domingo, 6 de diciembre de 2020

EL PODER DEL DINERO


La obsesión por la plata trae problemas

Héctor M. Guyot

Ante el fantasma de la abstención en las dudosas elecciones de mañana, el hombre fuerte del régimen chavista, Diosdado Cabello, amenazó a los venezolanos: "El que no vota no come". No hay mejor definición de la filosofía que Néstor Kirchner legó a sus herederos. Traducido: si no hacen lo que yo quiero, no hay plata. Antes que nada, el kirchnerismo es una cuestión de dinero. La moneda es el sol alrededor del cual orbita desde un principio este fenómeno político autoritario travestido de progresismo que creció de la periferia al centro. Desde sus comienzos en Santa Cruz, Kirchner usó todos los medios a su alcance, legales o no, para amasar una fortuna y hacerse del control de los resortes productivos de la provincia en beneficio de su ambición política.
 La premisa es básica: el dinero es poder. Si alguien no se inclina ante aquello que deseo (básicamente, concentrar más poder), lo compramos o lo extorsionamos para que venga mansito a comer de nuestra mano. Si no viene, muere de inanición. Tenemos cómo hacerlo. En suma, el dinero permite establecer el tipo de vínculo que los Kirchner cultivaron tanto hacia adentro de sus filas como hacia afuera: una relación de dominación entre líder y subordinado, entre aquel que habla (y ordena) y los que escuchan (y obedecen), sin resquicio alguno para el diálogo. Esa verticalidad habilita la humillación ("Soy yo, pelotudo"), un modo de manifestar y de confirmar la condición absoluta de ese poder.
El kirchnerismo se fraguó en la improbable alquimia de Néstor y Cristina. A lo concreto se le sumó (con perdón de la palabra) lo sutil. A la materia se le acopló la astucia de la palabra. La realidad desnuda es palo y a la bolsa, pero viene camuflada por el relato
He ahí la esencia. Pero eso no es todo. El kirchnerismo se fraguó en la improbable alquimia de Néstor y Cristina. A lo concreto se le sumó (con perdón de la palabra) lo sutil. A la materia se le acopló la astucia de la palabra. La realidad desnuda es palo y a la bolsa, pero viene camuflada por el relato, una ficción construida con oído absoluto para que el progresismo de manual escuche en ella la melodía que quiere oír.
Con la plata, van por la plata entonando rimas revolucionarias. No es casual que La Cámpora se haya quedado con la administración de las principales cajas del Estado. Inscripta en esta constante, la mordida que el Gobierno les acaba de pegar a las arcas de la ciudad de Buenos Aires en nombre de una provincia supuestamente relegada por la "opulencia" porteña no debería sorprender. Tal es el grado de acatamiento a la jefa, que incluso los siete diputados del Frente de Todos elegidos por la ciudad avalaron el recorte de los fondos. Con el "si no nos votan, no comen", el kirchnerismo sumó también los votos de los diputados cordobeses, que responden al gobernador Juan Schiaretti, a quien el temor al hambre administrado desde la Casa Rosada le está desdibujando el perfil más republicano que se le suele adjudicar. Les pasa lo mismo que a otros referentes del llamado peronismo federal: no advierte que el kirchnerismo le propone pan para hoy y hambre para mañana, y que acaso se lo termine fagocitando -junto con el país- gracias a los votos que sus legisladores le conceden en el Congreso. Durante la sesión, Máximo Kirchner lanzó un ataque frontal contra Horacio Rodríguez Larreta. Sin la ductilidad de su madre, el relato se vuelve más directo y elemental, lo mismo que los hechos que aspira a envolver. Este "vamos por todo" parece más torpe y desesperado que el primero.
Pero la fascinación por el dinero puede traer inconvenientes. Sobre todo si se la despliega de modo ostensible y queda registrada en imágenes imborrables o en cuadernos de letra pequeña en las que "el físico", cargado en bolsos viajeros o contado y ordenado en parvas, le quita protagonismo a la revolución y se vuelve el centro de la saga. Es decir, cuando lo que debía permanecer oculto pasa a primer plano y acaba siendo visto por todos, con excepción de aquellos que, arrobados, cierran los ojos para abandonarse por completo a la melodía embriagadora del relato.
Para quienes están despiertos, el peso de lo material anula los efectos de lo sutil. Es un peso considerable. Con coimas de un 20% en la obra pública, durante la década ganada la corrupción les habría costado a los argentinos 36.000 millones de dólares, de acuerdo con el cálculo que investigadores del Conicet y profesores de la UBA hicieron en 2018. Ironías del destino: el dinero cumplió un papel fundamental en la consolidación del poder kirchnerista y ahora es el factor por el cual todo podría derrumbarse. Intentarán evitarlo, claro, con más dinero. En el plano "sutil", la idea del lawfare parece insuficiente ante la mixtura de obsesión y laboriosidad que surge, por ejemplo, de la causa de los cuadernos, juicio en que la Cámara de Casación, en una decisión trascendente, convalidó esta semana las declaraciones de los 31 arrepentidos.
Parte de la filosofía del kirchnerismo podría estar cifrada en aquel video de finales de los años 90 en el que, con la espontaneidad de un chico, Néstor Kirchner se manifiesta extasiado ante una caja fuerte. Una fascinación que acaso esté en el origen de la aventura que vendría después.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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