La Colección Tedesco exhibe sus brillos en el Centro Cultural Borges
Secretos compartidos reúne 160 piezas de cincuenta artistas argentinos contemporáneos
Gentileza C. C. BorgesSin título, 1996. Óleo sobre tela de Magdalena Jitrik
S e inauguró en el Centro Cultural Borges la megamuestra “Secretos compartidos”, antología de 160 obras de más de cincuenta artistas argentinos contemporáneos que integran la Colección Tedesco. Ese acervo ya supera el millar de obras y se perfila como uno de las más importantes del ecosistema artístico local. Gracias a una familiaridad y cercanía afectiva con los artistas, Esteban Tedesco pudo crear una colección de calidad. Cuando en el futuro se quiera investigar el desarrollo del arte nacional desde la década de 1990 en adelante, habrá que consultar su archivo visual.
Esta es la quinta muestra que el Borges organiza con esa profusa colección. Las cuatro anteriores estuvieron al cuidado del francés Phillipe Cyroulnik, que tanto hizo por difundir el arte argentino contemporáneo en su país.
No solo los artistas seleccionados comparten secretos con el público a través de sus obras. En esta ocasión, los espectadores también podrán entrever la formación del criterio de un actor necesario en cualquier circuito artístico: el coleccionista. Con curaduría de Virginia Fabri y Eduardo Stupía, se podrán apreciar en distintas salas del segundo piso del Borges más de un centenar de trabajos realizados en soportes múltiples: pinturas, dibujos, técnicas mixtas, fotografía y escultura.
La producción estuvo a cargo de Clara Lía Cristal, con la colaboración de la artista Verónica Di Toro.
El recorrido de la muestra demanda su tiempo. Uno de los aciertos de los curadores fue idear salas con “identidades fuertes”, como dice Fabri a la nacion. “Reunir obras a partir de una colección tan amplia permite nuevos cuestionamientos y distintos ángulos de experimentación. Lo que en principio se realizó de forma puramente intuitiva empezó a cobrar sentido al colgarse en las paredes. Mientras que en la Sala Berni la selección giró en torno a los ejes ‘naturaleza-formas geométricas’, otra de las salas exhibe una selección basada en la línea y el dibujo”.
Se destacan obras de gran formato de Fabián Burgos, Marcela Mouján, Adriana Minoliti, Rosana Schoijett y Pablo Accinelli, entre otros. Por primera vez, además, se exhibe el conjunto de dibujos en lápiz de Ernesto Ballesteros En blanco y negro.
Al ojo entrenado de Stupía se puede adjudicar la elección de trabajos de Eduardo Navarro, Matías Duville (¡en colores!), Gabriel Chaile y Alexis Minkiewicz, joven talento del que se exhiben tres obras a la vez sutiles e impactantes realizadas en distintas técnicas. Fabri, que confiesa su preferencia por los que se arriesgan, destaca la participación de Donjo León (hermano de Catalina León), Silvia Gurfein, Ana Gallardo y Martín Reyna. Una hermosa obra de este artista residente en París, en la que diferentes telas emparchan la superficie de la tela mayor, da la bienvenida a los visitantes.
Los demás espacios funcionan como pequeños universos habitados por obras notables de Miguel Rothschild, Fernanda Laguna, Marina de Caro y Di Toro (de la que, en el primer piso del Borges, se exhibe una muestra solista de acceso gratuito). En una sala iluminada con luz tenue, conviven una instalación del chileno Benjamín Ossa y un conjunto de sugestivas indumentarias de mimbre hechas por Osías Yanov. Se exponen en “Secretos compartidos” obras de otros dos artistas latinoamericanos: Dudu Quintanilha (fotos) y José Vera Matos (dibujos).
Del quirófano al atelier
“Él opera a sus pacientes y después compra obras”, dicen los allegados de Tedesco, médico y cirujano plástico además de apasionado por el arte. Su colección crece desde mediados de la década de 1990.
De modo más elegante, Stupía aborda así la figura del coleccionista: “Se puede pensar que el coleccionismo (tanto el estatal y el institucional como el privado) adhiere a la loable, optimista vocación de preservar para las generaciones futuras los objetos que el mundo pondera como valiosos, trascendentes y fundamentales, salvándolos del desgaste y la acción destructiva del tiempo, la desidia, la indiferencia y el olvido”.
