Por qué la sociedad argentina es vulnerable a líderes patológicos
El médico psiquiatra José Abadi analizó los componentes patológicos presentes en algunos líderes políticos y la propensión de la sociedad de “caer en la fantasía mágica” que estos proponen.
Desde hace décadas, la Argentina se encuentra atrapada en un laberinto y da vueltas en círculo incapaz de hallar la salida. Las crisis cíclicas se repiten una y otra vez, con una fuerte sensación de deja vú eterno.
Esa repetición constante no entiende de ideologías. El fracaso atraviesa a todas por igual. Con el correr de los años, la política fue cerrándose sobre sí misma.
Los dirigentes se caracterizan por no hacerse cargo de sus acciones y culpar al resto por los males. Mienten de manera evidente, tergiversan los hechos, confunden y proclaman medias verdades.
Cabe entonces preguntarse por qué la sociedad argentina es tan permeable a este tipo de liderazgos tóxicos. ¿Hay un rasgo psicopático en la dirigencia política nacional?
“La psicopatía es un trastorno de personalidad sumamente grave en el cual se observan sujetos sin conciencia moral y crítica. Sin sentimiento de culpa frente al daño que pueden hacer”, explicó José Abadi
El médico psiquiatra enumeró los distintivos de los psicópatas: “No tienen la capacidad de demorar la descarga de cuanto impulso se les ocurre para conseguir algo. Es decir, para ellos no existe esa demora que pone un límite a que el deseo tiene que ver con la libertad y el derecho del otro”.
“Por lo general, el arrepentimiento suele ser una farsa y convierte el aprendizaje en una tarea dificultosa e improbable. En cuanto a cura, la psicopatía es de pronóstico reservado”, añadió.
Sin embargo, Abadi hizo hincapié en la existencia de patologías “que tienen algunas de las características de la psicopatía pero no tienen el síndrome en su totalidad”.
Desde su punto de vista, en los cuadros delictivos asociados a la corrupción, las estafas y los abusos intervienen “formas menores de psicopatía y manipulación, un matiz psicopático pero no la patología plena”.
“Un psicópata dedicado a la política implica naturalmente una situación de enorme peligro para la gente a la supuestamente intenta representar o gobierna. No va a estar la vocación por la función pública, dedicarse a la comunidad. No hay una ambición sana y moderada en función de un logro útil para todos. Es una situación de extremo peligro para lo que es un proyecto político”, advirtió.
Pero para que este tipo de líderes proliferen, se necesitan sociedades anestesiadas o ciegas ante las mezquindades de sus gobernantes y en las que que haya una estructura ciudadana débil.
“En esas ciudadanías, los lazos que constituyen los vínculos fraternos entre los ciudadanos que dan una trama fuerte y consistente para poder pensar y no quedar infantilmente subyugados y atrapados es una de las condiciones”, indicó José Abadi.
En ese sentido, el experto acotó que “cuando no existe esa unión que hace a una entidad ciudadana en una república, se está infantilmente mucho más expuesto a caer en una enfermedad neurótica”.
“Se cae mucho más rápido en la fantasía mágica que el otro vende y la promesa de lo que se va a hacer por ellos. En estas comunidades se ve un déficit en lo que es la justicia, la verdad, la ley y la sanción, el terreno donde la mentira, el agravio y luego la impunidad proliferan se hace más sencillo”, enfatizó.
A su vez, Abadi remarcó que, frente al trauma vivido en un determinados períodos históricos, movido por todo esto, en lugar de aprender, las sociedades enfermas repiten”.
“El imán de lo traumático lleva a repetir en lugar de corregir. En la Argentina se ve mucho. La tentación repetitiva de lo que no se hizo bien es notable”, se lamentó.
¿Cuál es el antídoto contra la anestesia ciudadana? “Toda sociedad que cambia y que crece, defendida ante la manipulación y puede proponer alternativas sanas es aquella que tiene la capacidad de aprender”, reflexionó el entrevistado.
Al mismo tiempo, destacó que la autocrítica es una gran ayuda a nivel individual y a nivel grupal para una sociedad” ya que “convierte el acontecimiento en experiencia y puede cambiar”.
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