Los inicios del primer balneario: una casilla rodante y 20 carpas
Cozumel se inauguró en 1977, sigue en manos de la misma familia y es un referente de la alta gastronomía
Flavia Tomaello
En 1918, cuando más allá de Punta Médanos la costa era solo una aventura, Héctor Manuel Guerrero heredó la Estancia Charles, una propiedad que incluía salida al mar. Dentro de su nuevo terreno apartó una parcela a la que llamo “Dos Montes”. Allí se encaprichó en comenzar un proyecto forestal experimental. Decidió comprar plantines de todo el país. Le llegaban a la estación Juancho, aún hoy dentro del casco, aunque ya desafectada al uso ferroviario. Allí bajaban las cerca de 500.000 plantas que instalaba cada año sobre médanos movedizos, sin conocimientos previos de lo que era forestar sobre arena. Demoró una década en que su bosque llegara al mar.
Para sortear la falta de caminos y transporte usaba alguno de los 10 carruajes que aún se conservan en la estancia heredera de ese pasado, Charles Viejo, con los que recorría los 30 kilómetros entre el casco y la costa. A ese espacio de la costa don Héctor lo bautizo Cariló, que en lengua indígena quiere decir Médano Verde.
Recién en 1948 empezó a trabajar en el loteo residencial. Fue el arquitecto Santiago Sánchez Elía quien diseñó un anteproyecto en 600 hectáreas que, por sobre todo, respetaba el paisaje. La Casa Grande o Divisadero se inauguraría sobre las dunas ese mismo año. El nuevo destino crecía en parcelas de 1000 metros cuadrados en promedio y respetaban el trazado forestal.
Olga nació en el campo, en Madariaga y hoy tiene 90 años. Su padre llegó de España como muchos otros. Le enseñó el gusto por la lectura y la educación por el trabajo arduo. Se casó con “Beto” Villate y tuvieron dos hijos. Vivían en Villa Gesell y tenían una hostería. Cuando en 1975 el municipio de General Madariaga convocó a la licitación pública de los servicios turísticos de sus costas, Olga licitó y obtuvo el permiso para un balneario en Cariló. Tardó dos años en montar una casilla rodante rural para la administración y 20 carpas con 10 sombrillas, en el cruce de las calles Acacia y Águila.
El crecimiento fue lento. En diciembre de 1977 se instaló finalmente el primer balneario oficial de Cariló. Allí nació Cozumel. Recién en 1983 se le autorizó la construcción del primer edificio sobre bases de hormigón. El primer guardavidas fue Ricardo Caporale, egresado de la Cruz Roja, quien por las noches oficiaba de bartender en Divisadero.
El primer carpero y encargado fue Rubén “Cholo” Navarrete. En ese verano inaugural se alquilaron menos del 20% de las escasas carpas y sombrillas disponibles. Durante el invierno siguiente se construyó una casilla de madera prefabricada que servía de administración y vivienda del guardavidas. Su única infraestructura: una bomba de agua manual.
En el invierno de 1979 se crearon los municipios de Villa Gesell y Pinamar, y se dispusieron sus jurisdicciones: Cariló correspondería Pinamar. A fines de 1983, finalmente, se autorizó la construcción del primer edificio, sobre una estructura de hormigón, en ladrillo pintado de blanco y con techos de tejas, al estilo de esa época.
Recién 33 años después, durante el invierno de 2016, se demolió el viejo edificio y se construyó el nuevo parador, que se inauguró en diciembre de ese año.
Desde 1977, el balneario, bar & restaurante Cozumel es administrado y atendido por Olga Villasol y su familia. Está abierto desde noviembre hasta fin de marzo todos los días, y los fines de semana durante el resto del año.
Mauricio Villate, hijo de Olga, es el responsable del balneario en general; la sombra es administrada por Ramón Giamattea y el bar, por Ariel Londaitz. Flavia Sardi D Á riell es la chef, una platense que, luego de recorrer el mundo, decidió abocarse a crear un estilo Cariló para cocinar.
Trabajó junto con distintos chefs de renombre, llegó al hotel Hyatt, viajó y se perfeccionó en Europa, en restaurantes con estrellas Michelin, en cocina y pastelería.
Con su llegada a Cozumel se propuso crear una experiencia gastronómica en un clásico. Hoy su cocina recibe a celebridades de las ollas para hacer experiencias en conjunto: Germán Martitegui, Dolli Yrigoyen, Pablo Massey y Dante Liporace la visitan durante las temporadas. “Cariló tiene el mito de ser caro, pero es valioso –explica Sardi–. Tenés el bosque, el mar y la playa en un solo sitio que mantiene una normativa de convivencia que, a los que vivimos acá, nos da tranquilidad”.
Paz, naturaleza, mar y playa. Dunas rebeldes y liebres que aún olfatean la herencia de don Guerrero. La leyenda sigue intacta. La cuidan sus bosques y los vanguardistas que, como Cozumel, echaron raíces al lado de sus árboles
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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