Sentados sobre una ruleta rusa emocional
Guillermo
Oliveto
Debajo de la superficie es mucho lo que se está rompiendo. Que no lo veamos (todavía) no quiere decir que no esté sucediendo. El estado de ánimo de los argentinos se resquebraja de manera creciente y peligrosa. Estamos sentados sobre una ruleta rusa emocional. ¿Es la pandemia o la cuarentena? ¿La salud o la economía? ¿La preocupación por el país o por lo personal? ¿El cansancio o la angustia? ¿El miedo o el estrés? Peor: todo eso junto. Los avances de nuestra última investigación cualitativa sobre el humor social señalan un profundo deterioro en las vigas que sostienen la psiquis colectiva.
Un cóctel de agobio, hartazgo y desazón, al que la incertidumbre dominante solo vuelve más amargo.
Los shopping centers del área metropolitana y las marcas que tienen locales allí suponían que volverían a abrir en junio. No hay noticias todavía de cuándo podrán hacerlo. Los empresarios gastronómicos y los cines que operan en esos centros comerciales ya dan por perdido el año. Saben que aunque haya un regreso, inicialmente será sin patio de comidas ni entretenimiento.
Lollapalooza se transformó en poco tiempo en el festival de música más atractivo de la Argentina. En un fenómeno que resulta prácticamente inédito, la gente compra los tickets por anticipado sin saber quiénes serán los artistas presentes. El año pasado tuvieron lleno total para su edición de tres días:
300.000 personas. La edición 2020 estaba programada para marzo. Obviamente se postergó. La primera fecha era para noviembre de 2020. Se volvió a correr para marzo de 2021, definiendo así que se saltearían una edición. El viernes 4 de septiembre anunciaron de manera oficial en sus redes sociales la nueva fecha programada:26, 27 y 28 de noviembre de 2021. Lo que ese evento icónico acaba de decirnos es que volvió a cambiar el horizonte temporal.
Los padres ya lo tienen claro: saben que este año los chicos no volverán a la escuela. Ahora comienzan a dudar sobre si podrán comenzar en término el año próximo. Lo que en un momento parecía un sinsentido hoy ya es una pregunta recurrente: ¿cómo pasaremos las fiestas de Navidad y Año Nuevo? Y otro interrogante. Para quienes puedan pagarlas, ¿habrá vacaciones de verano?
La dinámica de las ventas de combustibles demuestra tres cosas. 1) La movilidad viene creciendo al comparar con el momento de cierre más estricto. En junio se despacharon 82% más metros cúbicos de naftas que en abril. 2)Ese crecimiento se estancó en julio con el nuevo endurecimiento de las restricciones. 3) Todavía estamos 40% abajo del nivel prepandemia (fuente: Cecha/secretaría de Energía). La cuarentena ya no es tan estricta como era, pero seis meses después las restricciones continúan y afectan tanto la dinámica económica como la vida social.
El índice general de actividad que elabora la consultora de Orlando Ferreres muestra que la economía frenó su incipiente recuperación en julio: cayó 0.5% comparada con junio. Es evidente que movilidad y recuperación van de la mano. Las ventas de supermercados en alimentos, bebidas, cosmética y limpieza cayeron 3,3% en agosto al compararlas con el mismo mes del año anterior, de acuerdo con la consultora Nielsen. Si comparamos la facturación del mes con la de julio, crecieron cero, según los datos de Scentia. El consumo masivo, que fue uno de los sectores que mejor resistieron en la cuarentena, empieza a encontrarse con el límite que en algún momento le iba a poner una economía que cayó 13% en el primer semestre, según el Indec, y que se proyecta que caerá 12% en el año.
Los argentinos creían que al llegar la primavera, una estación tan relevante para la naturaleza como para las emociones, la pesadilla habría pasado. O al menos estaría camino a terminar. Al encontrarse con lo contrario, es lógico que prevalezca el desánimo.
Todos saben que el fenómeno es global. Pero a esta altura eso ya no los tranquiliza. En las primeras etapas la generalidad acotaba el impacto de la esfera individual. Seis meses después, la casuística gana peso. Se impone la dinámica del sobreviviente. El tracking de Synopsis que monitoreó la tensión “salud/economía” a lo largo de todo el proceso lo demuestra con claridad. A fines de marzo, con menos de 10 días de aislamiento, el 79% de la población decía que le preocupaba más el virus que su economía personal. Ya en la primera quincena de mayo, las curvas se encontraron en la zona de los 50 puntos. En la última medición, de fines de agosto, los números eran muy diferentes a los del comienzo: al 60% le preocupaba más su economía personal y solo al 38% le preocupaba más el virus. Justo en el aparente “pico de la curva”.
