Manzur e Insaurralde, la nueva fe de Cristina
Daniel Bilotta
Juan Manzur y Martín Insaurralde tuvieron su primera reunión de trabajo
Juan Manzur y Martín Insaurralde necesitan conseguir que el Frente de Todos mejore el 14 de noviembre el desempeño que tuvo en las PASO. Un requisito indispensable para poder construir en los próximos dos años sus candidaturas a presidente y gobernador bonaerense, respectivamente, con el aparente aval de Cristina Fernández y de su hijo Máximo. El único estímulo real para aceptar la responsabilidad de gobierno que les ofrecieron asumir hace diez días con la prioridad de cumplir con esa compleja tarea.
Entre ellos ya circula un sondeo que midió el impacto del cambio de gabinete nacional en la provincia de Buenos Aires. La intención de voto al oficialismo habría descendido 4 puntos con relación al resultado de las primarias. Si esa información se confirma, la brecha con Juntos en el principal distrito electoral pasaría a ser de 10 puntos, lo que convertiría en remota la posibilidad de una victoria en los comicios.
Una contingencia que no parece desanimar a los nuevos jefes de Gabinete de Alberto Fernández y Axel Kicillof. Antes de ayer compartieron mesa en la cena servida por Alejandro Granados en Tristán Suárez con Máximo Kirchner como invitado estelar pero con otros comensales destacados: Mariano Cascallares, Federico Achával y Nicolás Mantegazza. Los intendentes de Ezeiza, Almirante Brown, Pilar y San Vicente constituyen el núcleo del poder territorial de Insaurralde en el conurbano.
La confraternidad entre Manzur e Insaurralde tiene lógica. Representan el poder emergente después de la derrota. Los dos precisan consolidarlo. Para eso es vital eludir cualquier tipo de veto del kirchnerismo duro. Un sector que recela de Manzur por su estrecha relación con el Presidente. Probablemente desconozca la que mantiene con Wado de Pedro. El ministro del Interior visita con disciplina y discreción la provincia de Tucumán. La especulación es que Manzur trabaja en disipar los resquemores de Fernández con De Pedro.
Honraría su fama de emprendedor para autoprocurarse consenso. Es lo que hizo la noche de Tristán Suárez, cuando conversó animadamente con Máximo. En la sobremesa, Manzur ratificó a los intendentes el reclamo efectuado a Martín Guzmán. Hay que gastar más dinero. Lo curioso de la medida exigida al ministro de Economía es que podría terminar por favorecer los planes de Sergio Massa. Un potencial competidor de Manzur por la candidatura presidencial.
El anuncio de los 150.000 millones de pesos que se destinarán al consumo en los próximos 40 días podría alterar dramáticamente las expectativas del mercado. Y encoger a dos meses el plazo habitual de entre 4 y 6 en que la emisión monetaria suele manifestarse en el índice inflacionario: el pico podría tener lugar en diciembre y no en febrero. Lo mismo que la creciente presión sobre el dólar. Esas posibilidades echan sombras al optimismo del sector financiero sobre la continuidad de Guzmán si, como se prevé, se alcanza un acuerdo con el FMI este verano.
Su eventual salida podría darle a Massa la oportunidad que aguarda. Ingresar en el gabinete con la fusión de los ministerios de Economía, Producción y Transporte. La urgencia es tan grande que nadie parece reparar en detalles. Como la estructura paralela a la Jefatura de Gabinete montada por Kicillof para Carlos Bianco. En su nuevo rol de asesor, el ex jefe de Gabinete tendrá a cargo cuatro subsecretarías y doce direcciones provinciales.
Es comprensible que el gobernador critique la reticencia de Guzmán a la expansión del gasto público. Como Massa y Manzur, es otro aspirante a postularse a presidente. El organigrama que controla Bianco está anticipando parte de esa disputa a través de ese ítem. Insaurralde designó a Juan Pablo de Jesús como su segundo. El ex intendente de la Costa viene de presidir la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados bonaerense. Un cargo desde el que negoció con la oposición la sanción de los dos últimos cálculos de recursos.
Además de los intereses acordados con los acreedores por la deuda externa, el presupuesto de 2022 tendrá otro capítulo relevante. Será enviado después del 10 de diciembre junto a una nueva ley de ministerios que le permitiría a Kicillof crear nuevas carteras. Lo contrario a la reducción que practicó cuando asumió, pero lo que necesita Insaurralde para incorporar más intendentes a la gestión de gobierno. La salida que varios de ellos imaginan para administrar la sucesión en los municipios si no consiguen modificar la ley 14.836, que impide su reelección.
Ariel Sujarchuk dejó al desnudo esa supuesta odisea. Al intendente de Escobar le resultó insuficiente la oferta de sus pares más próximos al Presidente para ocupar la Agencia Administradora de Bienes del Estado (AABE). Tenía la expectativa de suplantar a Matías Lammens en el Ministerio de Turismo. A eso le atribuyeron los intendentes reunidos en Tristán Suárez su aparición pública para criticar los cambios de gabinete efectuados por Fernández.
Pero también su ausencia en la cena. El malestar con Sujarchuk fue abordado con hilaridad por uno de los presentes: “Tiene pactada una entrevista con la BBC en Londres. Cuando termine, viene.” Si se proyecta el resultado de las PASO sobre las elecciones generales, la nueva composición de la Legislatura favorecería a Juntos. Conservaría la mayoría en el Senado y mejoraría su representación en Diputados.
El oficialismo no tendría otra salida que negociar cada iniciativa que desee sancionar. Aunque lo más seguro es que antes la oposición reclame que el gobernador cumpla con designar a sus representantes en los organismos de control y dos en el directorio del Banco Provincia. Un asunto que Kicillof resolvió desconocer desde que asumió. El gobernador parece condenado a ceder.
El directorio del Banco no puede sesionar por falta de quorum. Tiene 5 vacantes sin cubrir sobre un total de 9 tras la renuncia de Juliana Di Tullio para asumir como senadora nacional. Di Tullio le prestó una colaboración providencial a Oscar Quattromo. Kicillof insinuó la posibilidad de despedir al presidente del Banco, en aparente disconformidad con su gestión. De haberlo hecho después de la partida de Di Tullio, hubiese dejado a la entidad expuesta a una situación más crítica.
Un escenario complicado en el que Manzur resolvió descentralizar la campaña electoral hacia cada provincia para optimizar resultados. El jefe de Gabinete ya anunció en Tucumán un plan de viviendas. La suma nominal de los votos de la lista que apadrinó y la de su vicegobernador, Osvaldo Jaldo, dejarían al Frente de Todos a 4000 votos de obtener 3 de los 4 diputados nacionales que se eligen en esa provincia.
El oficialismo debería resolver algunas cuestiones más complejas después de las elecciones, es decir, en la segunda mitad de su mandato. Cualquier acuerdo con el FMI hará inevitable revisar tarifas, controles cambiarios y encoger la circulación de dinero. Lo más parecido a un ajuste con recesión. Una medida que Cristina se resistió a aplicar mientras fue presidenta. Tal vez la razón de la aparente ceguera en que se sostiene la fe en que Manzur e Insaurralde eviten que el Gobierno tenga que hacerlo.
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