Se distancian dos grupos en el bloque de diputados de Juntos por el Cambio
La división de la bancada opositora se acelera de cara al balotaje; un sector se ubica a la derecha y se identifica con el acuerdo entre Macri y Milei; el otro se posiciona en el centro
Laura SerraLa bancada de Juntos por el Cambio amenaza con quebrarse
La oposición comenzó a reconfigurarse en el Congreso tras el pacto electoral que sellaron el expresidente Mauricio Macri y el candidato libertario Javier Milei. Más allá de quién resulte elegido presidente en el balotaje del 19 de noviembre, es un hecho que el interbloque Juntos por el Cambio, tal como hoy se lo conoce, se diluirá para dividirse en dos conglomerados parejos en su integración, uno de derecha y otro ubicado en el centro del arco ideológico, cercano a los gobernadores de Juntos por el Cambio.
La fractura de la principal fuerza opositora todavía no está expuesta –ningún sector quiere cargar con la responsabilidad de la ruptura–, pero en los hechos los distintos actores que responden a uno y otro sector comenzaron a operar en función del nuevo escenario político y, una vez conocido el resultado del balotaje, la división se cristalizará.
Así las cosas, el nuevo espacio opositor –que difícilmente mantenga el nombre de Juntos por el Cambio– se inaugurará el 10 de diciembre con 92 miembros en la Cámara de Diputados repartidos en dos sectores casi emparentados en número. De un lado se pararán aquellos que, en caso de que Milei acceda a la presidencia, serán el sostén parlamentario de su gestión. Lo integrarán en su mayoría diputados macristas, aunque también se sumarán extrapartidarios como José Luis Espert (Avanza Libertad) y Ricardo López Murphy (Republicanos Unidos) y la tucumana Paula Omodeo (CREO).
En la otra vereda se ubican quienes, frente al dilema de votar por el oficialista Sergio Massa o el libertario Milei, se mantienen equidistantes para reivindicarse como un “polo opositor responsable” más allá de quién resulte elegido presidente. En este mosaico variopinto conviven la UCR –que posiblemente se unifique con Evolución Radical–, la Coalición Cívica, diputados que responden a los gobernadores de JxC y legisladores cercanos a Horacio Rodríguez Larreta, como María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato.
En este grupo también se incluye Encuentro Federal, con Emilio Monzó, Nicolás Massot y Margarita Stolbizer como principales exponentes. Se sumarían Miguel Pichetto y diputados que vienen del interior; sumarían, en total, una decena de integrantes.
¿Se conformará un nuevo interbloque entre los exsocios de JxC que quedaron rezagados del pacto Macri-Milei? Hay dirigentes que, con la mayor cautela, comenzaron a operar en ese sentido. La intención es conformar un espacio que se mantenga equidistante entre el polo de derecha que encarnarán macristas y libertarios y el polo peronista kirchnerista. Sería una fuerza remozada de JxC aunque sin el condimento de la derecha.
“Todos los que nos quedamos en Juntos por el Cambio vamos a procurar seguir siéndolo, vamos a procurar no desperfilarnos como nos estamos desperfilando aceleradamente en estos días –explicó Nicolás Massot, jefe de bloque de Pro durante el gobierno de Mauricio Macri y ahora diputado electo–. “Muchos de nosotros tenemos la convicción de que no somos parecidos a Milei y que Milei es un cambio que no es necesariamente un cambio deseado”
En declaraciones radiales, continuó: “Yo no quiero ser cómplice. Si Milei accede al poder, yo todas aquellas cosas razonables que tengan que ver con el equilibrio fiscal, con la reducción de la inflación, con la apertura y mejor alineación a socios internacionales, con el combate irrestricto al crimen organizado y la reforma de la Justicia yo la voy a acompañar. De la misma manera en que si Massa, en su necesidad de generar mayorías, está dispuesto a abandonar alguno de los defectos y las malas prácticas de las que somos testigos hace 12 años, también estaremos dispuestos porque no queremos ‘un cambio’ nada más”.
La decisión de Patricia Bullrich –apalancada por Macri– de apostar por Milei en el balotaje adelantó este proceso de reconfiguración interna; su hombre en la Cámara de Diputados y jefe del bloque Pro Cristian Ritondo dio el puntapié inicial al anunciar que apoyará al libertario en el balotaje contra Massa. Detrás de él se encolumnó una treintena de diputados macristas, entre los que se cuentan Damián Arabia, Hernán Lombardi, Sabrina Ajmechet y Silvana Giudici, todos ellos incondicionales de Bullrich.
