Bajo el agua, tiempo para la belleza
Un “show de sirenas” en busca del Guiness
D. F. I.
Edición fotográfica , Ana Gueller; Foto, Wu Wei, VCG vía GettyVCG - Visual China Group
Es una postal de otro mundo, quizás de otro tiempo, de cuando las sirenas realmente existían, los mitos eran contantes y sonantes, y el agua pura y cristalina materia nutricia.
Es una postal de lo que no puede ser y sin embargo está ocurriendo: unos 110 seres acuáticos, hombres y mujeres ondulantes y extrañamente risueños, bailan entre peces y burbujas en Sanya, provincia de Hainan, China.
Porque la postal invita a pensar en un tiempo de leyendas, pero es tan actual como las estructuras que apenas se esbozan entre nuestros ojos y los singulares bailarines.
Cada uno de ellos, en cada pirueta, con cada retazo de tela imitando el zigzagueante fluir de las sirenas, busca algo tan prosaico como un récord. Los 110 nadadores acaban de batir un récord Guinnes por el “más grande show de sirenas subacuático”. Su nombre quedará impreso en el emblemático libro; habrán logrado su objetivo tras horas y más horas de entrenamiento, práctica, ensayos y dedicada preparación de máscaras y atuendos.
Pero quizás no sea solo eso. Observen varias de esas sonrisas. Sigan el movimiento de los que parecen rotar sobre sí mismos, los que arquean con soltura el cuerpo, los que se lanzan decididos hasta el fondo, la mujer que abre las brazos como si, además de nadar, también quisiera volar. Sientan la indudable frescura del agua, la gracia de la liviandad, el singular privilegio de por unos instantes sentirse otro: hermano de los peces, habitante de un territorio callado, luminoso, ancestral.
El agua suele tener ese don. Basta sumergirse para que algo, muy hacia el interior de cada uno, regrese a una zona donde las palabras más que retirarse, descansan. Y eso es, en definitiva, esta imagen: un recordatorio de que el reposo, como el juego y la belleza, también nos pertenece.
Edición fotográfica , Ana Gueller; Foto, Wu Wei, VCG vía GettyVCG - Visual China Group
Es una postal de otro mundo, quizás de otro tiempo, de cuando las sirenas realmente existían, los mitos eran contantes y sonantes, y el agua pura y cristalina materia nutricia.
Es una postal de lo que no puede ser y sin embargo está ocurriendo: unos 110 seres acuáticos, hombres y mujeres ondulantes y extrañamente risueños, bailan entre peces y burbujas en Sanya, provincia de Hainan, China.
Porque la postal invita a pensar en un tiempo de leyendas, pero es tan actual como las estructuras que apenas se esbozan entre nuestros ojos y los singulares bailarines.
Cada uno de ellos, en cada pirueta, con cada retazo de tela imitando el zigzagueante fluir de las sirenas, busca algo tan prosaico como un récord. Los 110 nadadores acaban de batir un récord Guinnes por el “más grande show de sirenas subacuático”. Su nombre quedará impreso en el emblemático libro; habrán logrado su objetivo tras horas y más horas de entrenamiento, práctica, ensayos y dedicada preparación de máscaras y atuendos.
Pero quizás no sea solo eso. Observen varias de esas sonrisas. Sigan el movimiento de los que parecen rotar sobre sí mismos, los que arquean con soltura el cuerpo, los que se lanzan decididos hasta el fondo, la mujer que abre las brazos como si, además de nadar, también quisiera volar. Sientan la indudable frescura del agua, la gracia de la liviandad, el singular privilegio de por unos instantes sentirse otro: hermano de los peces, habitante de un territorio callado, luminoso, ancestral.
El agua suele tener ese don. Basta sumergirse para que algo, muy hacia el interior de cada uno, regrese a una zona donde las palabras más que retirarse, descansan. Y eso es, en definitiva, esta imagen: un recordatorio de que el reposo, como el juego y la belleza, también nos pertenece.
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