Tomás Grigera, impulsor de los cercos vivos y de la agricultura
Cerco vivo, una práctica con historia
En su “Historia del alambrado en la Argentina”, Noel Sbarra menciona los nombres de don Tomás Grigera y don Domingo Olivera, recordándolos como aquellos que iniciaron la titánica tarea de utilizar cercos vivos con espinas (el añapindá, el espinillo, la cina-cina y la tuna, entre otros) para cercar sus campos, protegiendo así los cultivos de aquellos animales que pastaban libremente por la pampa. Aquí recordaremos a Tomás Grigera.
Siguiendo a Luis Pozzo Ardizzi diremos que Grigera nació en Buenos Aires en 1775 y que fue conocido como el “alcalde de las quintas”, denominación originada en sus actitudes de liderazgo sobre las gentes del suburbio y las quintas que rodeaban la ciudad, allí donde se cultivaban duraznos, hortalizas y se criaban aves de corral.
Grigera debería tener en la historia de la agricultura argentina, una página de honor ya que podemos afirmar que fue el primer agricultor científico.
Desde niño aprendió los secretos de la tierra en la quinta de su padre, don Bernardo, situada en la calle de Santo Domingo a la altura de San Miguel de la ciudad de Buenos Aires (hoy Belgrano y Tacuarí).
Encontró así el medio más honroso para sustentar a su numerosa prole, instalándose en la zona conocida como “Las Lomas” (hoy Banfield, Lomas de Zamora y Remedios de Escalada). Roturó la tierra, seleccionó semillas, plantó verduras, flores y frutales y, realizó injertos que hicieron correr su fama, ya que, a un durazno amarillo, jugoso y dulce, se lo conoció como el “durazno ñato de Grigera”.
Grigera debería tener en la historia de la agricultura argentina, una página de honor ya que podemos afirmar que fue el primer agricultor científico.
Desde niño aprendió los secretos de la tierra en la quinta de su padre, don Bernardo, situada en la calle de Santo Domingo a la altura de San Miguel de la ciudad de Buenos Aires (hoy Belgrano y Tacuarí).
Encontró así el medio más honroso para sustentar a su numerosa prole, instalándose en la zona conocida como “Las Lomas” (hoy Banfield, Lomas de Zamora y Remedios de Escalada). Roturó la tierra, seleccionó semillas, plantó verduras, flores y frutales y, realizó injertos que hicieron correr su fama, ya que, a un durazno amarillo, jugoso y dulce, se lo conoció como el “durazno ñato de Grigera”.
Producto de sus observaciones, anotaba minuciosamente los tiempos de siembra, la formación de almácigos, la época de injertos y la maduración de los frutos. Todo será publicado en 1819 bajo el nombre de Manual de Agricultura, dedicado al Director Supremo, don Juan Martín de Pueyrredón. Con éste lo unía una larga amistad, ya que por su asesoramiento, Pueyrredón había traído de Europa raros ejemplares de plantas y flores que conservaba en invernáculos -una novedad por aquellos años- en su chacra “Las Gaviotas” de San Isidro.
En el prólogo de dicho Manual se dirige al lector, diciéndole: “Comunico a mis conciudadanos [...] lo que en el constante trabajo de esa madre común de los vivientes he aprendido”. Señala los distintos tipos de tierra (gruesas, húmedas, secas, etc.), aconseja sobre la “estercolación”, el modo de arar y sembrar. Agrega además, un calendario de agricultura, indicando lo que se tenía que sembrar o plantar, y de qué manera, desde enero hasta diciembre.
En 1821, junto con otros habitantes de las “Lomas de Zamora”, pide a la provincia los títulos definitivos de las tierras que venía cultivando desde hacía décadas, petición que le es concedida por decreto del 30 de marzo del mismo año. Tiempo después, en el mes de agosto, es designado por el gobernador bonaerense para integrar una Junta de nueve miembros, seleccionados de entre aquellos que “posean los mejores conocimientos en los ramos de la agricultura y las artes”. Don Tomás Grigera murió en 1829.
E. M.
En el prólogo de dicho Manual se dirige al lector, diciéndole: “Comunico a mis conciudadanos [...] lo que en el constante trabajo de esa madre común de los vivientes he aprendido”. Señala los distintos tipos de tierra (gruesas, húmedas, secas, etc.), aconseja sobre la “estercolación”, el modo de arar y sembrar. Agrega además, un calendario de agricultura, indicando lo que se tenía que sembrar o plantar, y de qué manera, desde enero hasta diciembre.
En 1821, junto con otros habitantes de las “Lomas de Zamora”, pide a la provincia los títulos definitivos de las tierras que venía cultivando desde hacía décadas, petición que le es concedida por decreto del 30 de marzo del mismo año. Tiempo después, en el mes de agosto, es designado por el gobernador bonaerense para integrar una Junta de nueve miembros, seleccionados de entre aquellos que “posean los mejores conocimientos en los ramos de la agricultura y las artes”. Don Tomás Grigera murió en 1829.
E. M.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.