Macri redefine su papel dentro de la coalición
Apuesta a mantener un papel activo en el escenario político; el nuevo enigma pasa por si usará la carta de “gran elector”
Matías Moreno
Mauricio Macri activó su teléfono celular desde temprano, preparándose para una mañana de domingo agitada. Faltaban minutos para que comunicara a través de sus redes sociales la decisión de no competir en las elecciones presidenciales cuando le escribió a un grupo de exfuncionarios y colaboradores cercanos para anticiparles el contenido del anuncio. Muy pocos estaban al tanto de su secreto, pero la decisión ya estaba tomada desde que se subió al avión que lo trajo de regreso a Buenos Aires desde Madrid, hace nueve días, y no quería demorarla más.
Su última ronda de consultas con referentes opositores y del mundo empresario lo convenció de que no había margen para nuevas postergaciones. Y la inestabilidad económica lo terminó de empujar a hacer saber públicamente sus planes: “Quiero ratificar la decisión de que no seré candidato en las próximas elecciones”, expresó, mirando a cámara, en el video, que grabó en dos tramos, entre el jueves y viernes.
El anuncio de Macri sacudió el panorama electoral y puso en estado de deliberación a sus socios de Juntos por el Cambio. Muchos daban por descontado que no entraría en la disputa por la presidencia, pero no esperaban que pusiera fin al misterio ayer. Incluso varios referentes de Pro, como Horacio Rodríguez Larreta y Cristian Ritondo, charlaron y bailaron con él hasta la madrugada de ayer, en la fiesta de casamiento de María Eugenia Vidal, y no percibieron que Macri ya tuviera listo su mensaje.
Quienes participaron del festejo notaron un clima distendido entre Macri y sus herederos. Si bien en el macrismo había rumores de que se acercaba la definición, el expresidente se fue de la estancia El Rosario, en San Antonio de Areco, sin dar pistas. Es más: le agradeció a Alex Campbell, ladero de Vidal, que le hubiera escrito una carta para pedirle que tenga un rol protagónico en la contienda. Y habló con Emmanuel Ferrario sobre su afición por las partidas de bridge. Tampoco le adelantó sus planes a Ritondo. Los guardó bajo siete llaves. En cambio, Bullrich intuía que podría haber novedades. ¿O ya sabía?
Cumbre en Acassuso
Mientras en el larretismo y el bullrichismo celebraban con alivio la definición de Macri, el expresidente se mantuvo en línea con sus colaboradores más cercanos para debatir sobre el impacto de su decisión y su rol a futuro en la oposición. Y convocó a su casa de Acassuso a sus allegados: Fernando de Andreis, Darío Nieto, Mora Jozami, Julieta Herrero, Fátima Micheo, Gustavo Gómez Repetto, Julián Gallo y Hernán Iglesias Illa, entre otros. A lo largo del almuerzo, el expresidente monitoreó las reacciones a su anuncio y remarcó la necesidad de exhibir nitidez y “autenticidad” en la campaña.
“En los tuits de Patricia y Horacio lo ponen como si fuera San Martín. ¿Por qué pedían que se bajara si era tan bueno? Ahora la lupa estará sobre ellos. Hay que ver si pueden conducir el frente opositor”, chicaneó un exministro de Macri. Además, el expresidente sabe que sus herederos requerirán de sus contactos en el mundo empresario y diplomático.
En los diálogos con sus leales, el fundador de Pro dejó en claro que mantendrá un papel activo en el universo de JxC. Anoche tenía previsto cenar con los expresidentes Felipe Calderón (México) y Sebastián Piñera (Chile); la diputada española Cayetana Álvarez de Toledo, y el referente de la Fundación Libertad Gerardo Bongiovanni. Hoy expondrá en el encuentro anual de esa institución y el martes recibirá a la mesa de conducción de Pro en Buenos Aires. “Va a seguir teniendo la misma incidencia”, desliza uno de los jefes del macrismo.
Macri quiso dejar en claro que su renunciamiento no implica un corrimiento de la primera línea de batalla: “Está en el barco más que nunca”, señaló uno de sus leales. Por eso, remarcará en sus intervenciones públicas un pasaje de su video de seis minutos: “Estuve, estoy y estaré”. Confía en mantener la “conexión emocional”, dicen los suyos, con sus seguidores. Él se siente el accionista mayoritario del ecosistema antikirchnerista.
