miércoles, 1 de marzo de 2023

ECONOMÍA CON VICENTE DONATO


Vicente Donato « En los 90, Cavallo reconoció que subestimó la importancia de las pequeñas empresas»
por Luciana Vázquez
El experto en economía industrial y desarrollo dice que la utopía de cambiar planes por trabajo formal no pasa por los unicornios –sectores intensivos en tecnología y capital–, sino por las pymes y su capacidad para absorber enormes segmentos de la población
Sería un grave error lanzar planes de estabilización que ignoren la estructura productiva de la Argentina”, alerta. “En los 90, Cavallo reconoció que apuntó todo a la Convertibilidad y subestimó al sector productivo de las pequeñas empresas. Creció el conjunto de la industria, sobre todo las grandes empresas, pero hubo alto desempleo en las pymes”, plantea. “En los últimos 10 años, los grandes campeones de la economía del conocimiento, la energía y las materias primas aumentaron la productividad y su participación en la creación de empleo, pero no alcanza para cerrar la brecha de pobreza y marginalidad”, desarrolla. “Las empresas pequeñas representan cerca del 85% del empleo privado en la Argentina, teniendo en cuenta los formales e informales”, precisa.
El experto en economía industrial y desarrollo económico Vicente Donato estuvo en La Repregunta. Donato es director ejecutivo de la Fundación Observatorio Pyme y doctor en Economía industrial por la Universidad de Bolonia.
La política argentina va en busca de un nuevo milagro, el de transformar planes en trabajo. ¿Cómo hacerlo? ¿Con unicornios? El rol de las pequeñas empresas. Donato hizo su análisis. Aquí, pasajes destacados de la entrevista.
–En el caso de la inclusión de los trabajadores menos calificados, que son la mayoría en la Argentina, ¿alcanza con el desarrollo económico en el vértice superior de la pirámide productiva, como los unicornios?
–Estos grandes campeones de la economía del conocimiento, de las materias primas, de la energía, que van veloces en los últimos 10 años, aumentaron la cantidad de empleo, la productividad y su participación en la creación de trabajo del total de la economía. Pero no son la cantidad de puestos que se necesitan para cerrar la brecha de pobreza y de marginalidad. Son sectores muy intensivos en tecnologías, en recursos naturales y en capital; no son sectores intensivos en trabajo.
–¿Los trabajadores de menor calificación o de calificación media son el recurso humano natural para ese conjunto que se llama pyme?
–Exacto. Dentro de este gran segmento de menos 200 o 250 ocupados, están las empresas de menos de 10 ocupados, que son las micro empresas. Entre las grandes empresas y las pequeñas, hay diferencias de productividad. Es normalmente alta en todo el mundo porque las grandes empresas y las medianas son intensivas en capital, en tecnología y en conocimiento y las más chiquitas, no. Una diferencia normal es la diferencia que se da en Alemania, del 10%, o en Italia, del 30%.
–¿De cuánto es esa diferencia de productividad entre empresas grandes y chicas en Chile o en Uruguay?
–También es alta, en el orden del 100 por ciento. La brecha de productividad en la Argentina es parecida a la de Chile o de Uruguay pero además se está ampliando de manera preocupante. La diferencia de productividad alta puede ser normal en países de menor nivel de desarrollo pero cuando esa diferencia productiva empieza a diverger mucho, estamos en un problema.
–En la Argentina, en 10 años, esa brecha pasó del 50 por ciento al 123 por ciento.
–Todos los costos de una economía traccionada por sectores muy productivos le pone un piso alto a los costos de toda la economía, incluida las pequeñas empresas. Los sectores que son muy productivos pueden pagar muy buenos salarios e impuestos. Las diferencias de productividad son tremendas pero las diferencias de costos no son tan altas. El salario es casi uniforme. Aunque el salario de los trabajadores informales es más bajo, que es el que se paga en general en las pequeñas empresas, nunca es tan bajo como para compensar las enormes diferencias de productividad, que se miden en cantidad de unidades físicas que produce un trabajador. Hay un enorme problema de rentabilidad de las empresas más chiquitas. Por eso, en los últimos 10 años, desapareció el 10% de estas empresas. Las que no cierran, crean poco empleo. Y las que toman, toman en la informalidad.
