto. “La decoración es arabesca en metal, cemento y yeso. Todo tiene el mismo patrón, típico de la cultura islámica andalusí e inspirado en la mezquita de Córdoba, en España. Se podría haber elegido alguna de Arabia, la India o África, pero optaron por la andaluza como signo de unión entre los dos pueblos por los siete siglos de presencia árabe en la península ibérica”, apunta Firas.
Después de dejar el patio central, a la derecha, hay una sala que anticipa la entrada a la mezquita propiamente dicha. Sobre las paredes hay estantes para dejar los zapatos y, en el centro, una mesa con café y dátiles que nadie toca. La visita empezó a las 17.30 de un día de Ramadán. Dos televisores proyectan en silencio imágenes de la peregrinación a La Meca, ciudad sagrada del Islam. “Acá tenemos seis horas menos que en Arabia Saudita. Y lo que ves ahora pasa en todo el mundo, con los 170 millones de personas que profesamos la fe islámica. Es decir que 1 de cada 6 habitantes de esta Tierra hoy hace ayuno y tiene la mirada puesta en La Meca”, revela.
El Ramadán dura del 4 de mayo al 4 de junio. “Es el cuarto pilar del Islam. Consiste en hacer ayuno durante todo el día. Desde el crepúsculo hasta el ocaso nos abstenemos de comer, beber, tener relaciones maritales y algunas otras prácticas. Lo hacemos con la sincera intención de ofrecernos a Dios. Seguimos las oraciones de siempre, pero además se adicionan plegarias nocturnas que se hacen en comunidad”, explica.
Entre fieles que vienen y van, para pisar la mezquita hay que sacarse los zapatos. Antes, Firas muestra unos lavatorios, que son para hombres y mujeres, por separado. “Para que la oración sea válida nos lavamos el rostro, la boca, las manos y los brazos, hasta los codos. Además, nos frotamos la cabeza y el cabello”, apunta sobre el rito, que también se practica en las otras dos grandes mezquitas de la ciudad de Buenos Aires.
Dentro del templo, el suelo está cubierto por una alfombra muy bien mantenida. Hay dos filas de hombres que se arrodillan, se agachan y se levantan. Además, al fondo, sobre la derecha, encontramos un cubículo enrejado con mujeres y niños. “Abajo hay capacidad para 1500 personas rezando en simultáneo. Arriba entran 500, pero solo mujeres. Ellas pueden venir abajo, pero prefieren orar arriba para no estar expuestas por los movimientos”, señala Firas. La alfombra con arabescos y la araña de cristal son lo único made in Arabia del Centro Cultural Islámico Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas Rey Fahd.
El reloj marca las 17.52 cuando el sol baja y desde los altoparlantes se anuncia en árabe la ruptura del ayuno. Algunos de los fieles salen para servirse café y dátiles, en la antesala. Otros siguen rezando. La mayoría se dirigen al comedor. “Alrededor de 250 personas por día rompen el ayuno en la mezquita en Ramadán. Por eso tenemos un presupuesto especial que envía el Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas, Salman bin Abdulaziz Al Saud. Ofrecemos gratis un breakfast, que no es un desayuno, sino una cena completa”, dice Firas.
En dirección a Cerviño, camino al comedor, aparece otro gran edificio a la izquierda. “Acá funciona un colegio mixto de 250 alumnos, que está abierto a la comunidad. De hecho más del 50% de los alumnos no profesan la fe islámica ni son de origen árabe. Tiene jardín de infantes y primario. Lo eligen muchos vecinos de la zona por sus valores, respeto y hermandad, además del nivel académico”, detalla. En el mismo sector están las cocheras subterráneas para 80 vehículos.
El centro tiene también un museo, biblioteca, cursos de idioma y más de 2500 visitantes por semana en recorridos guiados; son sin reserva y sin costo. El lugar está abierto todos los días, las 24 horas. De vuelta en dirección a la mezquita, se levantan dos minaretes de 37 metros de altura: en la antigüedad, recuerda Firas, desde lo alto el mohsin llamaba a los fieles para cumplir con las cinco oraciones prescriptas.
Son alrededor de las 19.20 cuando, de nuevo, desde los altoparlantes convocan a la oración. Al terminar, el Imad Sheikh Abdullateeff Alotaibi invita a pasar a una carpa en la que convidan un café –de aspecto claro porque son granos sin tostar, con cardamomo y azafrán– con dátiles, previo a una cena con hummus, kebbe, shifa, entre otras delicias y postres de hojaldre.
A. v. G.
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