Ciudades de los 15 minutos: la gran promesa que hoy está en discusión
Del simple fastidio a las teorías conspiranoicas: por qué el concepto que prometía renovar la vida urbana se volvió motivo de discordia
por Chris Stanford »ILUSTRACIÓN MARIANO ENRÍQUEZ
Se trata de una vieja y aparentemente inocua idea de los planificadores urbanos: cuanto más cerca vivamos de nuestro lugar de trabajo, comercios, escuelas y otras actividades, mejor será nuestra calidad de vida.
Pero el concepto de las así llamadas “ciudades de 15 minutos”, donde las necesidades de la vida se encuentran a una corta distancia a pie o en bicicleta de nuestros hogares, no a todo el mundo le parece una utopía. A algunos les suena como una restricción a su costumbre de manejarse en auto. Para otros, especialmente las personas de extrema derecha, es el primer paso hacia un confinamiento draconiano impuesto por el Estado para que nos quedemos encerrados en nuestras casas.
De un modo u otro, el tema se ha convertido en una fuente de confusión y desinformación generalizada, y también de las más diversas teorías conspiranoicas.
Breve historia
La idea detrás de las ciudades de 15 minutos no es nueva, y es conocida por todos los que hayan tenido la oportunidad de conocer las aldeas tradicionales de Europa o recuerde la bulliciosa “Calle Principal” de las ciudades de Estados Unidos antes de la expansión del Sistema Interestatal de Autopistas.
En épocas más recientes, los desarrollos inmobiliarios que se promocionan como lugares para vivir, trabajar y entretenerse han ayudado a revitalizar las ciudades del interior de Estados Unidos. En 2012, la ciudad de Portland, Oregón, encaró un plan de “barrios de 20 minutos”, donde los vecinos podrían vivir a unos kilómetros de servicios como supermercados, parques y escuelas primarias.
El concepto cobró un nuevo impulso durante la pandemia, que alteró no solo la vida cotidiana de millones de personas que hasta entonces viajaban diariamente para ir a trabajar, sino también las ideas sobre el futuro del diseño urbano. Sus defensores dicen que las ciudades de 15 minutos son más saludables para sus residentes y más amables con el medio ambiente, ya que fomentan la caminata y desalientan la dependencia de los automóviles.
¿La idea realmente ha crecido?
Se diría que sí.
En respuesta a los desafíos planteados por la pandemia y el cambio climático, varias ciudades de todo el mundo han adoptado políticas inspiradas en el modelo de 15 minutos, con el objetivo de mejorar la habitabilidad y sustentabilidad de su entorno urbano.
Uno de los planes más agresivos ha sido el de París, donde ya antes de la pandemia, la alcaldesa Anne Hidalgo se puso en pie de guerra contra el uso de automóviles, como parte de un esfuerzo por reducir las emisiones de gases que están recalentando el planeta.
Poco después, Hidalgo convirtió la idea de ciudad de 15 minutos en pieza central de su exitosa campaña de reelección en 2020.
Uno de sus asesores, el académico francés Carlos Moreno, popularizó el modelo de la ciudad de 15 minutos (o “la ville du quart d’heure”) y en una charla TED de 2020 describió cuales eran sus tres características fundamentales.
“Primero, el ritmo de la ciudad debe seguir el de los humanos, no el de los autos”, dijo Moreno. “En segundo lugar, cada metro cuadrado debe servir para muchos propósitos diferentes al mismo tiempo. Finalmente, los barrios tienen que ser diseñados para que podamos vivir, trabajar y crecer en ellos sin tener que viajar o desplazarnos constantemente de un lugar a otro.”
Autos vs. peatones
Es justamente la primera característica –el foco puesto en las personas, en lugar de los autos– la que ha generado algunos rechazos recientemente, ya que según algunas personas las ciudades de 15 minutos vendrían a reemplazar los confinamientos pandémicos por el Covid y el uso de barbijo, o sea una amenaza definitiva a las libertades personales.
Jordan B. Peterson, un psicólogo y comentarista muy crítico del progresismo moderno que tiene un popular canal de Youtube, apunta contra los “tiránicos burócratas idiotas” que pretenden decirnos cuándo y dónde manejar nuestro auto, y agrega que las ciudades de 15 minutos “son solo otra moda pasajera de los aspirantes a autócratas”.
