lunes, 13 de noviembre de 2023

EL ESCENARIO ECONÓMICO E INFLACIÓN


La “cláusula” Milei acorrala a Massa
Si el candidato libertario fuera elegido, el peso sufrirá una presión extrema la semana siguiente al balotaje y el ministro tendrá un problema mayor que el hecho de haberse quedado sin presidencia
Pablo Fernández BlancoEl expresidente del Banco central Federico Sturzenegger
Un audio de Whatsapp generó revuelo esta semana en las mesas de dinero de los bancos argentinos. Sostenía que el equipo de Javier Milei le había pedido a Luis Caputo, más conocido como Toto, expresidente del Banco Central durante la gestión de Mauricio Macri, un plan de dolarización alternativo al de Emilio Ocampo, la persona designada para conducir la entidad monetaria si el libertario es Presidente. Todas las miradas apuntaron a Nicolás Posse, hombre de confianza de Milei y su potencial jefe de Gabinete.
En conversaciones privadas, el exfuncionario de Macri desmintió el mensaje viralizado, pero en la aclaración arrojó una nueva revelación. Su consultora, Anker, es objeto de consulta periódica por parte de La Libertad Avanza.
Son coincidencias que despiertan suspicacias a pocos días de una elección definitoria. Caputo tranquiliza a la interna libertaria: asegura que no tiene intenciones de ocupar ningún lugar en un futuro gobierno de Milei por condicionantes familiares. Su negativa desilusionó a personas que en el futuro podrían ser muy poderosas. Distinto sería el caso, en cambio, si le ofrecen asesorar al Poder Ejecutivo.
Más allá de las aclaraciones que pueda hacer el expresidente del Banco Central, una parte del daño estaba hecho. El propio Ocampo se mostró molesto por el comentario que circuló por la city. Son tensiones internas que crecerán en caso de que el libertario resulte victorioso, porque los dirigentes originales de La Libertad Avanza se enfrentan ahora a un ejército entrenado en el Estado proveniente del pacto con Macri y con Patricia Bullrich que intentará colonizarlos.
Los entrecruzamientos ya comenzaron. Dirigentes de La Libertad Avanza descuentan que Guillermo Dietrich y Germán Garavano se sumarán a un eventual gobierno de Milei. Nadie en la otra orilla lo confirma, pero la conversación libertaria les da forma a los estados de ánimo en el partido de Milei. Tiene, además, orígenes bien fundados.
Macri les planteó en distintas ocasiones a Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta, antes de la definición de esa interna, la conveniencia de recuperar en un eventual gobierno propio a algunos de sus exministros. A esos nombres les sumaba también el de Andrés Ibarra, ahora más interesado en ganarle a Juan Román Riquelme la elección por la conducción de Boca.
Los ejemplos anteriores son miniaturas de un movimiento mucho más amplio. Una nueva línea política que podría cumplir un rol importante durante el próximo gobierno está germinando en la Argentina. Ya tiene nombre. Se llama La Fuerza del Cambio y está hecha sobre las cenizas de la derrota electoral de Bullrich en las elecciones generales. Después de días de desasosiego tras el golpe, la excandidata a presidente recuperó su agenda de construcción habitual y apuesta a un triunfo de Milei.
Detrás de ese nuevo ímpetu hay una idea económica, un grupo de dirigentes dispuestos a sumarse a un futuro gobierno de un signo distinto al que pensaban antes de las elecciones de octubre y el principio de una organización para administrar el país en caso de que se imponga La Libertad Avanza.
En las oficinas de Macri en la Avenida del Libertador se cocina la depuración de Juntos por el Cambio con una clara impronta económica. La propia Bullrich lo suele ver personalmente. Una de las últimas veces ocurrió el miércoles pasado, a las 11. Un día antes, la presidenta de Pro se había reunido con Federico Sturzenegger, que trabajó con ella en la campaña.
El expresidente del Banco Central es un puente entre las nuevas fuerzas que empiezan a convivir. Milei cree que es uno de los mejores economistas de la Argentina, algo que les dijo tanto a Bullrich como a Macri. Y Sturzenegger es un agradecido del libertario por haberlo apoyado públicamente tras la salida sin brillo del gobierno de Cambiemos.