“Desde 2003 formo parte del @proargentina y acompaño a @ mauriciomacri en la decisión de cambiar el país. Hoy soy primer diputado electo por la lista que lideró @PatoBullrich. Por eso acompaño la postura que ambos tomaron de cara al balotaje del 19 de noviembre. Nuestro adversario es el populismo kirchnerista que tanto daño le hizo al país”, anunció Ritondo la semana pasada en redes sociales.
Si bien en un primer momento el macrismo pensó en publicar un comunicado con todas las adhesiones, finalmente la idea naufragó. “Iba a ser interpretado en la bancada como una señal anticipatoria de ruptura cuando, en realidad, nuestra idea era dejar asentada públicamente nuestra postura frente a la amenaza de la continuidad del kirchnerismo de la mano de Massa”, justifican desde el macrismo.
Si bien el comunicado no circuló y la fractura no se oficializó, la separación es ya un hecho. En el macrismo duro sospechan que muchos de los que se plantan hoy como neutrales terminarán por ser complacientes a un eventual gobierno de Massa, ya sea por interés, afinidad ideológica o propuesta de cargos. Desde la otra vereda acusan a los halcones de Pro de haber roto el espacio de manera inconsulta y que sus diferencias con Milei son irreconciliables.
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El kirchnerismo teme perder poder en el Senado
Sectores del peronismo quieren sacarse de encima la conducción de Cristina Kirchner en un eventual gobierno de Massa
La oposición comenzó a reconfigurarse en el Congreso tras el pacto electoral que sellaron el expresidente Mauricio Macri y el candidato libertario Javier Milei. Más allá de quién resulte elegido presidente en el balotaje del 19 de noviembre, es un hecho que el interbloque Juntos por el Cambio, tal como hoy se lo conoce, se diluirá para dividirse en dos conglomerados parejos en su integración, uno de derecha y otro ubicado en el centro del arco ideológico, cercano a los gobernadores de Juntos por el Cambio.
La fractura de la principal fuerza opositora todavía no está expuesta –ningún sector quiere cargar con la responsabilidad de la ruptura–, pero en los hechos los distintos actores que responden a uno y otro sector comenzaron a operar en función del nuevo escenario político y, una vez conocido el resultado del balotaje, la división se cristalizará.
Así las cosas, el nuevo espacio opositor –que difícilmente mantenga el nombre de Juntos por el Cambio– se inaugurará el 10 de diciembre con 92 miembros en la Cámara de Diputados repartidos en dos sectores casi emparentados en número. De un lado se pararán aquellos que, en caso de que Milei acceda a la presidencia, serán el sostén parlamentario de su gestión. Lo integrarán en su mayoría diputados macristas, aunque también se sumarán extrapartidarios como José Luis Espert (Avanza Libertad) y Ricardo López Murphy (Republicanos Unidos) y la tucumana Paula Omodeo (CREO).
En la otra vereda se ubican quienes, frente al dilema de votar por el oficialista Sergio Massa o el libertario Milei, se mantienen equidistantes para reivindicarse como un “polo opositor responsable” más allá de quién resulte elegido presidente. En este mosaico variopinto conviven la UCR –que posiblemente se unifique con Evolución Radical–, la Coalición Cívica, diputados que responden a los gobernadores de JxC y legisladores cercanos a Horacio Rodríguez Larreta, como María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato.
En este grupo también se incluye Encuentro Federal, con Emilio Monzó, Nicolás Massot y Margarita Stolbizer como principales exponentes. Se sumarían Miguel Pichetto y diputados que vienen del interior; sumarían, en total, una decena de integrantes.
¿Se conformará un nuevo interbloque entre los exsocios de JxC que quedaron rezagados del pacto Macri-Milei? Hay dirigentes que, con la mayor cautela, comenzaron a operar en ese sentido. La intención es conformar un espacio que se mantenga equidistante entre el polo de derecha que encarnarán macristas y libertarios y el polo peronista kirchnerista. Sería una fuerza remozada de JxC aunque sin el condimento de la derecha.