El seguimiento científico que viene realizando el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA –más de 2000 casos por medición– es contundente: entre el comienzo del confinamiento y el día
120, casi se duplicó el porcentaje de población con riesgo de sufrir un trastorno mental grave: pasó del 5% al 8%. En el AMBA llegó a casi una de cada 10 personas. A los cuatro meses de cuarentena, el 75% de la población del país expresó tener algún malestar psicológico. En general, varios. Uno de ellos es el sueño. El 35% afirma sufrir de insomnio; el 11%, dormir menos, y el 27%, dormir más. En total, un 73% tiene una alteración del sueño. Por otro lado, el 78% declara que su vida sexual empeoró. Las cosas andan mal en la cama de los argentinos.
Todo ese malestar se canaliza de múltiples maneras. El 44% lo hace a través de sus amigos; el 15%, haciendo deporte; otro 15%, rezando; el 12% va al psicólogo, y finalmente hay un grupo que recurre a otros recursos más extremos: 15%, medicación, 12%, alcohol.
Los datos del mercado confirman lo que viene estudiando la UBA. Según el relevamiento de farmacias que hace Iqvia, la cantidad de medicamentos vendidos durante el segundo trimestre cayó 4%, comparando con el año anterior. En cambio, las ventas de antipsicóticos crecieron 12%; las de ansiolíticos, 10%, y las de antidepresivos,5%. Los inductores del sueño naturales de venta libre crecieron más:20%. La estrella de la cuarentena fueron los alimentos antiobesidad, que “volaron”: +308%.
La lectura es clara: estamos tan cansados que ya no podemos dormir. Nos sobran nervios y nos falta energía. Algunos le dan pelea al bajón con pastillas y otros, comiendo exageradamente. Una encuesta publicada por la Sociedad Argentina de Nutrición lo reafirma: el 57% de la población declaró haber subido de peso durante el confinamiento.
Corría el año 1984. Una nueva banda estaba por terminar su disco debut. Sintieron que le faltaba ternura a un disco cargado con una energía explosiva. La banda era Soda Stéreo, el tema lo había compuesto Daniel Melero y tenía una base pop electrónica. La sensibilidad de Federico Moura, de Virus, productor del disco, supo ver ahí otra cosa. Y la voz de Gustavo Cerati la transformaría en un éxito que trascendió el tiempo. Se llama “Trátame suavemente”.
Si hubiera que elegir una canción que expresara lo que pide el grito sordo de nuestra sociedad en este momento, no se me ocurre ninguna mejor.
Debajo de la superficie es mucho lo que se está rompiendo. Que no lo veamos (todavía) no quiere decir que no esté sucediendo. El estado de ánimo de los argentinos se resquebraja de manera creciente y peligrosa. Estamos sentados sobre una ruleta rusa emocional. ¿Es la pandemia o la cuarentena? ¿La salud o la economía? ¿La preocupación por el país o por lo personal? ¿El cansancio o la angustia? ¿El miedo o el estrés? Peor: todo eso junto. Los avances de nuestra última investigación cualitativa sobre el humor social señalan un profundo deterioro en las vigas que sostienen la psiquis colectiva.
Un cóctel de agobio, hartazgo y desazón, al que la incertidumbre dominante solo vuelve más amargo.
Los shopping centers del área metropolitana y las marcas que tienen locales allí suponían que volverían a abrir en junio. No hay noticias todavía de cuándo podrán hacerlo. Los empresarios gastronómicos y los cines que operan en esos centros comerciales ya dan por perdido el año. Saben que aunque haya un regreso, inicialmente será sin patio de comidas ni entretenimiento.
Lollapalooza se transformó en poco tiempo en el festival de música más atractivo de la Argentina. En un fenómeno que resulta prácticamente inédito, la gente compra los tickets por anticipado sin saber quiénes serán los artistas presentes. El año pasado tuvieron lleno total para su edición de tres días:
300.000 personas. La edición 2020 estaba programada para marzo. Obviamente se postergó. La primera fecha era para noviembre de 2020. Se volvió a correr para marzo de 2021, definiendo así que se saltearían una edición. El viernes 4 de septiembre anunciaron de manera oficial en sus redes sociales la nueva fecha programada:26, 27 y 28 de noviembre de 2021. Lo que ese evento icónico acaba de decirnos es que volvió a cambiar el horizonte temporal.
Los padres ya lo tienen claro: saben que este año los chicos no volverán a la escuela. Ahora comienzan a dudar sobre si podrán comenzar en término el año próximo. Lo que en un momento parecía un sinsentido hoy ya es una pregunta recurrente: ¿cómo pasaremos las fiestas de Navidad y Año Nuevo? Y otro interrogante. Para quienes puedan pagarlas, ¿habrá vacaciones de verano?
