¿Por qué ellos pueden y nosotros no?
Juan Carlos de Pablo
Como consecuencia del coronavirus, el Sistema de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo emiten “a lo pavote” y no pasa nada; mientras que el Banco Central de la República Argentina hace lo mismo y pasa de todo.
¿Por qué tantos argentinos prefieren mantener sus ahorros en rectángulos de papel firmados por Jerome Hayden Powell y por Christine Lagarde antes que los firmados por Miguel Ángel Pesce? No será, precisamente, porque analizaron los balances de los citados bancos centrales.
Los amantes de las explicaciones conspirativas tienen material de sobra a partir de esta asimetría. No me interesa, como en estas líneas tampoco me interesa volver a explicar por qué los argentinos preferimos atesorar en moneda extranjera.
Mi inquietud hoy es la contraria: ¿pueden los americanos y los europeos seguir emitiendo a lo pavote, arriesgando que alguna vez se dude de que sus monedas sigan siendo consideradas, eternamente, activos seguros?
La pregunta es tramposa, por lo de “eternamente”; porque solo en los papeles la toma de decisiones se basa en un horizonte infinito. Para el decisor, y también para el analista, hoy existe una tensión entre lo que ve, lo que dicen los modelos y lo que enseña la historia.
La década de 1930 era un mundo de flujos. John Maynard Keynes no era un loquito, pero no estaba muy preocupado por el impacto que el déficit fiscal podría tener sobre el stock de dinero o la deuda pública. Tanto la crisis subprime como la actual, en la enorme mayoría de los países, aumentó notoriamente la relación deuda pública/pbi.
Con ojos de la década de 1930, probablemente hace mucho que la gente debería haber huido del dólar o de los bonos del tesoro de Estados Unidos. No lo hizo. ¿No lo hará bajo ninguna circunstancia? Si suficientes personas descontaran esto, y actuaran en consecuencia, el oro –lo que compran quienes no creen en nada de nada– valdría mucho más de lo que vale.
¿Qué podrían hacer los gobiernos de los países desarrollados si de repente los tenedores de monedas y títulos emitidos por ellos desconfiaran y trataran de desprenderse de ellos de manera masiva? Poco y nada, porque los sistemas funcionan mientras no se los pone a prueba. El gran aliado actual de las autoridades económicas de los principales países del mundo no es tanto el manejo fiscal prudencial que están llevando a cabo, cuanto que, a los ojos de los inversores, no existen buenas alternativas donde refugiarse.
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