martes, 1 de septiembre de 2020

SIEMPRE EN NUESTRO CORAZÓN.....


Ayer, la sucursal histórica del clásico restaurante Pippo, ubicada en Montevideo 341, que este año cumplía 83 años, decidió cerrar sus puertas.
Les comparto un breve relato homenaje y despedida, escrito por Mario Glanc
(gracias Monica Rodríguez por compartirlo con nosotros)
La imagen puede contener: comida, texto que dice "Mall 8"
Réquiem para un tuco y pesto
Hace mucho que fue hermoso. Era sentarse a aflojar las piernas despuésde que habían aguantado la caminata por Corrientes y las paradas obligatorias en las librerías en la que a veces, los billetes arrugados alcanzaban para comprar un libro que despuésde pasear debajo de la axila cuadras y cuadras se abría con la magia de la verdad revelada o la historia todavía no contada.
Era la sencilla ceremonia de sentarse en esas mesas chiquitas como el bolsillo que podía pagarlas, y garabatear los fundamentos de la revolución inminente en sus manteles de papel blanco, mientras devorabas uno a uno los pancitos que ayudaban a aguantar el hambre...Y de encontrar al mozo de siempre, que con estudiada desaprensión esperaba el pedido ya sabiendo de qué se trataba el juego. Y confirmarlo.... Una montaña blanda, tierna y humeante coronada por un manto rojo, un río verde y una lluvia parmesana que sabía a gloria. Y el mínimo botellón de tinto imbatible que se mezclaba con la soda inevitable, porque todavía no habíamos aprendido a beber, sino que nos regocijábamos simplemente tomando.
Cerró el restaurante Pippo, un clásico porteño que no pudo superar la  pandemia
Hacía frío, porque entonces además de utopías existían sobretodos, y sabañones, y medias de lana para pasar el invierno...Pero el calorcito de la mesa con los amigos,o con una novia que ayudaba a descubrir qué era eso que llamaban amor, o con la soledad que ensayaba los primeros pasos de la melancolía mirando a través de la ventana a una Buenos Aires que aún distante, era propia. Y era la sonrisa...La confianza plena de un mundo que -seguro -iba a ser mejor, porque así lo determinaba la historia, su devenir inevitable, y por encima de todo, nuestra inocencia.
Pippo - Restaurante de comida Porteña en San Nicolas
Y porque sonaban Viglietti y Lito Nebbia, Goyeneche y Zitarrosa, Vox Dei y Serrat. Y porque a la vuelta de la esquina, estaban todos: Fellini, Fabio, Leone, Bergman, ... Muchos fuimos dichosos en la simpleza de esos manteles. Tal vez saboreamos allí por primera vez el significado de un beso con gusto a ajo.... Y muchos crecimos volviendo de vez en cuando a ese amor envejecido y devaluado, pero alimentándonos de aquellas glorias...Y después vino todo lo de después. De la utopía a la ilusión, del sueño al desencanto.... Y volver a cargar las mochilas con nuevas quimeras y buscar a través del vidrio de la misma ventana otra esperanza.... Y encontrarla, o pensar que allí estaba, mientras aquel mundo se evanescía y nuevas recetas sustituían cabezas y manteles.Te quedaste allí...en el recuerdo, la supervivencia y la decadencia.
 Y hoy me avisaron que te fuiste. Y sí...¿Por qué habrías de quedarte? Si ya nos somos ni la mueca trágica de aquello que soñamos. Enloquecimos perdiendo progresivamente valores, pertenencias y sentido común. Dejamos que nos gane el miedo, la corrección, el amaestramiento. Somos cobayos jugando el ensayo de la supervivencia a costa de perder historia, identidad y amores.
Ya no tomo.... Ahora bebo. Sin embargo,esta noche, voy a mezclar un tinto con soda, voy a cerrar fuerte los ojos, y mientras recuerde lo lindo que era saberse vivo justamente porque la vida estaba en riego, probablemente mientras lo trague mezclado con una lágrima te voy a despedir para siempre. Chau Pippo. Gracias (Mario Glanc- 1/09/2020)

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