“Todos los que nos quedamos en Juntos por el Cambio vamos a procurar seguir siéndolo, vamos a procurar no desperfilarnos como nos estamos desperfilando aceleradamente en estos días –explicó Nicolás Massot, jefe de bloque de Pro durante el gobierno de Mauricio Macri y ahora diputado electo–. “Muchos de nosotros tenemos la convicción de que no somos parecidos a Milei y que Milei es un cambio que no es necesariamente un cambio deseado”
En declaraciones radiales, continuó: “Yo no quiero ser cómplice. Si Milei accede al poder, yo todas aquellas cosas razonables que tengan que ver con el equilibrio fiscal, con la reducción de la inflación, con la apertura y mejor alineación a socios internacionales, con el combate irrestricto al crimen organizado y la reforma de la Justicia yo la voy a acompañar. De la misma manera en que si Massa, en su necesidad de generar mayorías, está dispuesto a abandonar alguno de los defectos y las malas prácticas de las que somos testigos hace 12 años, también estaremos dispuestos porque no queremos ‘un cambio’ nada más”.
La decisión de Patricia Bullrich –apalancada por Macri– de apostar por Milei en el balotaje adelantó este proceso de reconfiguración interna; su hombre en la Cámara de Diputados y jefe del bloque Pro Cristian Ritondo dio el puntapié inicial al anunciar que apoyará al libertario en el balotaje contra Massa. Detrás de él se encolumnó una treintena de diputados macristas, entre los que se cuentan Damián Arabia, Hernán Lombardi, Sabrina Ajmechet y Silvana Giudici, todos ellos incondicionales de Bullrich.
“Desde 2003 formo parte del @proargentina y acompaño a @ mauriciomacri en la decisión de cambiar el país. Hoy soy primer diputado electo por la lista que lideró @PatoBullrich. Por eso acompaño la postura que ambos tomaron de cara al balotaje del 19 de noviembre. Nuestro adversario es el populismo kirchnerista que tanto daño le hizo al país”, anunció Ritondo la semana pasada en redes sociales.
Si bien en un primer momento el macrismo pensó en publicar un comunicado con todas las adhesiones, finalmente la idea naufragó. “Iba a ser interpretado en la bancada como una señal anticipatoria de ruptura cuando, en realidad, nuestra idea era dejar asentada públicamente nuestra postura frente a la amenaza de la continuidad del kirchnerismo de la mano de Massa”, justifican desde el macrismo.
Si bien el comunicado no circuló y la fractura no se oficializó, la separación es ya un hecho. En el macrismo duro sospechan que muchos de los que se plantan hoy como neutrales terminarán por ser complacientes a un eventual gobierno de Massa, ya sea por interés, afinidad ideológica o propuesta de cargos. Desde la otra vereda acusan a los halcones de Pro de haber roto el espacio de manera inconsulta y que sus diferencias con Milei son irreconciliables.
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El kirchnerismo teme perder poder en el Senado
Sectores del peronismo quieren sacarse de encima la conducción de Cristina Kirchner en un eventual gobierno de Massa
Gustavo Ybarra
Al contrario de lo que se podría suponer, el triunfo de Sergio Massa encendió luces de alarma en varios despachos kirchneristas del Senado, en los que el ministro de Economía y candidato presidencial es visto con cierto desprecio, pero sobre todo con temor ante la incertidumbre de lo que podría llegar a pasar con el futuro del peronismo si se convierte en presidente.
Aunque parezca extraño, teniendo en cuenta el clima triunfalista que impera en el peronismo, entre algunos senadores oficialistas comenzó a circular en la última semana un nuevo verbo: “deskirchnerizar”. Hace referencia a lo que podría pasar en el peronismo si Massa gana el balotaje.
La acción describe el lógico proceso de retirada de Cristina Kirchner de la Cámara alta, ya que su mandato vence el próximo 10 de diciembre, y con su partida vencerán los de todos los funcionarios, en su mayoría de La Cámpora, que la acompañaron en los últimos cuatro años. Sin embargo, en algunas usinas kirchneristas de paladar negro no ven la “deskirchnerización del Senado” como un proceso obvio y lógico por el vencimiento de mandatos constitucionales, sino que lo ven como una purga de los acólitos y seguidores de Cristina Kirchner largamente esperada por algunos sectores del peronismo y que, aseguran, será un proceso de largo aliento.
Por lo pronto, y aun cuando Massa no tiene asegurada la presidencia, ya empezó una sorda guerra de versiones que circulan por los pasillos del Senado en torno a quiénes ocuparán dos sitiales claves en la Cámara alta: las secretarías Administrativa y Parlamentaria.