–¿Cuánto representan estas pequeñas empresas en términos de empleo, tanto formal como informal, en relación a todo el empleo privado en la Argentina?
–En estas pequeñas empresas, el empleo representa el 60 o 65 por ciento del empleo formal pero el 80, 85, 87% del empleo total, con los informales incluidos. Es una masa de trabajadores tremendamente importante, que es la que genera también la distribución de la riqueza. Ahí tenemos el tema de la pobreza: en este segmento, la pobreza tiene que ver con salarios con productividades tan bajas que impactan en la rentabilidad; de ahí que no se alcance a pagar los sueldos. Por eso hoy las personas ocupadas no logran sostener la canasta básica familiar.
–Si cierran y se reducen en un 10 por ciento, esta utopía de transformar planes sociales en trabajo formal en actividad productiva comienza a resultar una falacia.
–Una dificultad que hay que atender con un diagnóstico correcto. En países como la Argentina, donde hay diferencias enormes de productividad y divergencia creciente, no podemos tener políticas fiscales tan uniformes. Estas empresas más chicas no tienen un problema financiero. Tienen un problema productivo, económico. Es decir, si se les da crédito, no se soluciona el problema. Obviamente necesitan políticas crediticias, pero no van a alcanzar.
–¿Habría que bajar impuestos a todos o esa baja debería ser diferencial?
–La baja debería ser diferencial. Una política fiscal uniforme no es para un país que tiene divergencias enormes de productividad. Todos los países del mundo han hecho políticas tributarias y fiscales diferenciadas por tamaño de empresa. Hay que relanzar a un sector que tiene miles de empresas y millones de personas que hay que absorber. El problema es que se suele tratar el tema de la productividad como un tema homogéneo, uniforme,
global, y no como un problema muy específico de un sector de la economía.
–¿Cómo es la radiografía del sector empresarial argentino comparado con países cercanos como Uruguay o Chile, que tienen macroeconomías más estables?
–La cantidad de empresas cada mil habitantes es muy inferior a las registradas en Chile y en Uruguay. En la Argentina, hay entre 14 y 20 empresas cada mil habitantes; en Chile, 50 y en Uruguay, unas 35. Tenemos enormes diferencias en la natalidad empresarial comparada con los países vecinos, que es muy alta. La natalidad de empresas chilena es muy importante. La Argentina está vergonzosamente mal en el tema tanto del stock como en natalidad.
–Su planteo es que no alcanza con el desarrollo económico de la cúspide de la pirámide de las grandes empresas y el derrame que podría producir a la economía en general y a la gente si no se apunta a esa base industrial de menor ambición tecnológica pero muy fundamental para dar empleo.
–En economías como las nuestras, nunca los mecanismos son tan eficientes como para lograr la redistribución de los beneficios de las empresas que crecen en el resto del sistema. Recuerdo que en 1999 [Domingo] Cavallo hizo una autocrítica y reconoció que no había terminado de entender la importancia del sector productivo de las empresas más pequeñas y que había apuntado todo a la inflación cero, obviamente bienvenida para el país, a través de la Convertibilidad. Reconoció que había subestimado la importancia de ese sector productivo y de las políticas públicas orientadas a ese sector. Y ahí vimos aparecer al Cavallo activista, con los planes diferenciados sectoriales, pero ya era tarde. En esos años, la Argentina creció muchísimo con esa reestructuración económica vigorosa, pero no alcanzó. En esos años 90, creció el conjunto de la industria y, sobre todo, las grandes empresas. Pero no alcanzó para terminar de reestructurar la base productiva argentina, las miles y miles de empresas.
–¿Eso tiene que ver con el alto desempleo de esos años? 14% de desempleo.
–Exactamente. Una economía creciendo, pero alto desempleo en las pymes. Crecimiento de las mejores empresas, de la élite, pero no del resto. Tiene que haber planes de estabilización macroeconómica, pero lanzar planes que ignoren la estructura productiva argentina sería un grave error. No alcanza con el crecimiento de la élite empresarial, no es suficiente. Tenemos un enorme problema aquí, en la base central de la economía, que es Córdoba, Santa Fe, el conurbano bonaerense, los conurbanos grandes. Hay que apuntar a políticas que recuperen la base productiva que está ahí, millones de personas desempleadas.
