viernes, 11 de septiembre de 2020

LOS RECOMENDADOS,


Mucho más que un rescate emotivo
(EE.U.U./2018). creadores: Jon Hurvitz y Hayden Schlossberg. Elenco:Ralph Macchio, William Zabka, Xolo Maridueña. disponible en: Netflix.
M. S.

Cobra Kai es más que un rescate emotivo. Lo que a primera vista podría verse como una secuela en clave de homenaje a la trilogía de Karate Kid funciona en los hechos como una de las mejores reivindicaciones del espíritu del cine de los 80 llevadas a la actualidad. Podría decirse que desde Volver al futuro no aparece en toda su magnitud ese aliento nostálgico en estado tan puro.
Lo mejor de todo es que esa mirada retrospectiva no funciona, como en tantas otras ocasiones, como un lamento por lo que pasó y no volverá. Al recoger esa vieja impronta y traerla a nuestros días, Cobra Kai se instala en un escalón superior, mucho más trascendente. Aquella ingenua estudiantina con mística oriental y artes marciales adquiere en esta nueva aventura la estatura de un mito, sencillamente porque termina marcando el destino de sus protagonistas.
Pasaron tres décadas y Johnny Lawrence, aquél rubio arrogante que desafiaba al débil e idealista Daniel Lorusso, discípulo perfecto del señor Miyagi, es un perdedor sin remedio, con la cerveza y sus recuerdos como únicas compañías. A Lorusso le fue mejor como empresario: su agencia de autos va viento en popa.
Hasta que los caminos de ambos vuelven a cruzarse a través de sus herederos. Están los hijos de ambos y un tercero en discordia, un chico latino de familia inmigrante que vive con lo justo. A los tres les tocará verse las caras y resolver parte de las cuentas todavía no saldadas por sus progenitores, mientras en el medio fluye una riquísima cantidad de historias paralelas protagonizadas sobre todo por adolescentes que tratan de reaccionar, cada uno a su modo, a todo el catálogo imaginable de lo que conocemos como bullying. El karate aparece como la medicina que cura esos padecimientos.
El permanente cruce de personalidades entre los adultos entre sí y entre ellos y los adolescentes es lo suficientemente rico como para que la trama no decaiga en ningún momento. Los flashbacks de la trilogía del Karate Kid son siempre oportunos y suman todo el tiempo más matices.
El elenco es excelente. Como el adulto Johnny Lawrence, William Zabka encarna de manera brillante al personaje más atractivo, un hombre de otro tiempo que conserva la dignidad, pero al mismo tiempo nos regala pinceladas deliciosas de incorrección política. Y Ralph Macchio, que al principio parece la contracara de aquel chico perfecto entrenado y educado para la vida por el sensei Miyagi, va mostrándonos de a poco cuál es su verdadera personalidad. La vida de cada uno de los personajes se hace todavía más interesante de la mano del pasado que vuelve.




Kaufman juega con la gramática del cine
(I’m thinking of ending things, ee. uu./2020) guión y dirección: Charlie Kaufman. elenco: Jessie Buckley, Jesse Plemons. disponible en: Netflix.
D. B.

