jueves, 20 de junio de 2019
LECTURA RECOMENDADA,
Cuentos completos 3, de Rubem Fonseca
Las pequeñas criaturas del inoxidable Rubem Fonseca
La tradición del cuento argentino reposa, según un lugar común bien asentado, en el género fantástico, por mucho que esa definición deje fuera de juego a autores como Roberto Arlt. Siguiendo un reductivismo similar, el cuento brasileño contemporáneo tiende, a pesar de Guimarães Rosa o Clarice Lispector, a las miniaturas de un realismo seco y cortante. El laconismo sería efecto de una influencia que se opone a cualquier colorido tropical (la de Ernest Hemingway), aunque no debe descartarse que en la práctica ya estuviera configurado por la brevedad de la crónica narrativa, un formato popularísimo en la prensa brasileña.
Dos nonagenarios, Dalton Trevisan y Rubem Fonseca, representan como ninguno ese modelo. El primero es, fuera de su país, casi desconocido. Sus relatos son rápidos estiletazos que modulan situaciones cotidianas y desopilantes, tan parecidas que sus personajes conservan el mismo nombre de historia en historia. Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925), como contrapartida, es tenido por uno de los grandes escritores del continente. Su obra -dura, pero también sarcástica y desbordante de silencioso humor negro- tiene una circulación mucho más amplia en castellano que la de su par de Curitiba. Solo comparten el odio por las entrevistas.
Un enigma detectivesco suele ser el epicentro de las novelas más conocidas de Fonseca. En Agosto, la trama desembocaba en el suicidio del presidente Getúlio Vargas (para definirlo mal y pronto, una suerte de Perón brasileño ), y en Grandes emociones y pensamientos imperfectos se seguía el rastro de la supuesta novela desaparecida de Isaak Babel, el escritor ruso víctima del estalinismo.
Ese trabajo con los restos del policial negro detona de manera fulgurante en sus relatos, de los que Fonseca es un escriba poco menos que compulsivo. Si en las narraciones del comienzo de su carrera predominaba el realismo visceral, el tercer tomo de sus Cuentos completos deja en evidencia hasta qué punto su estética terminó por pulverizar cualquier limitación. Los cinco libros incluidos en el volumen (de Secreciones, excreciones y desatinos y Pequeñas criaturas, de 2002, a Amalgama, de 2013) fueron publicados en las dos últimas décadas. Podría decirse que al veterano Fonseca -dada la proliferación de imaginación indecente en sus historias, que podría desconcertar a más de un millennial distraído- el nuevo siglo no lo encontró dominado, sino libre de ataduras.
Adicto a los narradores en primera persona -solo algún relato suelto de los casi noventa que figuran en el libro se permite obviarla-, Fonseca pone a sus personajes a actuar a partir de o hacia una idea más o menos disparatada mientras a su alrededor se acumulan, como un campo de pruebas, reflexiones y peripecias. El estilo sigue siendo acerado, de diálogos escuetos. La materia es hiperrealista, pero no el resultado, más cerca de la monstruosidad grotesca o del expresionismo.
La violencia y un deseo libidinal tortuoso son, como es habitual en el brasileño, la moneda de cambio recurrente. Más de un cuento termina con un simple tiro o palazo en la cabeza o algún otro crimen absurdo, pero sus contenidos, la materia, no le temen a nada, empezando por el último sustrato naturalista, la escatalogía. En vez de leer el futuro en hojas de té, el protagonista de un relato ("Copromancia") tiene la capacidad de leerlo en sus propias heces. En otro ("Mujeres y hombres enamorados"), una curandera envía a los que quieren conquistar al objeto de su deseo a que les saquen cera del oído o intenten orinarle la rodilla.
La incorrección política -la indiferencia ante su posibilidad- apunta hacia los cuatro puntos cardinales, como cuando un padre desvía la investigación policial sobre la relación que mantiene el hijo adolescente con su maestra, algo que lo ayuda a superar la tartamudez. "No hay mujer que no sueñe con matar a su marido", se lee en "Francisca", incluido en uno de los libros ( Ella y otra mujeres), donde todos los títulos llevan nombres femeninos.
¿Dónde quedó aquel realismo del origen? Los cuentos del Fonseca tardío, que valen más sumados que de manera individual, son ya otra cosa: sus "pequeñas criaturas" se alimentan de la realidad como vampiros para representar una comedia humana de pincelada gruesa, ácida como los cuadros finales de Goya.
Cuentos completos 3
Por Rubem Fonseca
Tusquets. Trad.:R. Mata y otros548 págs. / $ 999
P. B. R.
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