miércoles, 1 de noviembre de 2023

OPINIÓN Y CARRIÓ



La apropiación de Alfonsín y el riesgo del balotaje
Luciana Vázquez
Cuarenta años después de ser elegido presidente, Raúl Alfonsín y su legado condicionan como nunca antes las elecciones en la Argentina. Mientras que Javier Milei lo cuestiona brutalmente y Mauricio Macri lo excluye del panteón de sus radicales favoritos, Sergio Massa se lo apropia y desde el balcón -prestado y provincial- de la asunción de Osvaldo Jaldo en Tucumán, recita el Preámbulo de la Constitución como lo hacía Alfonsín en aquel 1983 fundacional. El problema de Milei es quedar convertido en Videla. El de Macri, que prefiere ensalzar a Alvear y Alem, “los primeros liberales”, y cuestionar a Yrigoyen por populista, el de perder votos radicales en el balotaje, y apoyo parlamentario, de ganar Milei la elección. Y el de Massa, en lugar de mimetizarse con Alfonsín, terminar fusionado en el imaginario con Alberto Fernández, que en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa también buscó asociar su proyecto republicano con Alfonsín. Aquel discurso disparó sueños de “moderación” similares a los que hoy mueven la fibra del votante de Massa, aun del votante de balotaje, el que lo va a votar a regañadientes.
El balotaje presenta una polarización novedosa a la ciudadanía. Ya no solamente la de kirchnerismo versus antikirchnerismo y sus variantes, por ejemplo, república versus populismo, sino también una disyuntiva que opone continuidad democrática versus el riesgo de su ruptura. En cada caso, el voto Milei y el voto Massa ven en el votante de su oponente el fantasma de la ruptura democrática. Este año el balotaje se jugará no solo en una oposición entre dos modelos económicos y el rol del Estado y del mercado, sino también entre dos modelos de riesgo diferentes de ruptura democrática.
De un lado, el riesgo Milei, como una ruptura futura de los consensos democráticos de 1983 y el regreso de una interpretación minimizadora de la dictadura y su plan sistemático de exterminio, una noción autoritaria del ejercicio del poder, que calla a las minorías y los disensos, y una irracionalidad que violenta el sentido común en temas claves, como la educación, la infancia, la salud y, también, la economía.
Del otro lado, el riesgo Massa, como la continuidad, el agravamiento y la consolidación de una democracia iliberal, de instituciones débiles, poder presidencial concentrado, arbitrariedad económica, corporativismo, capitalismo de amigos y debilitamiento del juego de mayorías y minorías, empobrecimiento generalizado de la sociedad y pérdida de derechos por otros medios. En el horizonte, Venezuela.
Después de la primera vuelta, hay dos maneras de mirar los números totales. Milei y Macri ven una coalición por la libertad y por el cambio para terminar con el populismo kirchnerista. El discurso de Bullrich de anuncio del voto a Milei se apoyó en esa lectura. Massa, en cambio, ve en la suma de votos el riesgo de la locura Milei y, en consecuencia, una búsqueda de la moderación al modo Larreta. Desde el primer debate presidencial, Massa busca esa larretización. En su estrategia construyó una polarización de moderados versus radicalizados. Le dio un increíble resultado. Subrayó “el salto al vacío” que significaba Milei y en eso terminó coincidiendo con Bullrich, aunque sin decirlo explícitamente. Milei recibió munición gruesa por ambos frentes.
De algún modo, se lo buscó: lo que había sido, sobre todo, una pedagogía del déficit cero y la racionalidad económica trastocó en la enunciación espiralizada de locuras políticas cada vez más innecesarias.
Moralización de la política
Superpuesta a esa polarización, la moralización de la política hace su juego. Para el votante de Massa, el voto Massa guarda una suerte de superioridad político-moral que se ampara en la protección de ese legado alfonsinista y en el disfraz de unidad y moderación que Sergio Massa eligió para transitar este proceso electoral. “¿Cómo vas a votar a Milei?”, es la pregunta repetida del votante Massa, no solo el del kirchnerista disciplinado, sino también del que buscó otro camino en la primera vuelta.
La enunciación pública del voto a Massa por parte de ciudadanos de a pie y de figuras públicas, desde políticos hasta artistas, intelectuales y periodistas, se mueve en ese carril: el voto Massa como dueño de un cierto grado de superioridad democrática frente al voto Milei.
A pesar de la “actitud prescindente”, es decir, neutral con relación a los dos candidatos del balotaje, la posición de Gerardo Morales se sostiene en la valoración distinta de esos dos riesgos: “Todo lo que tenga que hacer para que no gane Milei lo voy a hacer. Sería un riesgo para la democracia en la Argentina”. Dentro
de ese margen de posibilidades se instala la pregunta: ¿se abre tácitamente una convocatoria a votar a Massa?
El dilema de los argentinos es extremo: el voto 2023 quedó atrapado en una situación imposible creada por la política. Primero, por una ambición sin matices de Javier Milei para quedarse con un triunfo a toda costa, aun a costa de aliarse con Massa para la fiscalización y financiación. Segundo, una ambición semejante en Massa de llegar al poder aun a costa de torcer las tácticas políticas al extremo, como pactar con un adversario y luego dejarlo en el camino solo para desarticular a la otra oposición. Y tercero, la ambición de Bullrich y Macri, en su objetivo de concretar el fin del kirchnerismo que las urnas les negaron, aun a costa de romper su coalición.
Uno de los episodios que más desafían la lógica política post primera vuelta tiene que ver con los efectos de la derrota de la fórmula Bullrich Petri. Bullrich ve un triunfo donde hay derrota. La candidata que lleva a un retroceso histórico el porcentaje de votantes de la coalición opositora interpreta su derrota como un triunfo sectorial, de su sector de votantes. Y se atribuye una representación futura, a partir de esa victoria reducida. En lugar de renunciar a la presidencia de Pro, al día siguiente de salir tercera y quedar fuera del balotaje, retoma su cargo y, un día después, enuncia su voluntad de votar a Milei. “Les gané a Morales, Larreta, Lousteau, a todos”, dijo, para justificar la representación que se atribuye. El punto que importa es otro, que perdió ante Massa y Milei.
Los votantes que se quedaron sin candidatos propios en el balotaje, los de Juntos por el Cambio sobre todo, tendrán que optar por el voto en blanco, que condena a los dos fantasmas, o el voto a Milei, si siguen la propuesta que movilizaron Bullrich y Macri. En ese esquema, el riesgo democrático tiene el modelo del presente: la ruptura democrática es la de Massa y el kirchnerismo. El pasado alfonsinista y los riesgos de ruptura democrática en los cánones históricos es un escenario que queda lejos para dirigentes cuya identidad política no se consolidó en los años del consenso democrático, sino de los años kirchneristas. “¿Y ahora, de golpe, es una garantía republicana porque recita el Preámbulo, como lo hacía el doctor Alfonsín?”, planteó Macri con relación a Massa. “Milei es una incógnita. Donde tenés certidumbre, es en Massa”, sostuvo.
Sobre la polarización de los fantasmas de ruptura democrática y de superioridades morales, se imprime otra oposición, dos tipos de locuras distintas. La mentira serial frente a los arranques de ira desmesurados. En cada caso, la locura siempre es el otro.
Macri enfrenta una disyuntiva. El 19 de noviembre, lo que está en juego son votos presentes y futuros, los de las urnas versus los del Parlamento en un futuro gobierno. El riesgo de intentar garantizar los actuales puede llevar a descuidar los votos parlamentarios. Ese riesgo, aunque por ahora es virtual, no es menor: si los votantes de Bullrich votan a Milei es bajo la expectativa de que Macri y los dirigentes de Pro que se alinean detrás del voto Milei serán capaces de darle racionalidad a un gobierno libertario, aunque sea desde el Parlamento. De llegar divididos y distanciados del voto radical, esa promesa estará cada vez más lejos. El Milei que asuma encontrará menos contención institucional todavía.
El otro riesgo de Macri es quedar pegado a Milei, la otra forma de locura. La apuesta del todo por el todo que lleva adelante el exmandatario tiene muchas lecturas posibles. Pero una tiene a Alfonsín y la historia del radicalismo en el centro: desde el encuentro secreto con Milei post primera vuelta, Macri se sube a la interpretación mileísta del radicalismo. “Respeto a mucha gente que gobernó con ustedes. Y no dijo solamente el Pro. Dijo estos jóvenes radicales que abrazan las ideas modernas liberales”, dice Macri que dijo Milei esa noche.
En la línea de sus críticas a Yrigoyen, como el primer paso al populismo, y los elogios al radicalismo en su versión liberal, Macri da un salto de lo táctico a lo estratégico: Macri y Milei quedan confundidos en la misma visión del mundo. Ya no se trata de una alianza en pos de sumar votos, al modo en que funcionó en parte Cambiemos, sino de una visión compartida de hacia dónde, y por dónde, está el futuro. La suerte de Milei puede arrastrar definitivamente la de Macri.