–Se discute mucho el tema de la sustitución de importaciones. Hay economistas que trazan una distinción: el problema no es la sustitución de importaciones sino los privilegios que se otorgan a los sectores que sustituyen esas importaciones, que terminan generando poca competitividad, baja calidad y precios altos.
–Tendríamos que limpiar de proteccionismo extremo y de irracionalidad al tema de la política industrial de sustitución de importaciones. Sabemos, porque hemos visto los números, que las empresas que compiten son empresas que crecen más porque se auto exigen más. La competencia es positiva: las economías cerradas no crecen. La competencia puede favorecer esa convergencia de productividades pero cuando las diferencias de productividades son gigantes, con la sola competencia no alcanza, es poner a las empresas a jugar un partido extremadamente difícil. Necesitamos sabiduría para no diseñar políticas en base a teoremas y sí diseñarlas en base a datos de la realidad. En ese sentido, la política de sustitución de importaciones es cada vez más difícil porque hemos perdido muchos trenes y muchas velocidades. Estamos cada vez más lejos de la frontera de producción.
–Para desarrollar este sector de pequeñas empresas tan clave para la inclusión social, también se necesita una macro estable y ordenada.
–Por supuesto. Ahora, lo que aprendimos es que tienen que corregirse las dos cosas al mismo tiempo. Si se diseña un plan de estabilización que no tenga en consideración esta diferencia de productividades enormes y divergentes sería un grave error.
–¿Cómo hacen las empresas chicas para aportar al desarrollo de poblaciones que ni siquiera tienen la calificación para esos empleos?
–Ése es el desafío de una política pública productiva para estas empresas que son intensivas en trabajo. Hay que diseñar políticas públicas para que aumenten su productividad y retomen rentabilidad y así puedan ir absorbiendo los segmentos de población que tienen en sus barrios.
–Uno de sus informes dice que en 2005 el 27% de las pymes manufactureras, las que pueden absorber trabajadores de baja calificación, tuvo dificultad muy alta o media para encontrar trabajadores. En 2021, esa dificultad creció al 66 por ciento de las pymes. ¿Hay una conexión entre esa dificultad y lo que está generando el sistema educativo?
–Sí. Las dificultades no tienen que ver con diferencias salariales y con mayores pretensiones de los trabajadores. El principal problema es la formación de las personas. Hay muchos segmentos de calificación y de formación de las personas. Por ejemplo, el nivel técnico que sale de las escuelas secundarias técnicas. Tenemos una muy buena Ley de Educación Técnico Profesional.
–La Argentina tiene un 18% de estudiantes de nivel secundario en escuelas técnicas mientras que en México, hay 28 por ciento.
–Exactamente. Hay dos mundos de formaciones. Un mundo muy potente, el de la educación técnica secundaria. Se necesita que más chicos elijan las escuelas técnicas. Necesitamos prestigiar socialmente la educación técnica porque hay una enorme demanda insatisfecha de capacidades. Se necesita una política pública para incentivar a estas empresas de 10, 20, 30 ocupados, en todo el país, para que absorban a estos chicos o les permitan realizar la práctica. Y después hay un problema de oferta: faltan profesores y escuelas técnicas. En Italia hay un grandísimo esfuerzo para que al menos el 60 por ciento de los profesores de los institutos técnicos esté en régimen de trabajo en empresas productivas. Es decir, se busca una contractualística que permita a ese trabajador de una empresa ir a dar clases. En el otro segmento, está la gente de muy baja calificación. También hay trabajo para esas personas. Para ese sector, hay políticas distintas que en general, hacen los Ministerios de Trabajo. Son planes de vinculación con el sector productivo a partir de políticas de entrenamiento y de capacitación


Un estudioso de la economía
Formación
Doctor en Economía industrial por la Universidad de Bolonia y máster por el Instituto de Estudios por el Desarrollo Económico de Italia.
Actividad pública
Director ejecutivo de la Fundación Observatorio Pyme.
Publicaciones
Junto a María Inés Barbero, coeditó Contra Viento y Marea: Historias de Pequeñas y Medianas industrias en Argentina.
Sería un grave error lanzar planes de estabilización que ignoren la estructura productiva de la Argentina”

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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