Tras ganar el Oscar por Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Charlie Kaufman dejó de escribir para otros cineastas y se concentró en su propia carrera como director. Quien por tratarse de la transposición de un material ajeno (una novela del canadiense Iain Reid) especule con “un Kaufman” más contenido o austero, deberá seguir esperando.
Pienso en el final continúa (y en muchos casos profundiza y amplifica) la veta experimental, la audacia narrativa y visual, el tono melancólico y el cuestionamiento existencialista de un cine siempre imprevisible e inclasificable. La protagonista, antiheroína y dueña de la voz en off que narra el film (y de a ratos nos atormenta con sus desgarradores pensamientos) es Lucy (¿o Louisa?), una escritora (¿o pintora?, ¿o estudiante de física cuántica?) que está de novia desde hace apenas un par de meses con Jake (Jesse Plemons). Lo de las preguntas entre paréntesis no tiene que ver con imprecisiones en esta crítica sino con que todo en la película es tan contradictorio como inasible y, así, los personajes pueden cambiar de nombre, de oficio y hasta de look. Kaufman juega a reescribir (y romper con) la gramática del cine y, por lo tanto, en un plano alguien puede estar lleno de energía y en el siguiente, convertirse en un anciano.
En esta tragicomedia que en distintos momentos “dialoga” con el cine de los hermanos Coen, con el de Woody Allen o con el de David Lynch hay lugar también para el melodrama, el musical, el humor negro y el artificio teatral. Lucy (¿o Louisa?) es quien piensa en el final del título, mientras su pareja la lleva en auto hasta una lejana y aislada granja bajo una apocalíptica tormenta de nieve para conocer a sus suegros (interpretados a puro delirio por Toni Collette y David Thewlis).
Kaufman no se ahorra citas cinéfilas ni literarias, pero lo que en principio podría sonar a una caótica y caprichosa acumulación de elementos durante 134 minutos termina dando por resultado la creación de un universo surreal donde todo es posible.
Es de celebrar que una película de estas dimensiones, ambiciones y exigencias llegue a una plataforma como la de Netflix y, al mismo tiempo, es de lamentar que un film de la subyugante belleza visual de Pienso en el final (la fotografía es del polaco Lukasz Zal, el mismo de Ida y Cold War, de Pawel Pawlikowski) no pueda ser disfrutado en pantalla grande. Un viaje íntimo y externo por momentos claustrofóbico y siempre pesadillesco que la irlandesa Jessie Buckley (anoten este nombre) convierte en una clase maestra de actuación, un impiadoso retrato sobre las angustias, y deseos de estos tiempos.

Scandinoir con aires de horror folclórico
(Suecia/2015). creador: Henrik Bojörn. elenco: Moa Gammel, Göran Ragnersta. disponible:en Film&arts, los martes, a las 22 y en Flow, Directv Go y movistar play.

P. V. P.

Finalmente llega uno de los más extraños exponentes del scandinoir de los últimos tiempos. Más allá de las conocidas coordenadas de la investigación, lo interesante de esta serie sueca de 2015 es su arriesgada exploración de la tradición fantástica a partir de elementos del folclore y la mitología nórdica. Los bosques, protagonistas por excelencia del policial escandinavo, adquieren aquí una nueva relevancia: son el hábitat de criaturas míticas, pactos ancestrales y riquezas insospechadas que logran impregnar al relato con de un horror inusual para el género.
Eva Thörnblad (Moa Gammel) regresa al pueblo de su infancia, una especie de Twin Peaks perdido entre las montañas, luego de siete años de ausencia. En ese entonces su hija Josefine desapareció misteriosamente y su padre, dueño de una poderosa empresa dedicada a la producción de celulosa y a la explotación mineral, fue enfermando progresivamente. La muerte de Johan Thörnblad, envuelta en los secretos del pasado y las llamas de un incendio, la convirtió en heredera de una colección de pistas alojadas en los recovecos de un enorme caserón gótico. El funeral de Johan coincide con la desaparición de otro niño, hijo de uno de los accionistas de Celulosa Thörnblad, y Eva se decide a investigar al que cree es el mismo secuestrador de Josefine.
La serie se asemeja más al horror folk y a la inventiva de David Lynch que al estricto ideario del scandinoir, siempre más apegado al universo del realismo. La clave, sin embargo, no es lo que se muestra sino lo que se oculta. Lo sobrenatural nunca se define en la exposición sino en la sugerencia, en la tensión permanente entre una explicación racional que combine la explotación de la naturaleza, los movimientos ecologistas y un sicario encargado de las negociaciones, con pequeños destellos que insinúan la presencia de lo extraño, de criaturas inhumanas habitando en cuevas secretas, parásitos capaces de brindar habilidades y fortalezas, mágicos pactos incumplidos.
Creada por Henrik Björn y con dos temporadas en su haber, Jordskott se aleja con inteligencia de las más lineales convenciones del género y utiliza el salto al horror como una llave para reflexionar sobre los vínculos entre el hombre y la naturaleza, los límites del poder y el sentido de la palabra. Oscura y perturbadora, sostiene una violencia subterránea que nunca deriva en efectismo y consigue delinear personajes complejos –como el policía Göran Wass y el enigmático Harry Storm, interpretado por Ville Virtanem, protagonista de Sorjonen– y climas de consistente inquietud y ambigüedad sin perder el definitivo sentido de la historia.

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