Los intereses de Sturzenegger lo llevaron en el último tiempo lejos de la especialidad que lo hizo popular. A pedido de Bullrich, desarrolló un trabajo para eliminar la burocracia y desregular prácticamente a todo el Estado. Es un trabajo muy ambicioso que la excandidata puso a disposición de su vencedor. Esa materia, sin embargo, podría quedarle chica a Sturzenegger. Los mismos que descuentan la llegada de Garavano y Dietrich ya lo anticipan como ministro de Economía.
Milei, Macri y Bullrich, los integrantes de la nueva sociedad política, se prometieron no hablar con respecto al manejo de un eventual gobierno hasta el día después de las elecciones. Hay, sin embargo, dos acuerdos operativos.
El tándem Macri-bullrich dará por hecho que el plan económico lo pondrá Milei si es que gana la elección. Eso incluye, por ejemplo, aceptar la dolarización que propone el libertario. Sus nuevos socios creen que la realidad irá marcando el camino de las posibilidades para las cosas que quiere Milei. La dolarización no es una obviedad, pero tampoco nadie puede descartarla.
La otra convicción es que la transferencia de dirigentes en caso de que Milei sea gobierno se deberá dar de manera ordenada. Más que funcionarios, la intención es traspasar equipos completos que ya venían trabajando.
Hay, de todas maneras, nombres que quedarán por el camino. Carlos Melconian se mantiene en buenos términos con Bullrich. De hecho, hablan con cierta frecuencia. Pero nadie lo imagina en un gobierno libertario, al igual que a Hernán Lacunza, el exministro de Macri que está más identificado con Larreta.
Entre dos tierras está Luciano Laspina. Es un orgánico de Bullrich, pero tiene dos años más en su cargo de diputado y no está convencido acerca de algunas de las principales banderas de Milei, como la dolarización. Laspina, además, tocará las puertas de Jorge Macri por el Banco Ciudad, que en el pasado catapultó a Sturzenegger y a Rogelio Frigerio, gobernador electo de Entre Ríos.
El desembarco de Macri y Bullrich limó las puntas más filosas del discurso de Milei, que de todas maneras está decidido a continuar con su proyecto económico en caso de ser electo. Sus capítulos más destacados son el cambio de régimen monetario y el cierre del Banco Central. Sus colaboradores más cercanos lo confirman. La Libertad Avanza cree que, en caso de llegar al gobierno, recibirá una inyección adicional de US$15.000 millones para aplicar el plan. La orilla macrista descree.
En cualquier caso, en la intimidad Milei parece comprender cada vez más que los límites prácticos a sus ideas los impondrá la realidad. Su potencial ministro del Interior, Guillermo Francos, de los más activos en la tarea de coordinar miles de fiscales con una parte de Pro y del radicalismo, trabajó con el candidato una dimensión central de la que podría ser su tarea en unos meses.
Llevar a la práctica cualquier propuesta importante requerirá convencer a los actores parlamentarios. Es otro motivo por el cual el resultado del balotaje será clave: para cualquier candidato, la capacidad futura de hacer reformas estará afectada indirectamente por el apoyo que reciban en los comicios.
El dólar será un protagonista estelar de relevancia en la noche del 19 de noviembre, cuando haya un ganador de la elección presidencial. Si Milei es electo y se aferra a sus insignias, como confirman en su equipo, el peso sufrirá una presión extrema la semana siguiente y Sergio Massa tendrá un problema mayor que el hecho de haber quedado a las puertas de la Presidencia.
En cambio, un triunfo del ministro de Economía le daría la máxima responsabilidad sobre la tierra arrasada que dejó la gestión de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, ahora tercerizada a favor de él mismo. En el Banco Central, la situación es caótica.
Información reservada que vio la nacion acredita que el último pago al Fondo Monetario Internacional (FMI) no se hizo con yuanes, la plata que presta China, sino con DEG (la moneda de la entidad con base en Washington) y dólares propios. Eso ocurrió por la tácita “cláusula Milei” que pesa sobre Massa.
Ocurre que China no quiere liberar más dinero hasta que se conozca el resultado de los comicios. Hay coincidencias en el mundo bipolar. Lo mismo hizo el FMI -la referencia geográfica es Washington, capital política antagonista de Beijing- con Macri en 2019, tras la derrota frente a Alberto Fernández.
