viernes, 21 de febrero de 2020

HISTORIAS DE DOLOR Y SUPERACIÓN,

La imagen puede contener: 2 personas
Un "Justo entre las Naciones"
LOS FALSOS DOCUMENTOS DE CIUDADANÍA SALVADOREÑA QUE SALVARON A MILES DE JUDÍOS DURANTE EL HOLOCAUSTO.
Dos hombres, uno diplomático de El Salvador y el otro un hombre de negocios judío-rumano, tramaron un complot increíble propio de un guión cinematográfico,que mantuvo a muchos judíos fuera de Auschwitz. Sin embargo, su historia solo se conoce hoy gracias a un concurso de belleza de América Central en la década de 1970.José Arturo Castellanos y George Mantello no eran una pareja que uno podría haber imaginado haciendo equipo para burlar a los nazis genocidas y a un mundo indiferente. Sin embargo, una vez que las circunstancias reunieron a los dos hombres para un acuerdo comercial en 1939, se produjo una relación que durante los próximos cinco años dio como resultado la elaboración y el desarrollo de un plan que salvó a decenas de miles de judíos condenados a morir en Auschwitz.
Nacido como György Mandl en Transilvania (una parte de Rumania de habla húngara) en 1901, George Mantello creció en una familia judía ortodoxa acomodada. Su educación secular incluía asistir a una escuela militar durante la Primera Guerra Mundial, antes de ingresar al mundo de los negocios. Un verdadero cosmopolita, se movía con facilidad de una capital europea a otra, mientras trabaja simultáneamente en varios campos comerciales diferentes: finanzas, textiles, comercio internacional. Y aunque se mezclaba cómodamente con la sociedad no judía, se identificaba fuertemente con el sionismo revisionista.
La imagen puede contener: 1 persona, primer plano
José Castellanos nació en San Vicente, El Salvador, en 1893. También provenía de una familia acomodada, y también asistió a la academia militar.En 1936, era coronel y miembro del Estado Mayor del ejército.Como agente de negocios del ejército en Europa, Castellanos conoció a Mandl, quien ahora se llamaba a sí mismo George Mandel, y finalmente eliminó cualquier indicio judío de su nombre al convertirse en Mantello, quien negoció un acuerdo para que el salvadoreño comprara armas y suministros para su país en 1939.
Mantello adquirió protección adicional cuando Castellanos le dio un nombramiento diplomático salvadoreño. En 1939, el judío centroeuropeo de habla hispana se convirtió en el agregado honorario de El Salvador en Bucarest y cónsul honorario en Yugoslavia y Checoslovaquia. Al mismo tiempo, servir como diplomático salvadoreño significaba que Mantello y su familia inmediata, tenían pasaportes diplomáticos, que al menos los protegían de la deportación de los alemanes.
La imagen puede contener: 1 persona, sombrero y primer plano
Después de la Kristallnacht en noviembre de 1938, Castellanos solicitó permiso al ministro de Relaciones Exteriores de El Salvador para hacerlo en una escala más grande. Su petición fue rechazada.
Cuando Mantello se mudó a Suiza en 1942, Castellanos, que ahora era el cónsul general salvadoreño, le creó un nuevo título: primer secretario del consulado de Ginebra. Juntos, se encargaron de crear un nuevo documento “oficial“: un certificado de ciudadanía salvadoreña, que procedieron a distribuir a los judíos en varios países de Europa, incluidos Francia y otros países ocupados. Tanto el puesto de primer secretario como el certificado de ciudadanía fueron creaciones ad hoc elaborados por Castellanos y Mantello.
La mejor hora del dúo llegó en 1944. Un nuevo gobierno democrático salvadoreño reemplazó al anterior régimen y decidió lanzar su apoyo al plan de rescate de Castellanos.
Para entonces, Mantello había logrado contrabandear unos 10.000 documentos de ciudadanía salvadoreña a Budapest, con la ayuda de la oficina consular suiza allí, y distribuirlos sin cargo alguno. Cada uno era válido para toda una familia. Una ola de presión política aplicada sobre el gobierno suizo logró que Suiza aceptara reconocer los certificados salvadoreños.
RECONOCIMIENTO TARDÍO
A pesar de su heroísmo e ingenio, pasarían décadas antes de que Castellanos o Mantello recibieran crédito por su trabajo de rescate. En el caso de Mantello, los enemigos políticos en Suiza lo acusaron de beneficiarse de sus esfuerzos. Se defendió con éxito de los cargos, pero pasaría un tiempo antes de que los historiadores reconocieran sus logros. Murió en Roma en 1992 y fue enterrado en Israel.
Castellanos regresó a El Salvador en 1945, retirándose del servicio diplomático en 1956. Frieda Castellanos dice a Haaretz por teléfono desde San Salvador que solo cuando tenía 22 años, en 1974, se enteró del trabajo de rescate de su padre durante la guerra. El Salvador fue sede de un concurso de belleza ese año, y el escritor Leon Uris (“Éxodo”) actuó como juez. Al llegar a San Salvador, Uris expresó interés en conocer a Castellanos, y cuando lo visitó hubo un aluvión de historias en la prensa local sobre el salvadoreño.
La imagen puede contener: 1 persona, texto
Según la hija de Castellanos: “Fue la primera vez que oí hablar de ello“. Dice que cuando le preguntó a su padre por qué nunca había revelado ese capítulo en su vida, dijo: “Sólo hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi lugar.”
José Arturo Castellanos murió en 1977. Pasarían otros 23 años antes de que la pequeña comunidad judía de San Salvador, el gobierno salvadoreño y la familia Castellanos unieron fuerzas para armar un archivo que pudiera ser enviado a Yad Vashem, con la esperanza de que reconociera al difunto diplomático como un Justo entre las Naciones. Y no fue hasta 2007 que el material fue presentado al Museo del Holocausto.En 2010, Castellanos fue reconocido como Justo entre las Naciones .

Fuente: Haaretz – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico
Resumen de Silvio Jazanovich para Comunidad Judía Masorti Bet-El Madrid

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.