La secretaria administrativa del Senado es, por ahora, la pampeana María Luz Alonso. Una verdadera mano derecha de la vicepresidenta, quien no solo le delegó a la dirigente de La Cámpora el manejo del día a día de la Cámara alta, sino que la trata casi como a una hija. El área parlamentaria, en tanto, está en manos de Marcelo Fuentes, un veterano dirigente peronista de Neuquén que fue senador y apostó por el proyecto kirchnerista desde el minuto cero. Sin embargo, y a pesar de que el ministro de Economía todavía debe competir con Javier Milei en el balotaje, ya circulan nombres de eventuales reemplazantes para estos funcionarios, en particular para la estratégica Secretaría Administrativa. No es extraño que así sea; por esa oficina pasa el manejo de la caja del Senado: obras, concesiones, licitaciones, paritarias salariales, pases de empleados a planta permanente y hasta el más prosaico, pero no menos importante, reparto de despachos a los nuevos senadores que llegarán el 10 de diciembre.
A la salida del kirchnerismo de la punta de la pirámide de conducción de la Cámara alta se suman las tensiones que, en sordina, atraviesan al bloque oficialista que conduce José Mayans (Formosa).
Por lo pronto, parece haberse despertado la célula dormida de senadores provinciales que, hartos de los modos ultraverticalistas de sus compañeros kirchneristas y el manejo radial del poder que hace Cristina Kirchner, volvieron a reunirse con la idea de armar un polo de poder en el bloque que se respalde en sus gobernadores y, sobre todo, en un Massa presidente.
Los más criticados son los “preferidos” de la vicepresidenta: la camporista y vicepresidenta del bloque, Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), Oscar Parrilli (Neuquén) y Juliana Di Tullio (Buenos Aires), que son los que suelen defender las órdenes de Cristina Kirchner sin permitir mayor disidencia. El mal clima con los kirchneristas del bloque viene de larga data. Enojó a muchos que se dieran el lujo de votar en contra del acuerdo con el FMI cuando ellos tuvieron que levantar sus manos para apoyar al Gobierno. Más cerca en el tiempo, toda la bancada fue testigo cuando el jujeño Guillermo Snopek se fue del bloque del Frente de Todos, en febrero último, peleándose de mal modo con Parrilli y Di Tullio.
A partir de diciembre, el bloque peronista tendrá, sobre un total de 33 miembros, al menos unos 15 senadores kirchneristas de paladar negro. El margen de maniobra para convertirse en mayoría, es escaso.
A los provinciales los ilusiona el hecho de que en diciembre desembarcará en el Senado el tucumano Juan Manzur. “Es ‘pajarito llamador’, tiene el nombre y las espaldas para reunir masa crítica, algo que hasta ahora no hay en la bancada”, dijo un veterano dirigente del Senado.
El kirchnerismo está al tanto de estos movimientos y ya envió señales de que resistirá cualquier intento de desplazarlos de la toma de decisiones. Eterno subsidiario de la vicepresidenta, Parrilli adjudicó el triunfo de la elección a la visión estratégica de Cristina Kirchner. “Fue correcta su apreciación política porque hoy nos permite estar en las puertas de seguir gobernando en Argentina”, dijo el neuquino, relativizando el papel de Massa. Más directa fue Di Tullio que, tras comparar al peronismo con “una familia ensamblada que tira para el mismo lado”, reivindicó su lealtad hacia la vicepresidenta. “El peronismo es un espacio enorme, [pero] a mí me conduce y me va a seguir conduciendo Cristina”, sentenció, dejando en claro dónde está depositada su lealtad. Son tambores de guerra que suenan de fondo.
Al contrario de lo que se podría suponer, el triunfo de Sergio Massa encendió luces de alarma en varios despachos kirchneristas del Senado, en los que el ministro de Economía y candidato presidencial es visto con cierto desprecio, pero sobre todo con temor ante la incertidumbre de lo que podría llegar a pasar con el futuro del peronismo si se convierte en presidente.
Aunque parezca extraño, teniendo en cuenta el clima triunfalista que impera en el peronismo, entre algunos senadores oficialistas comenzó a circular en la última semana un nuevo verbo: “deskirchnerizar”. Hace referencia a lo que podría pasar en el peronismo si Massa gana el balotaje.