La inminencia del desenlace también afecta a Massa en otros territorios. Les volvió a pedir plata al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y a Qatar, que ya lo ayudaron. Por ahora, no hay respuesta.
Las reservas de las reservas comienzan a agotarse. Especialistas en la contabilidad del BCRA estiman que la entidad que maneja Miguel Pesce usó casi todos los fondos de Sedesa. Es la abreviación de Seguro de Depósitos S.A., una sociedad mixta dedicada a administrar un fondo de garantía de depósitos del sistema bancario. Hasta esta crisis del dólar, era algo casi intocable.
En total, al BCRA no le quedarían más de US$700 millones, con una mirada generosa, para cubrir importaciones. Es una cifra exigua. Quizá por eso Massa no se compromete a anticipar qué va a hacer el día después de los comicios si resulta electo. No importa cuánto se lo puedan preguntar desde la Unión Industrial Argentina (UIA).
Massa deberá poner cara de póker el jueves, cuando almuerce con un grupo selecto de empresarios en el denominado CICYP. Un día antes le tocará a Javier Milei, cuyos equipos técnicos tendrán un encuentro cara a cara con el concentrado Grupo de los Seis (agrupa a las principales entidades empresariales del país) mañana temprano. Estarán encabezados por Nicolás Posse.
Todos los caminos conducen a la convalidación, tras la definición electoral, de algo que ya se vive hoy, aunque está escondido a la vista de todos. El precio del dólar no es el que es. Según un cálculo de la sociedad de bolsa Cohen, todo lo que exporta la Argentina recibe un tipo de cambio de $538. Y casi todo lo que entra, de $730. Así, el 75% de la economía se maneja con un dólar de $464. La devaluación ya llegó. Solo falta que se note en los carteles.ß
Sturzenegger ya es señalado como un posible ministro de Economía de Milei
A Melconian y a Lacunza nadie los imagina en un gobierno libertario
Si Milei fuera elegido, el peso sufrirá una presión extrema desde el lunes 20
Al Banco Central no le quedan más de US$700 millones para importaciones

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Inflación: las consultoras estiman en 10% el dato que se conocerá
Corresponde a octubre y será el último indicador en difundirse antes de la definición electoral; la comparación histórica
Esteban Lafuente
La gestión de Alberto Fernández concluirá con una certeza: será la presidencia con mayor inflación desde el final la Convertibilidad. Distanciado de la primera línea de gestión de un gobierno que hace más de un año dejó las riendas en manos del ministro de Economía y candidato, Sergio Massa, el elegido por Cristina Kirchner para encabezar la fórmula presidencial en 2019 cerrará su mandato con más de 750% de inflación acumulada y distorsiones de precios que presionarán sobre los planes de la futura administración.
El dato de octubre del Indec, que se conocerá mañana, confirmará el nuevo piso, en torno de las dos cifras mensuales, en el que se ubicó el alza del costo de vida tras las PASO y la devaluación del tipo de cambio oficial que convalidó el Gobierno.
Las consultoras privadas estimaron la inflación del mes pasado en alrededor del 10%, algo que se confirmó en el último dato oficial publicado. Se trata del IPC porteño publicado esta semana, que estimó un 9,4% en el mes, con subas del 9% en alimentos y del 10,1% en la inflación núcleo.
Hasta septiembre, la gestión Fernández-kirchner acumula un 744% de inflación, según las mediciones del Indec desde diciembre de 2019 hasta el último dato disponible. Y, al cotejar esa variación con presidencias anteriores, los números dan cuenta de un fracaso sostenido en el manejo de esta variable en las últimas décadas, que cruza distintas administraciones.
En igual cantidad de meses transcurridos desde su llegada a la Casa Rosada, el gobierno de Cambiemos (Mauricio Macri) acumulaba 260% de inflación. Ese número, a su vez, es mayor al que marcó el alza del costo de vida durante las dos presidencias de Cristina Kirchner (116% y 172%, respectivamente), según las estimaciones del analista Salvador Vitelli, director de Research en Romano Group. Y este último punto incluye un asterisco: se consideró la variación del IPC de San Luis porque desde 2007 el Gobierno manipuló las estadísticas del Indec, justamente para intentar ocultar la aceleración inflacionaria consecuencia de la política macroeconómica.
