viernes, 6 de marzo de 2020
HISTORIAS DE ARTE Y ARTISTAS
Nicola Costantino y el cuerpo como obra de arte
Tarea para el hogar: matar al conejo. Esa fue la misión que le encomendó el profesor a Nicola Costantino en la primera clase de un curso de taxidermia, en el Museo de Ciencias Naturales de Rosario, tras entregarle un conejo vivo. La forma ideal de hacerlo, explicó, era clavarle un cuchillo en el paladar y desangrarlo, para no cortar la piel ni manchar el pelo blanco.
La joven estudiante de Bellas Artes recurrió entonces a la ayuda de un veterinario. Aunque años después, como parte de su proceso creativo, mataría una res con sus propias manos y lo filmaría para mostrarlo. "¿Cómo se mide la distancia con nuestro pasado? Es tan difícil borrar las primeras marcas", dice mientras carnea el animal en La Artefacta, documental de Natalie Cristiani estrenado en 2015.
Detalle de un retrato de la artista por Jorge Miño
Hija de un cirujano y una diseñadora de modas, aún recuerda cuando observaba a su padre coser piel humana mientras hablaba de política sobre la mesa de operaciones. Aquella nena de siete años no comprendía la distancia emocional con la que se manipulaba ese cuerpo anestesiado, en el que quedarían huellas de por vida.
Las propias huellas de Nicola fueron transmutadas en obra. Antes de representar al país en la Bienal de Venecia trabajó una década con animales muertos, como un modo de aludir sin moralejas a las zonas más oscuras del consumo. Llegó a hacer ropa con piel que imitaba pezones y orificios humanos, y jabones con tres kilos de su propia grasa. "Vino con los tuppers y se la llevó", recuerda el cirujano Esteban Tedesco, autor de la lipoaspiración, que exhibe ahora varias obras de Nicola en la muestra de su colección en el Centro Cultural Borges. También retratos realizados por Jorge Miño en su quirófano, en los cuales se ve una jeringa sobre los ojos de la artista.
"Este año voy a empezar a criar gusanos de seda en mi casa", adelanta ella sobre su próximo proyecto: una serie de naturalezas muertas convertidas en gobelinos que manda a tejer a China. Inspirados, también, en su cuerpo. Que presenta esta vez como más le gusta: como el plato principal de un banquete listo para ser compartido.
C. CH.
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