Un caso sustentado en testigos y pruebas
Gustavo Carabajal
En menos de tres meses de investigación los responsables del Ministerio Público de Villa Gesell lograron reunir todas las pruebas que sustentaron los pedidos de condena contra los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa.
A pesar de las restricciones dictadas a fines de marzo de 2020 para evitar los contagios del Covid-19, la fiscal Verónica Zamboni continuó con la producción de pruebas y las ampliaciones de los peritajes de las imágenes grabadas por diez cámaras distintas, los cotejos de ADN de las 28 muestras de sangre halladas en las prendas de los acusados y los análisis de los contenidos de los celulares secuestrados en poder de los imputados.
Los testigos y las pruebas presentadas en el debate tuvieron una lógica de tiempo y espacio que permitió armar el rompecabezas. En esa lógica se dividieron los eventos. Después de que declararon los padres de Fernando, los integrantes del Tribunal Oral Nº 1 de Dolores escucharon a los testigos que estaban dentro del boliche; luego, a aquellos que presenciaron el ataque en la vereda del local nocturno situado en la avenida 3, y por último expusieron las personas que vieron huir a los acusados después del ataque.
Todas esas pruebas se mostraron durante el juicio oral. Fueron observadas y controladas por los ocho acusados; por su defensor, Hugo Tomei; por los fiscales, Juan Manuel Dávila y Gustavo García, y los abogados Fernando Burlando y Fabián Améndola, que representan a los padres de la víctima. Cada una de esas pruebas tuvo el valor agregado de los testimonios de los técnicos, científicos y funcionarios judiciales que realizaron los peritajes y que ampliaron sus informes.
Este juicio oral escapó a las generalidades de lo que ocurre en muchos debates en los que testigos no reconocen sus firmas al pie de las declaraciones aportadas en comisarías o en el propio lugar del hecho investigado.
Durante el juicio por el homicidio de Fernando Báez Sosa, ningún testigo negó los dichos expuestos durante la etapa de instrucción.
Al contrario, reafirmaron y ampliaron con más detalles los contenidos de las declaraciones.
“Los agresores lo único que hacían era pegar. Me quedó grabado en la memoria el momento en que apareció otra persona y gritó: ‘Dale matalo, golpealo’. En ese momento, uno de los que estaban golpeando a Fernando se incorporó, lo miró y mientras levantaba a la víctima del cuello le dijo: ‘Quedate tranquilo que me lo voy a llevar de trofeo’. Luego lo arrastró hacia el cantero, lo apoyó de costado y le pegó una patada en la boca. Ya no hubo más reacción. Los agresores luego se pararon, se acomodaron y se fueron caminando hacia la calle Buenos Aires”, recordó Tamara, una de las testigos que declararon en el juicio oral y que, en el momento del ataque, ocurrido el 18 de enero de 2020 entre las 4.40 y 5.05, estaban en la vereda del boliche Le Brique, en Villa Gesell.
Una de las pruebas claves para fundar la acusación contra los imputados se había producido pocos días después del homicidio. Se trató de las ruedas de reconocimiento que se realizaron en un centro de convenciones situado en uno de los ingresos de Villa Gesell. Para esta prueba se concretó una de las movilizaciones de testigos más importantes de la historia criminal bonaerense.
Además de convocar a los testigos, muchos de los cuales no vivían en Villa Gesell porque habían ido de vacaciones a esa ciudad, los funcionarios judiciales y los policías tuvieron que buscar 45 personas que debían contar con características similares a cada uno de los acusados para colocarlas al lado de los imputados y así, poder concretar la identificación.
Existe un detalle que resaltó la importancia de la inmediatez con la que se realizaron esas ruedas de reconocimiento. En el momento en que los testigos se pusieron delante de la hilera donde aparecían los acusados con otros jóvenes de similares características, las imágenes de los imputados con sus nombres y apellidos no habían tenido difusión.
Cuatro amigos de Fernando Báez Sosa reconocieron a Máximo Thomsen como uno de los agresores. Mientras que el testigo Tomás Bidonde, que no tenía ninguna relación con la víctima y que por casualidad estaba en la vereda de Le Brique en el momento del ataque, también identificó a Thomsen. Bidonde señaló a siete de los integrantes del grupo agresor.
Análisis de videos
Los informes de los análisis de todos los videos que mostraron a los acusados en diversas funciones que tuvieron en el momento del ataque contra Fernando fueron corroborados por las declaraciones de los testigos que los vieron cuando le pegaban al joven estudiante de Derecho.
Debido a la naturaleza del delito, donde el asesino intenta evitar que puedan vincularlo con el crimen, uno de los principales inconvenientes que tienen los investigadores de homicidios es la falta de testigos o de imágenes.
Pero en el homicidio de Fernando Báez Sosa hubo 47 testigos que declararon en las primeras cinco audiencias del juicio oral que colocaron a los ocho acusados en la escena del asesinato o en el recorrido realizado por los imputados después de matar a Fernando.
Por ejemplo Andrea Fabiana Ranno, que trabaja como encargada del turno noche del Hotel Inti Huasi, recordó haber visto pasar por la puerta al grupo agresor, encabezado por Thomsen. La mujer, además, le dijo a la policía qué dirección tomaron los sospechosos, rumbo a la reserva.
Claramente se desprende que los imputados estaban totalmente conscientes y al tanto de la muerte de Fernando, dado que Lucas Pertossi, según el audio, volvió al lugar del hecho y avisó a los restantes integrantes del grupo que está ahí cerca del “pibe” y le contó al resto de los acusados que estaba la policía y que llamaron a la ambulancia. Con el término “caducó”, comunicó el fallecimiento de Fernando.
Este mensaje, sumado a otros textos que forman parte del intercambio mantenido en los momentos posteriores al homicidio, indicaría que los acusados tuvieron plena conciencia y conocimiento de que habían asesinado a Fernando. Estas pruebas fundaron la acusación contra los ocho imputados e indicaron que agredieron a Fernando y le pegaron cuando estaba casi inconsciente. Después de agredirlo huyeron, para lograr la impunidad del hecho, sin intentar auxiliarlo en el momento, y buscaron una coartada para desvincularse del hecho.
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