Con una tendencia alcista en los últimos años, el ritmo de ajuste de los precios internos se incrementó fuertemente en los últimos meses, después de las primarias y el salto cambiario. Aun con el tipo de cambio fijo desde entonces en $350, acuerdos de precios en alimentos y otros rubros “pisados” o congelados (tarifas de servicios públicos, transporte, salud privada), la inflación se aceleró en distintas categorías y profundizó una silenciosa brecha que se esconde detrás del índice de precios al consumidor (IPC).
“Con la información que detalla el Indec mensualmente para el GBA, puede verse que casi 43% de la canasta relevada tuvo un aumento de precios por debajo del promedio en los últimos nueve meses frente a diciembre de 2022. Y eso en principio supone un atraso. Y dentro de esta canasta de bienes y servicios los más rezagados son alquileres, combustibles, aceites, prepagas, tabaco y transporte público”, dice Melisa Sala, economista jefa de LCG.
“Para tener una idea de la magnitud del ajuste que demandará su corrección vale considerar que, de haber crecido en línea con el promedio, estos precios habrían sumado 13 puntos porcentuales más de inflación a la suba de 102% acumulada en la región del GBA en nueve meses de este año”, agrega Sala.
Si bien el promedio de inflación en esta administración supera el 700% acumulado desde diciembre de 2019, el rubro indumentaria (ropa y calzado) encabeza el listado de ajustes con casi 995%, seguido de restaurantes (914%) y alimentos (805%). En cambio, segmentos con fuerte intervención o regulación oficial, como Comunicaciones (368,3%), Vivienda y servicios públicos (415,8%), Educación (588,4%) o Transporte (628,2%) se ubican por debajo de la media y ponen en jaque una baja de la inflación a corto plazo. Es la “inflación reprimida”, como la definen técnicamente los economistas, cuya corrección se volverá indispensable en cualquier plan de estabilización que encare la próxima administración.
En este contexto de distorsiones acumuladas, la dinámica para noviembre no arroja perspectivas de una baja significativa ni elimina presiones al alza. De hecho, la medición semanal de precios ad hoc que realiza y difunde el Ministerio de Economía se ubica por encima del 2,2% desde comienzos de octubre (fue 2,3% en la primera semana de noviembre).
El acumulado de las cuatro semanas previas ascendió al 9,2%, crece con respecto al mes anterior y desbarata las afirmaciones del viceministro Gabriel Rubinstein, quien insiste en una “baja” de la inflación.
También desmienten estas proyecciones las mediciones semanales de consultoras como LCG, que realiza un monitoreo semanal online de 5000 productos del rubro alimentos y bebidas. Según esta firma, hubo aumentos del 3,4% y 2,1% en las últimas dos semanas, con un promedio que “continúa acelerándose” y alcanza el 9% acumulado en las últimas cuatro semanas.
“Para noviembre volvemos a esperar una aceleración de la inflación minorista. Después de las elecciones del 19 de noviembre deberían empezar a descongelarse algunos precios reprimidos hasta ahora, entre ellos el dólar oficial, las cuotas de medicina prepaga, combustibles y los incluidos dentro del programa Precios Justos”, plantea Sala, quien afirma que, aun sin una disparada de los dólares libres, la incertidumbre por el cambio de gobierno genera un piso de dos dígitos para este mes.
En esa línea coincide María Castiglioni, directora de C&T Asesores Económicos, que estimó para octubre un 9,6% de inflación y consideró que la proyección de la primera semana de noviembre estuvo por encima del 2,3%.
“La inflación se venía acelerando desde la segunda y la tercera semana de octubre, y eso lo vemos también en noviembre. Hay precios que aumentan más a principios de mes, pero vemos que alimentos y bebidas están en punta, con la carne subiendo fuerte”, dijo la economista, quien también se refirió a las debilidades del plan de acuerdos de precios (Precios Justos) a los que apuesta el Gobierno: “Vemos cada vez más faltantes de muchos productos, que tuvieron un ajuste, pero lo que no hay es cantidad. Hay cada vez más escasez en las góndolas”.

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