Apertura de sesiones ordinarias: Alberto Fernández, un presidente en equilibrio permanente e inestable
Claudio Jacquelin
Equilibrio es la palabra de la hora. Alberto Fernández la explicitó en su primer discurso de apertura de sesiones ordinarias, pero también atravesó tácitamente todo el abundante contenido desarrollado a lo largo de los 80 minutos. Un propósito, sin dudas, ambicioso.
En ningún punto quedó mejor expuesta aquella pretensión que al anunciar el envío de un proyecto para legalizar el aborto y, al mismo tiempo, un plan de protección de las embarazadas y de los recién nacidos. Una forma de zanjar o atenuar controversias. El propósito analgésico ya había empezado a transitarse con los preanuncios y las filtraciones de los ejes del discurso, que le quitaron sorpresa, pero también explosividad. Toda una estrategia de política comunicacional para potenciar beneficios y diluir costos.
La centralidad que tuvo la pretensión del equilibrio excede, sin embargo, a los enunciados y a los proyectos legislativos. Expone con crudeza la fina cuerda floja por la que transita Fernández en todos los planos, que incluye el de las diferencias internas en la heterogénea coalición oficialista. Muchos pasajes tuvieron por destinatarios a los diversos públicos internos del Frente de Todos. Las reformas judicial y de los servicios de inteligencia pueden operar a modo de ejemplo. No es la primera vez que lo intenta.
El discurso tuvo, además, todos los atributos de un mensaje inaugural, que vino a completar el de la asunción, el último 10 de diciembre, con una amplia batería de anuncios, que en la enunciación lograron una primaria aceptación aun por parte de los opositores. Ello a pesar de las muchas críticas que el Presidente le dedicó a la herencia recibida de gestión de Cambiemos (más de las que se habían dejado trascender), y algunos párrafos claramente confrontativos. Los títulos suelen facilitar consensos que no necesariamente se sostienen cuando se conoce el contenido y el impacto que en la práctica tienen las iniciativas. Nadie se opone nunca a las buenas intenciones.
La vastedad temática de los anuncios se explica por esa búsqueda de equilibrio, tanto como por la intención de disimular ausencias fundamentales. La dilación para dar a conocer el plan macroeconómico resalta sola, a pesar de que la situación de la economía es la cuestión más preocupante para todos los argentinos.
De todas maneras, Fernández dejó expuesta la relevancia de la problemática económica, atribuida al estado del país que heredó, al justificar situaciones actuales y medidas adoptadas que están provocando conflictos, El caso del aumento de las retenciones a la exportación de soja y derivados puede resultar paradigmático. El tono y la argumentación operaron también acá como las herramientas elegidas para equilibrar y moderar el impacto de esa controvertida medida, que, dejó en claro, no está dispuesto a revisar.
Alfonsín y el Papa
Lo mismo hizo al momento de resaltar algunas de las políticas "reparatorias" adoptadas en sus primeros 81 días de gobierno, que pudieron afectar ingresos de algunos sectores socioeconómicos. La búsqueda del ecumenismo es el norte. Los pocos nombres propios citados lo demuestran. Solo tuvieron mención reiterada el Papa y Raúl Alfonsín. El jefe de la Iglesia Católica con sus encíclicas y el Presidente de la recuperación democrática, profeta del rezo laico del preámbulo constitucional. Paraguas para todos y todas.
La dilación para dar a conocer el plan macroeconómico resalta sola, a pesar de que la situación de la economía es la cuestión más preocupante para todos los argentinos
Aunque Fernández descalificó las lógicas empresarias para la administración de la cosa pública, el Presidente recurrió a una herramienta de la cultura gerencial para articular su discurso. Casi explícitamente, adoptó el famoso esquema FODA, que permite diagnosticar la situación de una organización y definir proyectos a través de la identificación de las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. Aunque este no sea "un gobierno de CEOs, sino de científicos". Una definición singular que pone alta la vara con la que será juzgada la administración Fernández.
Más allá de la ausencia del plan macroeconómico, quedó clara cierta orientación que pretende darle a su gestión en la materia: fuerte presencia del Estado como regulador y asignador de recursos, con eje en el desarrollo y fortalecimiento de la mediana y pequeña empresa nacional. No sólo se reivindican los controles sino que se advirtió sobre su refuerzo y perfeccionamiento. La indomable inflación, una vez más, los justifican, aunque su eficacia estructural pueda resultar discutible, según los antecedentes conocidos.
La economía
El tránsito sobre la cuerda floja tuvo picos altos en lo económico al anunciar, con muchos diluyentes ambientales y éticos, que se incentivarán las explotaciones petroleras, gasíferas y mineras, a pesar de cuestionarse las economías de perfil extractivo, casi tanto como los modelos especulativos. La compensación se complementó con el lado de las menciones y anuncios respecto de la industria del conocimiento.
La centralidad de la renegociación de la deuda externa, como elemento decisivo de la dinámica gubernamental, volvió a ser subrayada por Fernández con el abordaje retórico que ya había desarrollado previamente. Aunque tuvo el añadido del rol que espera tenga el Congreso en la materia y la sugerencia de que podrá haber alguna investigación sobre el endeudamiento contraído duante la gestión macrista. No hubo precisiones al respecto, pero los ecos de viejas iniciativas de control de legitimidad parecieron volver a resonar. Son algunas de las incógnitas que deberán develarse pronto. Las estrategias retóricas no siempre se traducen en políticas concretas.
Quedó clara cierta orientación que pretende darle a su gestión en la materia: fuerte presencia del Estado como regulador y asignador de recursos
Los numerosos consejos y organismos de consulta que se anunciaron pueden incluirse en ese ámbito de los enunciados discursivos y los interrogantes prácticos. De todas maneras, muestran el objetivo de Fernández de expandir fronteras y sumar apoyos fuera de la base que lo llevó al poder.También, de trascender más allá de los cuatro años de su actual mandato. Aún resta saber si eso remite sólo a las políticas que puedan proponerse y adoptarse o también a los ejecutores.
Por todo eso, también, para lograr que avance la mayoría de los proyectos anunciados se requerirá de un elevado ejercicio del arte del equilibrio así como de mayores apoyos que los que mostró esa plaza del Congreso con demasiados claros. El mismo equilibrio y soportes que demanda llevar adelante una gestión todavía en su etapa inaugural y con un liderazgo aún en fase de construcción.
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