La dinámica de las ventas de combustibles demuestra tres cosas. 1) La movilidad viene creciendo al comparar con el momento de cierre más estricto. En junio se despacharon 82% más metros cúbicos de naftas que en abril. 2)Ese crecimiento se estancó en julio con el nuevo endurecimiento de las restricciones. 3) Todavía estamos 40% abajo del nivel prepandemia (fuente: Cecha/secretaría de Energía). La cuarentena ya no es tan estricta como era, pero seis meses después las restricciones continúan y afectan tanto la dinámica económica como la vida social.
El índice general de actividad que elabora la consultora de Orlando Ferreres muestra que la economía frenó su incipiente recuperación en julio: cayó 0.5% comparada con junio. Es evidente que movilidad y recuperación van de la mano. Las ventas de supermercados en alimentos, bebidas, cosmética y limpieza cayeron 3,3% en agosto al compararlas con el mismo mes del año anterior, de acuerdo con la consultora Nielsen. Si comparamos la facturación del mes con la de julio, crecieron cero, según los datos de Scentia. El consumo masivo, que fue uno de los sectores que mejor resistieron en la cuarentena, empieza a encontrarse con el límite que en algún momento le iba a poner una economía que cayó 13% en el primer semestre, según el Indec, y que se proyecta que caerá 12% en el año.
Los argentinos creían que al llegar la primavera, una estación tan relevante para la naturaleza como para las emociones, la pesadilla habría pasado. O al menos estaría camino a terminar. Al encontrarse con lo contrario, es lógico que prevalezca el desánimo.
Todos saben que el fenómeno es global. Pero a esta altura eso ya no los tranquiliza. En las primeras etapas la generalidad acotaba el impacto de la esfera individual. Seis meses después, la casuística gana peso. Se impone la dinámica del sobreviviente. El tracking de Synopsis que monitoreó la tensión “salud/economía” a lo largo de todo el proceso lo demuestra con claridad. A fines de marzo, con menos de 10 días de aislamiento, el 79% de la población decía que le preocupaba más el virus que su economía personal. Ya en la primera quincena de mayo, las curvas se encontraron en la zona de los 50 puntos. En la última medición, de fines de agosto, los números eran muy diferentes a los del comienzo: al 60% le preocupaba más su economía personal y solo al 38% le preocupaba más el virus. Justo en el aparente “pico de la curva”.
El seguimiento científico que viene realizando el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la UBA –más de 2000 casos por medición– es contundente: entre el comienzo del confinamiento y el día
120, casi se duplicó el porcentaje de población con riesgo de sufrir un trastorno mental grave: pasó del 5% al 8%. En el AMBA llegó a casi una de cada 10 personas. A los cuatro meses de cuarentena, el 75% de la población del país expresó tener algún malestar psicológico. En general, varios. Uno de ellos es el sueño. El 35% afirma sufrir de insomnio; el 11%, dormir menos, y el 27%, dormir más. En total, un 73% tiene una alteración del sueño. Por otro lado, el 78% declara que su vida sexual empeoró. Las cosas andan mal en la cama de los argentinos.
Todo ese malestar se canaliza de múltiples maneras. El 44% lo hace a través de sus amigos; el 15%, haciendo deporte; otro 15%, rezando; el 12% va al psicólogo, y finalmente hay un grupo que recurre a otros recursos más extremos: 15%, medicación, 12%, alcohol.
Los datos del mercado confirman lo que viene estudiando la UBA. Según el relevamiento de farmacias que hace Iqvia, la cantidad de medicamentos vendidos durante el segundo trimestre cayó 4%, comparando con el año anterior. En cambio, las ventas de antipsicóticos crecieron 12%; las de ansiolíticos, 10%, y las de antidepresivos,5%. Los inductores del sueño naturales de venta libre crecieron más:20%. La estrella de la cuarentena fueron los alimentos antiobesidad, que “volaron”: +308%.
La lectura es clara: estamos tan cansados que ya no podemos dormir. Nos sobran nervios y nos falta energía. Algunos le dan pelea al bajón con pastillas y otros, comiendo exageradamente. Una encuesta publicada por la Sociedad Argentina de Nutrición lo reafirma: el 57% de la población declaró haber subido de peso durante el confinamiento.
Corría el año 1984. Una nueva banda estaba por terminar su disco debut. Sintieron que le faltaba ternura a un disco cargado con una energía explosiva. La banda era Soda Stéreo, el tema lo había compuesto Daniel Melero y tenía una base pop electrónica. La sensibilidad de Federico Moura, de Virus, productor del disco, supo ver ahí otra cosa. Y la voz de Gustavo Cerati la transformaría en un éxito que trascendió el tiempo. Se llama “Trátame suavemente”.
Si hubiera que elegir una canción que expresara lo que pide el grito sordo de nuestra sociedad en este momento, no se me ocurre ninguna mejor.
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