Aborto es sinónimo de fracaso
Sarita Álvarez, Diego Padilla
Fernando P. Secin
Tras haber escuchado diversos argumentos proaborto, más de mil profesionales de la salud de todo el país necesitamos expresar, sobre la base de la evidencia científica, que el proyecto de ley:
Primero, disfraza una ley para implementar el aborto legal haciendo creer que es una ley de despenalización. La legalización supone que el Estado garantice y financie el derecho a abortar (además de permitir un negocio millonario), mientras que la despenalización supone que el aborto quede sin ser penalizado en situaciones de excepción. El proyecto de ley supone aborto libre hasta la semana 14 y luego queda librado a la conciencia de la mujer hasta el noveno mes cuando estuviese en riesgo su salud física, psíquica (depresión, angustia) o social (abandono, trabajo) de la madre, lo que en la práctica se traduce en la continuidad del aborto libre. Incluso, niñas de 13-16 años no necesitan acompañamiento de sus padres.
Segundo, pretende instalar que la oposición al aborto es una cuestión religiosa, desconsiderando lo demostrado científicamente: que hay vida humana independiente desde la concepción. Atropella el derecho primero, que es el derecho a la vida. Acepta que podría haber vida humana luego de las primeras etapas de gestación, pero supone que bebés enfermos o discapacitados tienen menos derecho a vivir. Además de violar la Constitución, ¿pretende convertirnos en una sociedad eugenésica y discriminatoria?
Tras haber escuchado diversos argumentos proaborto, más de mil profesionales de la salud de todo el país necesitamos expresar, sobre la base de la evidencia científica, que el proyecto de ley:
Primero, disfraza una ley para implementar el aborto legal haciendo creer que es una ley de despenalización. La legalización supone que el Estado garantice y financie el derecho a abortar (además de permitir un negocio millonario), mientras que la despenalización supone que el aborto quede sin ser penalizado en situaciones de excepción. El proyecto de ley supone aborto libre hasta la semana 14 y luego queda librado a la conciencia de la mujer hasta el noveno mes cuando estuviese en riesgo su salud física, psíquica (depresión, angustia) o social (abandono, trabajo) de la madre, lo que en la práctica se traduce en la continuidad del aborto libre. Incluso, niñas de 13-16 años no necesitan acompañamiento de sus padres.
Segundo, pretende instalar que la oposición al aborto es una cuestión religiosa, desconsiderando lo demostrado científicamente: que hay vida humana independiente desde la concepción. Atropella el derecho primero, que es el derecho a la vida. Acepta que podría haber vida humana luego de las primeras etapas de gestación, pero supone que bebés enfermos o discapacitados tienen menos derecho a vivir. Además de violar la Constitución, ¿pretende convertirnos en una sociedad eugenésica y discriminatoria?
Tercero, hace creer que el bebé que lleva una mujer en su útero es una parte más de su cuerpo, pudiendo hacer con él lo que quiera. Sin embargo, después del parto la mujer vuelve a ser como era antes del embarazo, no le falta ninguna "parte". De no haber "interrupciones", en la mayoría de los casos nacerá un ser humano (o más), diferente de la madre.
Cuarto: desprecia la maternidad y deshumaniza el embarazo al cosificar al niño y también a la madre, considerándola una "incubadora", sin tener en cuenta que intervienen los sistemas inmunológico, endócrino, circulatorio y psicológico en un complejo proceso, imposible para un aparato. El aborto no libera a la mujer de ser madre, la convierte en madre de un hijo muerto.
Quinto, difunde cifras exorbitantes, sobre la base de estudios con errores metodológicos. Intenta forzar la legalización por una falsa cantidad de casos. Con ese criterio, deberían legalizarse robos, asesinatos y otros delitos. Hace años, se legalizó el juego pretendiendo erradicar el juego "clandestino". Hoy, el país está plagado de casinos y bingos, sin embargo, el juego clandestino no fue erradicado.
Sexto, hace creer que el aborto va a solucionar la pobreza, la violencia hacia la mujer, el abuso, etc. No obstante, la solución para la mujer vulnerable jamás se resolverá matando al niño por nacer, sino resolviendo su situación de vulnerabilidad (educación, violencia, pobreza). Muerto el niño, seguirá teniendo los mismos problemas que la llevaron a abortar, sumados a los problemas psicofísicos relacionados con el aborto.
Séptimo, engaña al hacer creer que el aborto no tiene complicaciones. Oculta así maliciosamente los graves efectos adversos de las pastillas abortivas, como hemorragias masivas o retención de restos de bebé que necesitan resolución quirúrgica; cirugías con posibles complicaciones, incluso realizadas en condiciones higiénicas. Niega su severo trauma psicológico, que va desde ansiedad, depresión y adicciones hasta el suicidio.
Octavo, pretende instalar la muerte de niños por nacer "en defensa de la vida". El aborto es la primera causa de muerte infantil en el mundo.
Noveno, tergiversa los datos, transformando en prioridad sanitaria un tema que no lo es, con el consecuente desvío de recursos. El aborto (espontáneo y provocado) no figura entre las principales causas de muerte (lugar 40) de mujeres en edad fértil, ni de embarazadas (tercer lugar). Por coherencia, la salud pública debe direccionar los esfuerzos y los acotados recursos a las causas prevalentes: accidentes, cardiopatías, tumores. Trabajos científicos demuestran que la mortalidad materna no disminuye con el aborto legal, sino con mejoras en educación, acceso a la salud, saneamiento y agua potable.
Décimo, denigra la profesión médica. Provocar la muerte de un ser humano jamás constituirá un acto médico y viola el juramento que hacemos al graduarnos. Los médicos que se nieguen a realizar abortos ¿serán forzados a hacerlos?
Finalmente, dado que nos preocupa tanto la vida de la mujer, como la del bebé, afirmamos que el aborto, tanto legal como ilegal, lejos de solucionar los problemas esgrimidos, representa un fracaso para la medicina argentina y para nuestra sociedad.
Integrantes de Médicos por la Vida Argentina
Por: Sarita Álvarez, Diego Padilla y Fernando P. Secin
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