domingo, 12 de noviembre de 2023

HISTORIA DEL ARTE (X 2 )


Para agendar
Macba (Av. San Juan 328), hasta el 10 de marzo. Visitas: de 12 a 19. Jueves a lunes, entrada general, $1200; miércoles, $800.

El regreso “obsceno” de Pablo Siquier y su despedida de la geometría abstracta
Tras la muestra de inéditos que acaba de inaugurar en el Macba, el pintor se aleja de su estilo inconfundible para trabajar en obras figurativas; su primera muestra en ocho años
Fernando GarcíaPablo Siquier, el último maestro abstracto argentino, se despide de sí mismo
“Todavía no pinté un fucking centímetro cuadrado”, dice Pablo Siquier (Buenos Aires, 1960) relajado en uno de esos sillones de cuero ubicados en el centro de las salas para tener una visión equidistante de las pinturas. Siquier no está hablando de que le falte terminar alguna de las obras que completan Obsceno, su primera muestra en Buenos Aires en ocho años, que acaba de abrir en el Museo de Arte Contemporáneo (Macba) de San Telmo. Habla del futuro y de lo que califica, con sorna, “una primicia mundial”.
Estos diez cuadros dispuestos en dos grandes salas y un entrepiso de este edificio neobrutalista sobre la avenida San Juan al 300 son una suerte de despedida. Cuando vuelva a mostrar en 2025 en la galería Ruth Benzacar, que lo representa desde los años ‘90, habrá abandonado el estilo que lo hace inconfundible para abismarse en la figuración. Quizás no sea una “primicia mundial”, pero es suficiente para ponerlo en letras de neón: Pablo Siquier, el último maestro abstracto argentino, de algún modo, se despide de sí mismo.
La despedida no era el plan del artista ni de Rodrigo Alonso, el curador que pensó en exhibir estas piezas nunca vistas antes, que atraviesan tres décadas hasta hoy. Sucede que Siquier es un pintor que hace mucho y muestra poco (aunque su producción en el espacio público, en la estación Carlos Pellegrini, en Puerto Madero y en el aeropuerto de Rosario, lo mantenga visible) y estos inéditos pasaron de la trastienda de Benzacar a colecciones privadas. Lo de Obsceno, que parece un nombre adecuado para un álbum de Babasónicos, viene de un brainstorming entre el curador y el artista que prefirió que su adiós a la geometría abstracta llevara ese nombre más asociable a una estética trash que a la perfección obsesiva de sus trazos, que pasan del programa Illustrator al ploteo y luego a la tela a través del acrílico.
Para Alonso, la obscenidad de Siquier está dada porque su geometría se presenta tal cual es y es, así, “exhibicionista”, no esconde nada. Para el pintor las razones son más bien lúdicas, una boutade. Extremar la parte racional e inconsciente de sus característicos laberintos porque, por ejemplo, las obras de Obsceno, como todas las de su producción, se titulan siguiendo un código hermético. Así, 2308, la última de la serie blanco y negro que hizo, viene a decir que es su octava pintura en lo que va del año.
Técnico químico, Siquier tuvo que haberse familiarizado con el dibujo técnico en el colegio industrial, pero fueron sus incansables caminatas por la ciudad las que dejaron huella del eclecticismo de la arquitectura porteña en su impactante geometría. Se considera a sí mismo “borgeano”, alguien influenciado por todas las tradiciones y ninguna a la vez.
Como otros artistas que aparecieron en la escena entre fines de los ‘80 y principios de los ‘90, Siquier se las arregló para dejar huella con una imagen propia. Entre todos es aquel que sostuvo el mayor compromiso con la abstracción geométrica sin necesidad de citar el arte concreto de los años 40, ni el Op de Julio Le Parc ni tampoco la reflexión sobre la estética precolombina. Lo suyo más bien parece un espejo deformado de la caligrafía islámica, el rasgo más sofisticado de una cultura iconoclasta. “Sí, porque tanto la caligrafía árabe como mi pintura funcionan sobre lo ornamental”, dice.
Pablo Siquier se considera “expresivo” pero no expresionista y cree haber estado pintando una y otra vez un único cuadro hasta que se hartó de hacerlo. Y eso es ahora mismo cuando dice que lo próximo suyo que veremos en Benzacar pertenecerá al reino de la figuración.
¿Cómo serán los nuevos Siquier entonces? “No tengo la menor idea. Soy un artista que trabaja de forma proyectual y a largo plazo. Por ahora estoy rodeado de óleos y trementina como cuando empecé la escuela de arte”, dice. Habría que espiar bocetos o señales en el taller de Villa Crespo que comparte con los artistas Jorge Macchi y Carlos Huffmann y que es su definitivo lugar en el mundo. “De ahí solo me sacan muerto”, exagera.
Parte del secreto que hace que los diseños de Siquier (la vertiginosa 1611 está atravesada por más de cincuenta mil líneas) sean tan pregnantes o “expresivos” es que en su elenco de formas de la serie blanco y negro se dejen ver los contrastes de Alberto Breccia y Jorge de la Vega por otra vía. 2204 es un De la Veg pop donde las gestualidades aisladas del Rompecabezas se traducen a su lenguaje geométrico.
El artista afirma la genealogía. “A De la Vega le debo todo mi trabajo compositivo. Es un pintor que si hubiera sido inglés estaría entre los más célebres del siglo XX para todo el mundo”.
Si bien Siquier aspira a que en sus “obscenidades” los observadores identifiquen algo propio (reflejos de la ciudad perdidos en medio de sus joyas laberínticas) no hay nada de la vida privada del artista que se transfiera en los diseños que siempre distintos son solo uno.
El trazado discontinuo de 2308 no revela una tormenta interior ni nada, es lo que es. Ni siquiera el nacimiento de Alfredo, el hijo que tuvo en 2022 con Gimena Macri se corresponde con algún deslizamiento afectivo del estilo. La “Siquiertría” será entonces el arte de separar de la pintura las alteraciones propias del estado de ánimo.
“En ese sentido soy Mozart”, dice con una mueca apenas detectable. ¿Mozart? “Sí, escribió el Réquiem para la muerte del padre al mismo tiempo que cuartetos muy alegres. Es el paradigma del artista que consigue que la obra sea inmune a lo que le pase al artista. Y eso funciona también para mí”. La obra (de Siquier), entonces, separada de la persona.