La acción describe el lógico proceso de retirada de Cristina Kirchner de la Cámara alta, ya que su mandato vence el próximo 10 de diciembre, y con su partida vencerán los de todos los funcionarios, en su mayoría de La Cámpora, que la acompañaron en los últimos cuatro años. Sin embargo, en algunas usinas kirchneristas de paladar negro no ven la “deskirchnerización del Senado” como un proceso obvio y lógico por el vencimiento de mandatos constitucionales, sino que lo ven como una purga de los acólitos y seguidores de Cristina Kirchner largamente esperada por algunos sectores del peronismo y que, aseguran, será un proceso de largo aliento.
Por lo pronto, y aun cuando Massa no tiene asegurada la presidencia, ya empezó una sorda guerra de versiones que circulan por los pasillos del Senado en torno a quiénes ocuparán dos sitiales claves en la Cámara alta: las secretarías Administrativa y Parlamentaria.
La secretaria administrativa del Senado es, por ahora, la pampeana María Luz Alonso. Una verdadera mano derecha de la vicepresidenta, quien no solo le delegó a la dirigente de La Cámpora el manejo del día a día de la Cámara alta, sino que la trata casi como a una hija. El área parlamentaria, en tanto, está en manos de Marcelo Fuentes, un veterano dirigente peronista de Neuquén que fue senador y apostó por el proyecto kirchnerista desde el minuto cero. Sin embargo, y a pesar de que el ministro de Economía todavía debe competir con Javier Milei en el balotaje, ya circulan nombres de eventuales reemplazantes para estos funcionarios, en particular para la estratégica Secretaría Administrativa. No es extraño que así sea; por esa oficina pasa el manejo de la caja del Senado: obras, concesiones, licitaciones, paritarias salariales, pases de empleados a planta permanente y hasta el más prosaico, pero no menos importante, reparto de despachos a los nuevos senadores que llegarán el 10 de diciembre.
A la salida del kirchnerismo de la punta de la pirámide de conducción de la Cámara alta se suman las tensiones que, en sordina, atraviesan al bloque oficialista que conduce José Mayans (Formosa).
Por lo pronto, parece haberse despertado la célula dormida de senadores provinciales que, hartos de los modos ultraverticalistas de sus compañeros kirchneristas y el manejo radial del poder que hace Cristina Kirchner, volvieron a reunirse con la idea de armar un polo de poder en el bloque que se respalde en sus gobernadores y, sobre todo, en un Massa presidente.
Los más criticados son los “preferidos” de la vicepresidenta: la camporista y vicepresidenta del bloque, Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), Oscar Parrilli (Neuquén) y Juliana Di Tullio (Buenos Aires), que son los que suelen defender las órdenes de Cristina Kirchner sin permitir mayor disidencia. El mal clima con los kirchneristas del bloque viene de larga data. Enojó a muchos que se dieran el lujo de votar en contra del acuerdo con el FMI cuando ellos tuvieron que levantar sus manos para apoyar al Gobierno. Más cerca en el tiempo, toda la bancada fue testigo cuando el jujeño Guillermo Snopek se fue del bloque del Frente de Todos, en febrero último, peleándose de mal modo con Parrilli y Di Tullio.
A partir de diciembre, el bloque peronista tendrá, sobre un total de 33 miembros, al menos unos 15 senadores kirchneristas de paladar negro. El margen de maniobra para convertirse en mayoría, es escaso.
A los provinciales los ilusiona el hecho de que en diciembre desembarcará en el Senado el tucumano Juan Manzur. “Es ‘pajarito llamador’, tiene el nombre y las espaldas para reunir masa crítica, algo que hasta ahora no hay en la bancada”, dijo un veterano dirigente del Senado.
El kirchnerismo está al tanto de estos movimientos y ya envió señales de que resistirá cualquier intento de desplazarlos de la toma de decisiones. Eterno subsidiario de la vicepresidenta, Parrilli adjudicó el triunfo de la elección a la visión estratégica de Cristina Kirchner. “Fue correcta su apreciación política porque hoy nos permite estar en las puertas de seguir gobernando en Argentina”, dijo el neuquino, relativizando el papel de Massa. Más directa fue Di Tullio que, tras comparar al peronismo con “una familia ensamblada que tira para el mismo lado”, reivindicó su lealtad hacia la vicepresidenta. “El peronismo es un espacio enorme, [pero] a mí me conduce y me va a seguir conduciendo Cristina”, sentenció, dejando en claro dónde está depositada su lealtad. Son tambores de guerra que suenan de fondo.
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