Durante década la empresa Crypto AG asociada a la CIA vendió a países incluida las juntas Militares de América Latina, maquinas criptográficas comprometidas que le permitían tener acceso a sus comunicaciones secretaras.
Una investigación periodística de The Washington Post, junto a las cadenas de televisión ZDF (Alemania) y SRF (Suiza), puso en evidencia el golpe de inteligencia del siglo, dado a los clientes de la empresa Crypto AG y sus máquinas trucadas países como Irán, juntas militares de América Latina, naciones rivales como India y Pakistán, Estados miembros de la OTAN como España, la ONU e incluso el Vaticano, de acuerdo a la extensa investigación que asegura que “estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder romper fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados”. Uno de los secretos mejor guardados de la guerra fría.
Todo comienza en plena II GM, cuando la firma Crypto creada por Boris Hagelin, un empresario e inventor nacido en Rusia huye a Suecia, cuando los bolcheviques toman el poder y cuando los nazis ocupan Noruega (1940), Hagelin emigró a Estados Unidos. El inventor llevaba consigo la famosa máquina encriptadora, bautizada como M-209 y de acuerdo a la historia interna de la CIA, citada en la investigación del Post, se hacía necesario controlar a Hagelin para que limitara la venta del codificador solo a países aprobados por Washington.
En definitiva, Crypto no debía caer en manos de los soviéticos, los chinos o los norcoreanos, esos países, nunca fueron clientes de la compañía, por lo que, en teoría, quedaron fuera de los límites directos del espionaje montado por EE UU y Alemania. Los agentes de la CIA obtuvieron mucha información valiosa de Pekín y Moscú a través de las interacciones de estos países con servicios secretos o diplomáticos de naciones que sí tenían los aparatos de cifrado.
La conocida como Operación Thesaurus se firmó en un elitista club de Washington, el Cosmos, cuando Hagelin selló en 1951 con un apretón de manos durante una cena el primer acuerdo secreto con la inteligencia estadounidense, que trajo consigo a William Friedman, el padre de la criptología americana. El acuerdo consistía en que Hagelin trasladaba la compañía a Suiza y restringía las ventas de sus modelos más sofisticados a países aprobados por Langley (sede la CIA). Las naciones que no estaban en esa lista obtenían de Crypto AG sistemas anticuados y sin efectividad y a Hagelin se le compensaba económicamente por la pérdida de ventas.
El siglo XX nadie en Crypto, excepto Hagelin, sabía de la implicación de la CIA en la compañía, los beneficios eran abundantes; cada año, según los registros de la inteligencia alemana, el BND entregaba su parte de las ganancias en efectivo a la CIA en un oscuro garaje de Washington. En la década de los 80, la operación pasó a denominarse Rubicón, para entonces, ya existían algunas tensiones entre Washington y Bonn a cuenta de los objetivos y del reparto de la información conseguida y ambas partes, según la investigación, usaron para su espionaje a otras empresas, a Siemens en Alemania y Motorola en EE UU.
Crypto, además, daba buenos beneficios, según la CIA, en 1975 la compañía ganó más de 47,8 millones de euros. Mientras, Rubicón permitió décadas de acceso sin precedentes a las comunicaciones de otros Gobiernos.
Por ejemplo, en 1978, cuando los líderes de Egipto, Israel y EE UU se reunían en Camp David para negociar un acuerdo de paz, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) escuchaba de forma secreta las comunicaciones del presidente egipcio Anwar el-Sadat con El Cairo.
A través de un sistema de Crypto se supo también que el hermano del presidente de EE UU Jimmy Carter estaba supuestamente en nómina del líder libio Muamar el Gadafi.
La tecnología también propició que la Administración de Ronald Reagan pasase información a Londres sobre la breve guerra del Reino Unido con Argentina por las Malvinas.
En 1989, el uso del Vaticano de un aparato de Crypto fue determinante en la captura el general panameño Manuel Antonio Noriega cuando el dictador buscó refugio en la Nunciatura de Panamá.
Los alemanes abandonaron el programa hacia finales de los 90; la CIA continuó, pero Crypto se fue disolviendo y dejó de existir en 2017. Hoy existen Crypto International y CyOne; la primera asegura que nunca supo nada de la trama de Crypto, y la segunda se acoge al “sin comentarios"
En Suiza se ha recibido la noticia con angustia. "Nuestra reputación está hecha trizas", escribió un periodista político al respecto. "Nuestra neutralidad es una hipocresía", declaró otro. Existían rumores sobre los negocios turbios de Crypto AG desde hace años. Sus empleados sospechaban de que algo no andaba bien. El gobierno suizo sabía del asunto. De hecho fue uno de los pocos que no recibió una máquina Crypto alterada por la CIA.
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