Ayer, la sucursal histórica del clásico restaurante Pippo, ubicada en Montevideo 341, que este año cumplía 83 años, decidió cerrar sus puertas.
Les comparto un breve relato homenaje y despedida, escrito por Mario Glanc
(gracias Monica Rodríguez por compartirlo con nosotros)
Réquiem para un tuco y pesto
Hace mucho que fue hermoso. Era sentarse a aflojar las piernas despuésde que habían aguantado la caminata por Corrientes y las paradas obligatorias en las librerías en la que a veces, los billetes arrugados alcanzaban para comprar un libro que despuésde pasear debajo de la axila cuadras y cuadras se abría con la magia de la verdad revelada o la historia todavía no contada.
Era la sencilla ceremonia de sentarse en esas mesas chiquitas como el bolsillo que podía pagarlas, y garabatear los fundamentos de la revolución inminente en sus manteles de papel blanco, mientras devorabas uno a uno los pancitos que ayudaban a aguantar el hambre...Y de encontrar al mozo de siempre, que con estudiada desaprensión esperaba el pedido ya sabiendo de qué se trataba el juego. Y confirmarlo.... Una montaña blanda, tierna y humeante coronada por un manto rojo, un río verde y una lluvia parmesana que sabía a gloria. Y el mínimo botellón de tinto imbatible que se mezclaba con la soda inevitable, porque todavía no habíamos aprendido a beber, sino que nos regocijábamos simplemente tomando.
Hacía frío, porque entonces además de utopías existían sobretodos, y sabañones, y medias de lana para pasar el invierno...Pero el calorcito de la mesa con los amigos,o con una novia que ayudaba a descubrir qué era eso que llamaban amor, o con la soledad que ensayaba los primeros pasos de la melancolía mirando a través de la ventana a una Buenos Aires que aún distante, era propia. Y era la sonrisa...La confianza plena de un mundo que -seguro -iba a ser mejor, porque así lo determinaba la historia, su devenir inevitable, y por encima de todo, nuestra inocencia.
Y porque sonaban Viglietti y Lito Nebbia, Goyeneche y Zitarrosa, Vox Dei y Serrat. Y porque a la vuelta de la esquina, estaban todos: Fellini, Fabio, Leone, Bergman, ... Muchos fuimos dichosos en la simpleza de esos manteles. Tal vez saboreamos allí por primera vez el significado de un beso con gusto a ajo.... Y muchos crecimos volviendo de vez en cuando a ese amor envejecido y devaluado, pero alimentándonos de aquellas glorias...Y después vino todo lo de después. De la utopía a la ilusión, del sueño al desencanto.... Y volver a cargar las mochilas con nuevas quimeras y buscar a través del vidrio de la misma ventana otra esperanza.... Y encontrarla, o pensar que allí estaba, mientras aquel mundo se evanescía y nuevas recetas sustituían cabezas y manteles.Te quedaste allí...en el recuerdo, la supervivencia y la decadencia.
Y hoy me avisaron que te fuiste. Y sí...¿Por qué habrías de quedarte? Si ya nos somos ni la mueca trágica de aquello que soñamos. Enloquecimos perdiendo progresivamente valores, pertenencias y sentido común. Dejamos que nos gane el miedo, la corrección, el amaestramiento. Somos cobayos jugando el ensayo de la supervivencia a costa de perder historia, identidad y amores.
Ya no tomo.... Ahora bebo. Sin embargo,esta noche, voy a mezclar un tinto con soda, voy a cerrar fuerte los ojos, y mientras recuerde lo lindo que era saberse vivo justamente porque la vida estaba en riego, probablemente mientras lo trague mezclado con una lágrima te voy a despedir para siempre. Chau Pippo. Gracias (Mario Glanc- 1/09/2020)
Ya no tomo.... Ahora bebo. Sin embargo,esta noche, voy a mezclar un tinto con soda, voy a cerrar fuerte los ojos, y mientras recuerde lo lindo que era saberse vivo justamente porque la vida estaba en riego, probablemente mientras lo trague mezclado con una lágrima te voy a despedir para siempre. Chau Pippo. Gracias (Mario Glanc- 1/09/2020)
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