martes, 18 de febrero de 2020

EDITORIALES,


Un grosero silencio cómplice
Ernesto Clarens, señalado como financista de los Kirchner y pagador de cuantiosas coimas, retiene información clave para la causa de los cuadernos
La ley del arrepentido, promulgada en 2016 por el entonces presidente Mauricio Macri, provee una herramienta exitosamente probada a nivel mundial para las investigaciones de delitos graves y complejos que involucran una enorme maquinaria de ilícitos unidos a través de pactos de complicidad, "omertá" o de silencio.
La aplicación más notoria de esta ley en nuestro país, hasta ahora, se dio en la investigación conocida como la causa de los cuadernos, dentro de la cual la Justicia aceptó a más de una veintena de imputados colaboradores que, como establece la norma, declararon asistidos por sus letrados y con pleno conocimiento de las implicancias de este instituto jurídico.
Todo imputado que pretenda acogerse a los beneficios que confiere la referida ley debe brindar información esencial sobre el delito que se investiga y sobre sus autores. La norma pone especial énfasis en que se aporten datos sensibles, como cuentas bancarias, información financiera, societaria o de otras entidades utilizadas para colocar, disimular o transferir los fondos ilícitos utilizados o el producto o provecho del delito en el que se haya participado.
En el contexto de aquella causa, uno de los aceptados como imputado colaborador fue Ernesto Clarens, señalado, entre otras cosas, como el financista del matrimonio Kirchner, acusado en los tribunales penales de ser eslabón clave en 175 pagos de millonarias coimas. En diez años, había dejado atrás un pasado de simple operador bursátil, con oficinas en el mismo edificio del microcentro porteño donde funcionaba el Banco de Santa Cruz.
El derrotero previo a que finalmente fuera aceptado como "arrepentido" muestra que los fiscales, en más de una oportunidad, rechazaron sus sucesivas presentaciones antes de aceptarlo y que le exigieron más información. Además, habrían querido revocar el acuerdo alcanzado con Clarens, pidiendo incluso su inmediata detención, porque claramente advertían que mentía o que guardaba para sí información sensible que deliberada y llamativamente no aportaba.
De hecho, el citado financista se limitó a sumar información dirigida a enlodar a muchos empresarios involucrados en la investigación y, particularmente, a aquellos que habían alcanzado también acuerdos de arrepentidos. El motivo era claro: desnudaron el protagónico papel desempeñado por Clarens en el armado y funcionamiento de la asociación ilícita que habría funcionado, según explican los fallos, en torno al reparto discrecional de licitaciones de obra pública y que habría integrado con las máximas autoridades del Poder Ejecutivo, entre 2003 y 2015. Cabe recordar que el primero que lo señala como pieza clave de la operatoria criminal fue Leonardo Fariña, al sindicarlo como responsable de "transformar recursos de la obra pública en pesos, euros y dólares". Por otra parte, la firma a través de la cual Clarens operaba se llamaba casualmente "Invernes", nombre muchas veces asociado con "Inversiones Néstor"-aunque también puede leerse como "InvErnesto"- y seguramente no de manera casual, la sede social en la calle Carabelas era la misma de Austral Construcciones. Sin ir más lejos, en su declaración confesó haber recaudado coimas para Sueños Compartidos, de las Madres de Plaza de Mayo, y para la firma Gotti, una constructora que forma parte del conglomerado de empresas de Lázaro Báez.
Así, y aun cuando la Cámara Federal puso en su verdadera dimensión la trascendencia del rol esencial de Clarens al agravar su imputación considerándolo organizador de la asociación ilícita, subyace todavía en los investigadores y conocedores de la causa el sabor amargo de advertir que este financista guarda celosamente información y datos lo suficientemente valiosos y concretos. ¿Cómo podría ser aceptable para un observador neutral que quien fue el principal financista de esa asociación ilícita no supiera en qué bancos o países pudieran sus integrantes tener cuentas bancarias, valores o cajas de seguridad? Resulta cuando menos llamativo que Clarens haya aportado prolijas y detalladas planillas con datos de supuestos pagos por parte de empresarios, que datan de más de 15 años, y que en cambio no proveyera ni un número de cuenta, ni el nombre de una ciudad, país o institución financiera, bancaria o societaria, local o internacional, a través de la cual pudiera haberse canalizado el enorme caudal de dinero ilícito que, según consta en la Justicia, habría sido parte del voluminoso botín producido por dicha asociación ilícita encaramada en el poder entre 2003 y 2015. Insiste en afirmar que él se limitaba a conseguir el dinero en efectivo que entregaba a los empresarios y que eran luego ellos quienes se lo daban a Daniel Muñoz para su traslado al departamento de los Kirchner, en Recoleta, a fin de continuar la ruta. Si tomamos por cierta su palabra, lo que sí tendría que saber Clarens es cuál era la fuente proveedora de dólares o euros en efectivo.
Está claro que no hablamos de un simple financista, tal como surge de sus propias declaraciones. Se le atribuye ser quien "garantizaba el reparto" y manejaba los sobreprecios en las obras viales, incluso cambiaba los certificados de pago del Estado, a cambio de una comisión, y hacía las veces de cambista. Sus funciones dentro de la trama que se investiga parecen sindicarlo como el cerebro a cargo del armado de las complejas estructuras de lavado que se necesitaron para movilizar el gigantesco botín. Incluso al reconocer su vinculación con la firma Gotti, en el sur, vendida luego a quien él mismo supone era Lázaro Báez, describió una operatoria cuyo formato, afirmó, se repetiría en Buenos Aires cuando Néstor Kirchner fue presidente. Dichas estructuras podrían incluir a la esposa de Clarens, sus hijas y su ya fallecida suegra, además de abogados, contadores y escribanos abocados a concretar "delitos tales como vaciamiento, frustración de cobro, lavado de activos y desbaratamiento de derechos acordados", según otra demanda presentada.
Viajaba frecuentemente en su crucero a Carmelo, Uruguay, con su familia e invitados, dotando así de una fachada familiar el posible traslado de los famosos bolsos, sumados a los viajes relámpago en helicópteros y aviones en fechas coincidentes con las de entregas de bolsos, según se consignó en la causa de los cuadernos. Vale destacar que en Carmelo opera una inusitada cantidad de sucursales bancarias. En su declaración, afirma sin tapujos que "no necesitaba salir del país para mover plata al exterior". La ruta a Uruguay y los lazos con el mundo financiero, empresario y político uruguayo es otra de las ramas de la investigación que jamás avanzó. Hay mucha información conocida del otro lado del Río de la Plata que tampoco fue aún una línea de trabajo para nuestra Justicia.
Una anécdota relatada por distintos testigos refiere que el día que falleció Néstor Kirchner, Clarens habría expresado -mientras miraba un partido de fútbol- que muchos se encontrarían en ese momento brindando. Cuando se le preguntó si serían los adversarios políticos de Néstor Kirchner quienes celebrarían, respondió negativamente y aclaró que a los que se refería era sin duda a los numerosos testaferros del presidente fallecido, beneficiados con su muerte con la posibilidad de quedarse con lo ajeno. Todo indicaría que Clarens sabría mucho más de lo que contó a la Justicia.
Esta trascendente causa no debería naufragar en un nuevo mar de impunidad. La salud de la república está en juego.

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