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Carrió dijo que, por primera vez, no irá a votar
La líder de la Coalición Cívica explicó que se lo impide su “conciencia”
Elisa Carrió

La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, anticipó ayer que, por primera vez en su vida, no votará en las próximas elecciones, ante su desacuerdo con los dos principales candidatos que llegaron al balotaje.
“Yo llamo a todos a votar a conciencia y también a no votar a conciencia”, explicó la dirigente, en diálogo con la emisora Cadena 3.
Carrió participó ayer de la intervención artística de Dolores Cáceres sobre el monumento al General San Martín
“Yo, por conciencia, no voy a votar”, reforzó allí la dirigente, en referencia a su postura frente a la segunda vuelta entre Milei y Massa.
De esa forma, la líder de la Coalición Cívica subrayó su distancia de la postura de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que llamaron a votar por Milei, o de sectores de la UCR, que se mostraron más proclives a Sergio Massa.
“Me lo impide mi conciencia moral; cada uno tiene la suya y yo me quedo en paz no votando por primera vez en mi vida”, finalizó la exdiputada.
Carrió viene profundizando progresivamente su distancia del macrismo, y el balotaje terminó por alejarla definitivamente. En la Coalición Cívica consideran que Macri “cayó en la trampa” de Sergio Massa, al mostrarse cercano a Javier Milei, antes y después de las elecciones generales.
La postura la había expresado la semana pasada el presidente del bloque de diputados de la Coalición Cívica, Juan Manuel López. “Es una pena que Mauricio Macri haya diseñado una estrategia tan mala y que haya boicoteado primero a Horacio Rodríguez Larreta y después a Patricia Bullrich. Cuando vimos que Massa diseñó las listas a Milei, que lo financiaba… Era obvio que era un producto que había fomentado Massa para dividirnos y sacarnos votos. Mauricio cayó en esa trampa”, había dicho Juan Manuel López.
“Sergio Massa diseñó esta estrategia y Macri la siguió sin darse cuenta de que no le pertenecía”, señaló el diputado de la Coalición Cívica.

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