El mes pasado, por Twitter, Peterson apuntó contra un informe de C40 Cities, un grupo de 96 ciudades de todo el mundo que trabajan para mitigar los efectos del cambio climático, que decía que “cualquier ciudad donde para trasladarse sea necesario un vehículo particular probablemente sea una ciudad desigual en esencia.”
El concepto de “ciudades de 15 minutos” también ha caído en redes conspirativas más amplias, que hablan de intentos de remodelización social aprovechando el momento en que el mundo emerge de la pandemia. Muchas de esas teorías ponen el foco en una iniciativa del Foro Económico Mundial llamada “El Gran Reinicio”.
La iniciativa fue presentada en 2020 con un video narrado por el entonces príncipe de Gales, ahora rey Carlos III, donde reclamaba “acciones audaces e imaginativas” en pos de un futuro más equitativo y sustentable.
Pero ese plan de gran alcance, aunque vago, del Foro Económico Mundial –una organización no gubernamental más conocida por su reunión anual de líderes empresariales en Davos, Suiza–, pronto empezó a generar preocupación, algunas más razonables que otras, sobre la posible utilización de la pandemia por parte de una élite no elegida por nadie para reordenar la vida tal como la conocemos.
El propio grupo de Davos reconoció más tarde en un video que la denominación “Gran reinicio” no cayó nada bien, y que sonaba “como si estuviera enmascarando un plan nefasto para dominar el mundo”.
Polémica y realidad
El debate sobre las ciudades de 15 minutos ha sido especialmente acalorado en Gran Bretaña, donde varias ciudades, especialmente Oxford, adoptaron políticas que incorporan partes de esa idea.
El mes pasado, en el Parlamento inglés, el representante conservador por Yorkshire, Nick Fletcher, reclamó que se debata “el concepto socialista internacional de ciudades de 15 minutos”, que según él, “va en desmedro de las libertades personales”.
Días después, Mark Dolan, presentador del nuevo canal de noticias GB News, advirtió a los televidentes de lo que calificó como un “plan distópico” al que aspiran varias comunidades y que descansa en la idea “de una cultura de la vigilancia que sería la envidia Pyongyang”, en referencia al gobierno autocrático de Corea del Norte.
Filtros de tráfico
En Oxford, una centenaria ciudad universitaria que padece embotellamientos de tránsito crónicos, los funcionarios locales han mencionado el concepto de ciudad de 15 minutos como parte de sus planes de desarrollo a largo plazo. Pero la idea también quedó enredada en un debate más urgente sobre los intentos para limitar la circulación vehicular en la ciudad.
El año pasado, las autoridades de Oxford aprobaron un plan para instalar “filtros de tráfico”, que limitarían el acceso a seis calles de la ciudad durante determinadas horas del día. Los filtros son cámaras, no barreras físicas, que toman fotos de las matrículas de los vehículos para luego emitir multas a quienes no tienen permiso de circular.
Las autoridades dijeron que el sistema tiene el propósito de reducir el tráfico y trasladarlo a la “avenida de circunvalación” que rodea la ciudad. Pero su implementación generó un caos generalizado sobre dónde y cuándo podían circular los conductores, una confusión alimentada por la desinformación y las noticias falsas en las redes sociales, donde algunos difundían que la gente quedaría confinada en su vecindario, y que necesitaría permiso del gobierno para salir.
Además de los filtros de tráfico, algunas áreas de Oxford han sido designadas como “barrios de poco tráfico”, un sistema utilizado en otras ciudades de Gran Bretaña y que consiste en barreras físicas que impiden la circulación de vehículos en ciertas calles, para desazón de algunos conductores y vecinos.
“Esas teorías conspirativas causan daños en el mundo real y deben frenarse”, dijo en un video Liz Leffman, líder del Consejo del condado de Oxfordshire. “Hemos recibido cientos de llamadas y correos electrónicos de vecinos preocupados y con un temor comprensible a que los encierren en sus propios hogares. Esto es categóricamente falso”, dijo Leffman.
Pero sus garantías no lograron acallar la controversia, y el mes pasado miles de vecinos de Oxford salieron a las calles a manifestar contra las medidas de tráfico, según informó la BBC.
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