Arthur Miller, la voz de una infatigable pregunta por la ética
Aveces, en un libro se condensa toda una época. O algunas de sus más poderosas resonancias. Algo de esto ocurre en Teatro reunido (Taurus), selección de algunas de las piezas teatrales más representativas de la obra de Arthur Miller (Nueva York, 1915Roxbury, Connecticut, 2005). Ecos de una época: la compilación incluye Todos eran mis hijos, Muerte de un viajante, Las brujas de Salem, Panorama desde el puente,
Después de la caída. Textos escritos en el arco que se extiende entre mediados de la década de 1940 y mediados de la década de 1960. El siglo XX en su punto culminante; el adiós a un mundo y la pulseada por aquello que podría venir, la transformación cultural, la Guerra Fría, Vietnam, la denuncia a la civilización que hizo posible Auschwitz, el paradójico acceso a un malestar y unos niveles masivos de confort que hasta ese momento Occidente no había conocido.
Arthur Miller, su rostro, Marilyn Monroe y la filmación de Los inadaptados (la película que dirigió John Huston con guion de Miller) forman parte de la iconografía, la sustancia si se quiere afectiva, de aquel tiempo. El realismo teatral, la crítica social, la izquierda estadounidense, Elia Kazan –su amistad con Miller, la conjunción en lo expresivo, la estruendosa ruptura entre ambos–, de algún modo también.
¿Y qué podría interpelarnos hoy en esa dramaturgia cercana y a la vez hija de un mundo lejano en tantos y tan críticos aspectos? Probablemente, lo genuino del gesto que la hizo nacer, esa voluntad por indagar en las vísceras de la condición humana, muy especialmente en los contraluces de eso que los seres humanos hacemos entre nosotros: crear lazos de amor, de odio, de opresión, de salvataje.
Está, también, el conflicto moral. El desgarro ético que subyace a los personajes de Todos eran mis hijos, obra que al hablar de una guerra habla de todas. El derrumbe existencial que atraviesa, desde planteos dramáticos distintos, a Muerte de un viajante y Después de la caída. Las miserias de la delación –y las tormentas de la pasión, la vulnerabilidad y el poder siempre haciendo su juego– en Las brujas de Salem. Y otra vez la delación, las contradicciones y las tormentas del deseo pero esta vez atravesadas por la herida de la migración, en Panorama bajo el puente.
D. F. I.
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