Consciente de que sumó méritos para convertirse en el “gran elector”, Macri intentará colocarse como el “garante del cambio”. Pretende mantener su poder de influencia para colaborar con un triunfo opositor en las urnas y garantizar que el próximo presidente impulsará un “programa de cambio”. En su círculo de confianza avisan que seguirá marcando sus posiciones y fijando el rumbo durante la pulseada entre Bullrich, Larreta y Vidal por su sucesión. “Va a ser ecuánime, no imparcial”, aventuran.
Su plan y el impacto
“Macri no es un político tradicional”, repetían en el entorno del expresidente después de que publicó su anuncio. En sus últimas conversaciones con integrantes del “círculo rojo” y referentes de JxC, el expresidente auscultó el clima político: a aquellos que le decían que tenía que postularse los desafiaba a salir públicamente a activar un operativo clamor. Macri estaba convencido de que podía sortear el test electoral por el nivel de la crisis económica y el desgaste del Frente de Todos –imponerse en las PASO de JxC y superar al postulante del kirchnerismo–, pero dudaba de que hubiera consenso en el establishment y la clase dirigente sobre las reformas profundas para sacar al país del estancamiento.
También evaluó el costo familiar de ponerse al frente de la cruzada. Satisfecho con las libertades que le otorga su rol actual de expresidente, maduró la decisión de que no deseaba regresar a la “jaula de oro”. Entendió, dicen quienes lo frecuentan, que era momento de despejar el camino a sus herederos. Por eso, machacará con que él apuesta a otra “cultura del poder” y a la renovación, no a liderazgos “paternalistas” o “mesiánicos”. Esa fue una reflexión sobre el fenómeno antisistema de Javier Milei, cuyo crecimiento en los sondeos le preocupa. Eso sí: cuida el vínculo con el economista y evita cuestionarlo en público. De hecho, intentó retomar los contactos con él.
Después de sus últimos sondeos con economistas del espacio –sobre todo, su charla con Ricardo López Murphy–, quedó perplejo por la gravedad del cuadro financiero. Más aún cuando Sergio Massa anunció el canje forzoso: “Rifaron todo”, repetía. Consideró, comentan quienes lo tratan a menudo, que a la inestabilidad económica no se podían sumar más incertezas políticas. “Lo hace tres meses antes del cierre de listas: está dando claridad y certeza para que no digan que especula con la candidatura de Cristina”, comentó uno de sus dirigentes de confianza.
Durante los últimos días, varios allegados a Macri intentaron convencerlo de que jugara. Miguel Ángel Pichetto lo alentó en la reunión del martes en la que el exmandatario se reencontró con Ernesto Sanz. Incluso, Jorge Triaca le llevó ese día unas encuestas que había encargado que arrojaban números favorables en un eventual escenario con Cristina Kirchner en la cancha. Pero el fundador de Pro consideró que era momento para que otro dirigente de JxC dispute el cetro en los próximos comicios. “Sabe que esto tendrá un impacto en las expectativas de la sociedad y en el mundo empresario. Ahora, Horacio y Patricia deben construir confianza de que pueden ser garantes”, sintetizó uno de los que lo acompañan desde que volvió al llano.
Pichetto lamentó que Macri no se suba al ring, pero advirtió a sus socios que mantendrá el poder de influencia. “¡Chocolate por la noticia!”, les comentó Elisa Carrió a sus allegados. La líder de la Coalición Cívica sospechaba que el expresidente, de quien se mantiene distanciada, no se anotaría en la pelea porque no tenía los números para ser competitivo. “Él solo juega a ganador”, comentó. En la UCR hubo sorpresa y alivio
Si bien Macri coqueteará desde ahora con el rol de gran elector, los jerarcas de Pro aventuran que intentará ser un guardián de la unidad. Y que su figura servirá para evitar una competencia “a cara de perro” entre las facciones de Bullrich y Larreta, que fragmente a JxC. “Mauricio va a tener un rol importante en el día después de las PASO”, aventuró Jorge Macri, el elegido del expresidente para la pelea por la sucesión de Larreta.
Tanto Bullrich como Larreta, las figuras de Pro que ya están anotadas en la pelea por la presidencia, estaban convencidos de que Macri no se subiría al ring, pero necesitaban que develara el misterio. Es que la incógnita de Macri se colaba en las charlas privadas con grandes empresarios, referentes políticos o aliados de JxC y condicionaba el avance de sus proyectos presidenciales. “Esto despeja el camino”, celebraron cerca de Bullrich.
En el equipo de Larreta mostraban alivio. La cumbre del viernes entre el jefe porteño y el expresidente había dejado señales de distensión en la pulseada por la ciudad. Larreta y los suyos valoran que no haya estirado la definición más tiempo: “No podía haber más agujeros en JxC”, analizaron.
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