Un gobierno de científicos aplazado en estadísticas. Sin datos confiables, no es posible hacer diagnósticos acertados, ni planificar políticas como las que exige el Covid-19.
Sin datos estadísticos confiables, no es posible formular diagnósticos acertados, ni planificar políticas sociales y sanitarias como las que exige el Covid-19
Desde sus inicios, la psicología como disciplina científica ha estudiado e interpretado la negación como un mecanismo de defensa que, en ocasiones, es adoptado ante situaciones de ansiedad o estrés. Y es sabido que si no somos capaces de reconocer que un problema existe, difícilmente estaremos en condiciones de solucionarlo.
El devenir de la política argentina nos ha nutrido en los últimos años de variados ejemplos acerca de la propensión a esconder el polvo debajo de la alfombra. Cómo no recordar el prolongado ocultamiento de las verdaderas cifras de inflación durante las gestiones kirchneristas, cuando el Indec, bajo la batuta del impresentable Guillermo Moreno, dibujaba los números del aumento del costo de vida. Y cómo olvidar al actual gobernador bonaerense y entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, negándose a hablar de estadísticas de pobreza por tratarse, según él, de una cuestión “estigmatizante”.
Hoy no se trata del índice de precios, sino de los guarismos registrados en relación con el Covid-19, ya que la base de datos creada en la organización sin fines de lucro Our World in Data, ligada a la Universidad de Oxford, decidió dejar de brindar información estadística sobre los testeos de coronavirus que se realizan en la Argentina, a raíz del subregistro de resultados negativos en la base de datos nacional.
Esta deficiencia informativa daría una sobreestimación de la tasa de casos positivos y no reflejaría la cantidad veraz de testeos, que sería superior a la que se ha venido informando oficialmente.
Sobre la decisión de Our World in Data, su gerente Edouard Mathieu afirmó que “la información proporcionada por el gobierno argentino no tiene la calidad suficiente para reflejar correctamente este problema”. Ante esa resolución, el gobierno nacional señaló que se comenzaría a aplicar un método diferente para medir los testeos y el correcto registro de los que dan negativo.
Según la información oficial, la Argentina figura entre los países con niveles de testeos más bajos del mundo, dado que registra hasta el momento unos 58.000 testeos por millón de habitantes. Este déficit fue señalado por muchos científicos como una de las causas de que la pandemia en el país haya llegado a los niveles actuales.
El poco apego argentino a la realidad de los números y a las estadísticas, ya sea por ineficiencia, especulaciones políticas o manipulación de las cifras, quedó reflejado en forma reciente cuando el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, admitió un faltante de más de 3500 personas en las estadísticas de personas muertas.
En las últimas semanas, la tasa de positividad de la enfermedad superaba el 60%, un porcentaje que en teoría ubicaba a la Argentina en el registro más elevado del planeta.
Hoy no se trata del índice de precios, sino de los guarismos registrados en relación con el Covid-19, ya que la base de datos creada en la organización sin fines de lucro Our World in Data, ligada a la Universidad de Oxford, decidió dejar de brindar información estadística sobre los testeos de coronavirus que se realizan en la Argentina, a raíz del subregistro de resultados negativos en la base de datos nacional.
Esta deficiencia informativa daría una sobreestimación de la tasa de casos positivos y no reflejaría la cantidad veraz de testeos, que sería superior a la que se ha venido informando oficialmente.
Sobre la decisión de Our World in Data, su gerente Edouard Mathieu afirmó que “la información proporcionada por el gobierno argentino no tiene la calidad suficiente para reflejar correctamente este problema”. Ante esa resolución, el gobierno nacional señaló que se comenzaría a aplicar un método diferente para medir los testeos y el correcto registro de los que dan negativo.
Según la información oficial, la Argentina figura entre los países con niveles de testeos más bajos del mundo, dado que registra hasta el momento unos 58.000 testeos por millón de habitantes. Este déficit fue señalado por muchos científicos como una de las causas de que la pandemia en el país haya llegado a los niveles actuales.
El poco apego argentino a la realidad de los números y a las estadísticas, ya sea por ineficiencia, especulaciones políticas o manipulación de las cifras, quedó reflejado en forma reciente cuando el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, admitió un faltante de más de 3500 personas en las estadísticas de personas muertas.
En las últimas semanas, la tasa de positividad de la enfermedad superaba el 60%, un porcentaje que en teoría ubicaba a la Argentina en el registro más elevado del planeta.
Más allá de que el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, cuya actuación es justamente cuestionada, haya admitido el error y se comprometiera a cambiar el método de registro, no deja de ser una falla más de la forma en que se ha enfrentado la pandemia en el país. Cabe recordar que fue el propio ministro el que auguró, el 23 de enero pasado, que no había ninguna posibilidad de que el coronavirus llegara a la Argentina. “Me equivoqué”, reconoció más de una vez. En cualquier país del mundo, debió haber presentado su renuncia.
Ya quedaron lejos los tiempos en que el presidente Alberto Fernández señalaba, con una actitud soberbia y más propia de una competencia deportiva internacional, los supuestos logros nacionales en la contención del virus y exhibía, con repetidos furcios, comparaciones de dudoso gusto con otros países del mundo con los cuales, luego del papelón, tuvo que disculparse.
Sin estadísticas serias no es posible formular diagnósticos acertados y sin estos es imposible impulsar políticas adecuadas. Sin datos precisos seguiremos siendo siempre presas del voluntarismo y de la improvisación.
La expulsión de la Argentina de un registro de información con prestigio internacional representa una muestra objetiva que se parece más al resultado del gobierno del “vamos viendo” que a la labor del gobierno de científicos que proclamó encabezar el presidente Alberto Fernández.
Ya quedaron lejos los tiempos en que el presidente Alberto Fernández señalaba, con una actitud soberbia y más propia de una competencia deportiva internacional, los supuestos logros nacionales en la contención del virus y exhibía, con repetidos furcios, comparaciones de dudoso gusto con otros países del mundo con los cuales, luego del papelón, tuvo que disculparse.
Sin estadísticas serias no es posible formular diagnósticos acertados y sin estos es imposible impulsar políticas adecuadas. Sin datos precisos seguiremos siendo siempre presas del voluntarismo y de la improvisación.
La expulsión de la Argentina de un registro de información con prestigio internacional representa una muestra objetiva que se parece más al resultado del gobierno del “vamos viendo” que a la labor del gobierno de científicos que proclamó encabezar el presidente Alberto Fernández.
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