sábado, 22 de febrero de 2020
CARLOS MANFRONI ANALIZA
El largo brazo del extremismo islámico en América Latina
Carlos Manfroni
La investigación del director de cine británico Justin Webster sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, en enero de 2015, puso nuevamente sobre la mesa de discusión la acción del terrorismo islámico en la Argentina, esta vez como saga del feroz atentado contra la AMIA, en 1994. Todo parecía haber comenzado con el ataque explosivo que demolió la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992. Pero en aquellos dos estallidos se concentró la parte cruenta, horripilantemente sangrienta de la relación de la Argentina y de América Latina con el terrorismo islámico, que lamentablemente es una historia mucho más amplia.
Hoy es muy conocido el estrecho lazo de Venezuela con Irán, a tal punto que ese país podría considerarse el centro de operaciones del extremismo islámico en América. Hezbollah ha actuado en Venezuela durante años, con centro en la isla Margarita y bajo la protección de Hugo Chávez. Ese poderoso grupo terrorista iraní, lo mismo que Hamas, recibió financiamiento del comercio ilegal de drogas venezolano. Sin embargo, Chávez no fue el pionero de esa vinculación criminal, que continúa. La "primicia" la tuvo allí el famoso terrorista Vladimir Illich Ramírez Sánchez, alias Carlos o el Chacal, autor de una de las series más largas y sanguinarias de atentados en Europa, especialmente en formaciones ferroviarias y estaciones de trenes, hasta que fue condenado y detenido en una cárcel de Francia.
El Chacal, antisemita y estrecho aliado del comunismo soviético, se incorporó al Frente Popular de Liberación de Palestina en 1970 y fue quien proclamó que "la revolución es hoy, ante todo, islámica". Venezuela exportó la revolución islámica a todos los países bolivarianos con enorme rapidez, como lo demostró Joel Hirst, en un trabajo para el Interamerican Institute for Democracy. Entre 2007 y 2008, bajo la presidencia de Rafael Correa, el comercio entre Irán y Ecuador aumentó de US$6.000.000 a US$178.000.000 al año. En cambio, la relación entre Nicaragua e Irán procede del primer gobierno sandinista, en 1980.
Daniel Ortega, jefe de la revolución sandinista y una y otra vez presidente de Nicaragua, viajó a Teherán y declaró que la revolución de Irán y la de Nicaragua son hermanas gemelas. En Bolivia, el expresidente Evo Morales recibió durante su gestión la visita de su par iraní Mahmoud Ahmadinejad, que llegó en un avión de la Fuerza Aérea Venezolana acompañado por Hugo Chávez. Evo Morales retribuyó la visita y otorgó la concesión de un yacimiento de litio de Bolivia a una compañía explotada por la Guardia Revolucionaria de Irán. El yacimiento está próximo a otro de uranio. A su vez, el gobierno iraní construyó un hospital en la zona de El Alto, donde las enfermeras son obligadas a llevar hiyab.
No se han conocido movilizaciones de "colectivos" feministas en protesta por esa imposición. Una manifestación feminista, en 2017, por otros motivos, fue reprimida por la policía de Evo Morales.
Organizaciones que apoyan las metas llamadas "progresistas" en las sociedades occidentales, como Open Society, promotora de la liberalización de las drogas y el aborto, reciben constantes acusaciones de periodistas como Rachel Ehrenfeld, del American Center for Democracy, por sus posiciones anti-Israel y el financiamiento a los palestinos a través de otras asociaciones, como BDS, que propone un boicot mundial a las empresas israelíes. Llama la atención el apoyo a grupos cuyas pautas culturales son degradantes al extremo del papel de la mujer -en Medio Oriente- y al mismo tiempo a corrientes que declararon la guerra a lo que denominan "sociedad patriarcal", en Occidente.
La política del extremismo islámico hacia Occidente encuentra su sello en la Organización para la Liberación Palestina, de Yasser Arafat. Desde fines de los 60, la OLP usó el narcotráfico con el doble fin de financiarse y, a la vez, desgastar la moral de los jóvenes de las naciones desarrolladas, como después lo hicieron tantos grupos terroristas de Medio Oriente. Lamentablemente, la OLP también -de distinta manera que Hezbollah- tuvo su contacto con la Argentina. Es famosa la fotografía de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja, dos de los miembros de la cúpula de Montoneros. La organización de Arafat entrenó a los guerrilleros en El Líbano, en Siria y en Libia, entre 1977 y 1980. A cambio de ese adiestramiento, Montoneros armó en Beirut una fábrica de explosivos plásticos.
En 1973, de la mano de José López Rega, la Argentina ingresó en el bloque de Países No Alineados, una liga promovida por los Estados árabes y la Unión Soviética. Se firmaron acuerdos con Libia, bajo el interminable gobierno de Muammar Khadafi, y López Rega armó una unidad operativa para supervisar su cumplimiento.
En aquel momento, Libia representaba para el terrorismo más aún de lo que hoy significa Irán. Si bien Khadafi no encabezaba un gobierno teocrático, como el iraní, sus maniobras en la OPEP habían hecho crecer 4 veces el precio del petróleo en 1973. Mientras el mundo desarrollado vivía una aguda crisis a consecuencia de ese aumento desmedido, Khadafi usó el dinero que Libia recaudaba como exportador del combustible para financiar a prácticamente todos los movimientos terroristas del mundo, de izquierda o de derecha, en tanto que combatieran a las democracias occidentales. Desde Libia se organizó el asesinato de los atletas israelíes en las Olimpíadas de Múnich, en 1972; el atentado contra Juan Pablo II, por Ali Agca, en 1981, en combinación con la KGB; la bomba en la discoteca de Berlín, colmada de público joven, en 1986, y el estallido del avión de pasajeros de la empresa PanAm, en 1988.
Libia tampoco se privó de llevar a cabo dos atentados simultáneos contra los principales aeropuertos de Roma y de Viena, en las instalaciones de la compañía aérea israelí El Al, mediante disparos de fusiles y bombas de mano, el 28 de diciembre de 1985, a las 9.15, con el resultado de 16 muertos y 124 heridos. Y esto a pesar de que Italia había tenido un papel importante como proveedora de armamento a Libia. El precio del petróleo siguió aumentando hasta 1979 y, en la misma medida, el poder de Khadafi. A la vez, el alto costo del combustible perjudicó enormemente a los países subdesarrollados, lo cual favoreció la acción de las guerrillas, incluidos Montoneros, que también se entrenaron en Libia.
En 1982, ingresó en la Argentina el BCCI, un banco internacional del árabe Gaith Pharaon, que se cerró en nuestro país tras algunos escándalos descubiertos en EEUU y en Inglaterra. El BCCI había financiado a numerosos grupos del extremismo islámico. El intercambio con Irán continuó en los 80. En cuanto a las relaciones del gobierno de los Kirchner con Irán y con Venezuela, son historia vigente en la Justicia y en las noticias .
Los objetivos de la penetración hoy parecen ser los de siempre: drogas, armas y energía nuclear, además de despliegue en el territorio. Se trata del problema geopolítico más grave de América Latina, y como tal, debería ser abordado con una estrategia conjunta por todos los países del hemisferio que no siguen las directivas de Venezuela, su plataforma en el continente.
Abogado y escritor
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