Para agendar
Macba (Av. San Juan 328), hasta el 10 de marzo. Visitas: de 12 a 19. Jueves a lunes, entrada general, $1200; miércoles, $800.

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Para agendar
La materia infinita, de Pablo Edelstein, en el Museo de Arte Tigre (Paseo Victorica 972). De miércoles a viernes, de 13 a 18; Sábados, domingos y feriados, de 12 a 18. Hasta el 17 de marzo de 2024. Entradas: $650.

Un libro elegante y una muestra antológica en homenaje al artista de la materia infinita
“Pablo Edelstein Vida y obra” recorre la trayectoria del gran escultor argentino; impulsado por su hijo y su nieto, el tributo incluye una exhibición en el Museo de Tigre que reúne unas setenta piezas
Mercedes Urquiza
Pablo Edelstein, circa 1972, en su atelier de Laprida 2050
Como tantas veces todo empieza con un libro. Y en este caso, está lo que cuenta el libro en sí y también su razón de existir. Además, de la consecuencia inmediata que despertó este libro.
Alexis Edelstein es el nieto e hijo pródigo, que vuelve de Estados Unidos a la Argentina a reencontrarse con su padre Pablo Edelstein para encarar juntos un pendiente familiar: hacer un libro sobre su abuelo, el artista Pablo Eldelstein. Hacer un libro, un libraco, de esos importantes, grandes y pesados que dan cuenta de un legado. Un señor libro que, siguiendo la lógica del artista que les dio el apellido a ambos, es elegante y sustancioso.
Después de cuatro años de trabajo, el nieto y el padre consiguieron materializar, guiados por el equipo de Inda Ediciones, Pablo Edelstein Vida y obra. Se trata de una preciosa publicación recién salida de imprenta que compila la obra y trayectoria de más de setenta años del artista.
"Pablo Edelstein Vida y obra" recorre la trayectoria del escultor y pintor argentino. Publicado por el sello India Ediciones, el libro cuesta $ 25.000.
La edición propone un recorrido temático por la obra de Edelstein (Suiza, 1917 - Buenos Aires, 2010), que rescata de manera anacrónica lo figurativo y abstracto, así como las distintas técnicas y procesos que constituyeron su trayectoria.
La muestra "La materia infinita" reúne unas 70 obras de Pablo Edelstein
Siguiendo el mandato familiar, Eldenstein le dio el gusto a su padre y estudió Agronomía, pero la pasión por el arte que le inculcó su madre de pequeño fue lo que le marcó el ritmo y en cuanto pudo buscó la manera de estudiar, enseñar y crear. En 1944 se instaló en Buenos Aires, decidido a dejar la vida de estanciero para emprender el camino artístico. Del taller de Jorge Larco pasó a formar parte de la histórica Escuela Libre de Artes Plásticas de Altamira. Cambió la tierra por la arcilla y se destacó como escultor. Conocedor de las vanguardias históricas del expresionismo supo armar propio estilo, con obras signadas por texturas rugosas o planas cerámicas en las que brillan distintas experimentaciones con esmaltados.