Irrepetible, la exposición reúne obras de artistas y maestros de artistas como Remo Bianchedi, Juan José Cambre, Diana Aisenberg, Alfredo Prior y Alfredo Londaibere, junto a otras de jóvenes artistas consagrados y formados en programas de arte como la Beca Kuitca y el de Fundación Antorchas en el Taller de Barracas. Entre ellos, se puede mencionar a Eduardo Basualdo, Sofía Bohtlingk, Nicolás Mastracchio e Ignacio Iasparra. Acuarelas de Gachi Hasper, pinturas de Luciana Lamothe, textiles de Inés Raiteri y De Caro, esculturas de Andrés Paredes y Beto de Volder, obras híbridas de Juliana Iriart, óleos de Mariano Ferrante, alegatos visuales de Guillermo Iuso, collages de Grillo Demo y muchas otras confidencias expresadas mediante los lenguajes del arte se comparten con el público hasta inicios de marzo.
El recorrido de la muestra demanda su tiempo. Uno de los aciertos de los curadores fue idear salas con “identidades fuertes”, como dice Fabri a la nacion. “Reunir obras a partir de una colección tan amplia permite nuevos cuestionamientos y distintos ángulos de experimentación. Lo que en principio se realizó de forma puramente intuitiva empezó a cobrar sentido al colgarse en las paredes. Mientras que en la Sala Berni la selección giró en torno a los ejes ‘naturaleza-formas geométricas’, otra de las salas exhibe una selección basada en la línea y el dibujo”.
Se destacan obras de gran formato de Fabián Burgos, Marcela Mouján, Adriana Minoliti, Rosana Schoijett y Pablo Accinelli, entre otros. Por primera vez, además, se exhibe el conjunto de dibujos en lápiz de Ernesto Ballesteros En blanco y negro.
Al ojo entrenado de Stupía se puede adjudicar la elección de trabajos de Eduardo Navarro, Matías Duville (¡en colores!), Gabriel Chaile y Alexis Minkiewicz, joven talento del que se exhiben tres obras a la vez sutiles e impactantes realizadas en distintas técnicas. Fabri, que confiesa su preferencia por los que se arriesgan, destaca la participación de Donjo León (hermano de Catalina León), Silvia Gurfein, Ana Gallardo y Martín Reyna. Una hermosa obra de este artista residente en París, en la que diferentes telas emparchan la superficie de la tela mayor, da la bienvenida a los visitantes.
Los demás espacios funcionan como pequeños universos habitados por obras notables de Miguel Rothschild, Fernanda Laguna, Marina de Caro y Di Toro (de la que, en el primer piso del Borges, se exhibe una muestra solista de acceso gratuito). En una sala iluminada con luz tenue, conviven una instalación del chileno Benjamín Ossa y un conjunto de sugestivas indumentarias de mimbre hechas por Osías Yanov. Se exponen en “Secretos compartidos” obras de otros dos artistas latinoamericanos: Dudu Quintanilha (fotos) y José Vera Matos (dibujos).
Del quirófano al atelier
“Él opera a sus pacientes y después compra obras”, dicen los allegados de Tedesco, médico y cirujano plástico además de apasionado por el arte. Su colección crece desde mediados de la década de 1990.
De modo más elegante, Stupía aborda así la figura del coleccionista: “Se puede pensar que el coleccionismo (tanto el estatal y el institucional como el privado) adhiere a la loable, optimista vocación de preservar para las generaciones futuras los objetos que el mundo pondera como valiosos, trascendentes y fundamentales, salvándolos del desgaste y la acción destructiva del tiempo, la desidia, la indiferencia y el olvido”.
Irrepetible, la exposición reúne obras de artistas y maestros de artistas como Remo Bianchedi, Juan José Cambre, Diana Aisenberg, Alfredo Prior y Alfredo Londaibere, junto a otras de jóvenes artistas consagrados y formados en programas de arte como la Beca Kuitca y el de Fundación Antorchas en el Taller de Barracas. Entre ellos, se puede mencionar a Eduardo Basualdo, Sofía Bohtlingk, Nicolás Mastracchio e Ignacio Iasparra. Acuarelas de Gachi Hasper, pinturas de Luciana Lamothe, textiles de Inés Raiteri y De Caro, esculturas de Andrés Paredes y Beto de Volder, obras híbridas de Juliana Iriart, óleos de Mariano Ferrante, alegatos visuales de Guillermo Iuso, collages de Grillo Demo y muchas otras confidencias expresadas mediante los lenguajes del arte se comparten con el público hasta inicios de marzo.
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