El peso específico del variado y prolífico cuerpo de obra además de su rol como Jefe del Departamento de Escultura de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano durante treinta años dejaron en evidencia, a partir del libro, la necesidad de reunir su obra en una exposición de carácter antológico. Y así fue que el Museo de Arte Tigre tomó la posta para llevar adelante una completa exhibición, que abre al público este sábado y se podrá visitar hasta el 17 de marzo de 2024. Las salas del histórico edificio, que supo ser el Tigre Club en el Delta, alojan una selección de 70 obras en cerámica, dibujos, pinturas y piezas en metal que el artista produce desde la década del 60 hasta entrados los años 2000.
Con curaduría de Laura Casanovas y Gabriela Vicente Irrazábal, La materia infinita es la primera exposición antológica del artista, a 13 años de su muerte. “El planteo curatorial propone un recorrido con la guía de sus esculturas en vinculación permanente con dibujos y pinturas en tinta, lápiz, pastel y acuarela. La propuesta surge al observar cómo los materiales determinaban decisiones plásticas equivalentes entre las distintas disciplinas en relación a líneas y curvas, texturas, formas, colores y planteos compositivos. Esta perspectiva permite advertir, asimismo, que si bien la producción del artista se mantuvo dentro de los cánones de una representación realista, con eje en la figura humana sobre todo femenina, no dudó en extremar los límites hasta llevarla, en ocasiones, al umbral de la abstracción” apuntan las curadoras, mientras señalan una bella serie de mujeres boxeadoras que el artistas realizó con pasteles en los años setentas.
La muestra incluye obras creadas entra la década del 60 hasta entrados los años 2000.
El rescate familiar y curatorial también destaca a su vez una época, con una sala en particular que reúnen grandes cabezas en chamotte, en las que el escultor inmortalizó algunos de sus contemporáneos cercanos como Jorge Romero Brest, Ricardo Garabito, Luis Seoane y Antonio Berni. También la exposición revela con documentación el vínculo de amistad que tuvo con Lucio Fontana, con quien sostuvo un extenso intercambio epistolar, y claramente le influenció en sus creaciones.
“Viendo trabajar a Fontana tomé por primera vez conciencia de la importancia de lo gestual” cuentan decía Edelstein sobre el precursor de la cerámica abstracta.
Pablo y Alexis Edelstein, hijo y nieto del artista
En el último tramo de su vida, incursionó con la materialidad y las posibilidades de escala que le da el acero inoxidable. En 2007, tuvo su última experiencia expositiva en el Centro Cultural Recoleta. Allí reunió esculturas de tréboles, origamis y cintas de Moebius que realizó a partir del uso del metal. Algunas de aquellas obras se pueden ver en la exposición y dos muy estratégicamente, fueron ubicadas por las curadoras fuera de las salas, en un hall central y en el exterior. Por aquel entonces, en el final de su experimentación, incansable, Edelstein decía: “(…) hemos llegado a reconocer que la materia se puede transformar en energía y que a su vez la energía puede crear nueva materia, en el eterno y acelerado juego del cambio y la evolución”.

Para agendar
La materia infinita, de Pablo Edelstein, en el Museo de Arte Tigre (Paseo Victorica 972). De miércoles a viernes, de 13 a 18; Sábados, domingos y feriados, de 12 a 18. Hasta el 17 de marzo de 2024. Entradas: $650.


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