sábado, 4 de febrero de 2023

EL ESCENARIO


Dilemas de campaña en una economía todavía muy frágil
Francisco Jueguen
El equilibrio económico es frágil. Tras el golpe en la mesa de Martín Guzmán y el abismo que pintó el interinato de Silvina Batakis fue parcialmente reconstruido por el actual ministro de Economía, Sergio Massa. Su meta parece clara y acotada. Llegar a las primarias de agosto sin un fogonazo inflacionario, sin devaluación brusca y sin un freno completo de la actividad. En palabras que Massa suele usar con empresarios: dejar el auto en el garaje sin más abolladuras.
Los últimos días volvieron a dejar en claro que la fragilidad de la economía es sensible a los movimientos tectónicos de la política y la Justicia (o los embates sobre ella). El problema es que tales desplazamientos parecen inevitables en el actual plano que hace convivir a un gobierno con fallas en su diseño de origen y una oposición desperfilada por la guerra interna de candidaturas. Son además dos coaliciones que no dialogan en medio de un proceso electoral que recién comienza.
Esa campaña siembra dudas. La sequía restringirá la cantidad de dólares y habrá que esperar que el gasoducto Néstor Kirchner funcione desde fines de junio. En ese contexto, ¿la meta de acumulación de reservas con el Fondo se cumplirá pese a que requeriría un enfriamiento de la economía con más trabas a las importaciones? Waiver o un parate económico en elecciones. Duda.
El incipiente rebrote internista en el Frente de Todos fue uno de los cinco ejes que planteó Massa en la “cumbre” de Merlo. “Sin orden político no hay orden económico”, dijo el ministro de Economía, y agregó que, más allá de la competencia, la “cohesión” era clave. El presidente Alberto Fernández –que no fue invitado al encuentro, en el que estaban Máximo Kirchner; el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, entre otros– tomó nota y accedió a crear la mesa política que le pide el cristinismo desde hace meses. Su condición: no ser excluido de las PASO como sí lo fue del asado y las empanadas que aportó Gustavo Menéndez.
Un segundo eje fue acrecentar el trabajo en el programa de lucha contra la inflación. “Ayudando todos”, dijo Massa. Hay que ser justos. Si hasta hace poco “aportaron” los camioneros y los movimientos sociales a los controles de precios y de abastecimiento, Massa ahora cuestionó a los intendentes por el impacto en los precios de las tasas de seguridad e higiene. El ministro sigue creyendo –a diferencia de los economistas– que logrará llegar a abril con un 3% adelante. Los privados aseguran que los impactos de primera y segunda ronda de los aumentos en energía (tarifas) y de combustibles, y un alza importante en el precio de la carne en el mostrador –que tiene un significativo impacto en el índice de precios al consumidor del Indec– en las últimas semanas hacen imposible esa meta, sobre todo porque enero ya marcó una variación de más del 6%.
“Es incompatible ser ministro de Economía y candidato”, dijo Massa en Merlo. Los que lo conocen alguna vez lo escucharon decir en los últimos meses que “cualquier candidato de hoy es un fiambre mañana”. Massa no se va a apurar; sabe que la inflación es el principal problema que enuncian los argentinos en todas las encuestas. Según Eduardo Fidanza, cuando asumió Massa casi el 80% de los consultados decían que en el último mes “los precios aumentaron mucho”. En enero, lo dijo el 57%. “La aprobación de la gestión de Massa la medimos en diciembre y era de 45%, 15 puntos más que la de Alberto”, dice el especialista, y expone su análisis: “Massa descomprimió. La gente no es más feliz, es apenas un poco menos infeliz. La cuestión es si con eso le alcanza para ser un presidenciable, en vista de las inconsistencias subsistentes de la macroeconomía y de los límites políticos que le fija la interna”. Sin embargo, en el propio equipo económico del tigrense reconocen que aún no lograron imponer la certidumbre de que la inflación bajará de manera constante, un hecho clave para que el tigrense se ponga en campaña.
Massa se prepara para lanzar hoy en el CCK una ampliación del programa Precios Justos. Será una extensión hasta junio próximo. Muchos productos congelados rotarán. Por eso, los nuevos no tendrán alzas frente a enero, contaron. El resto de los bienes de las empresas que ingresaron al programa tendrán un sendero mensual de aumento de 3,2% promedio, aunque algunos de los que estuvieron congelados por meses podrían tener algún ajuste mayor, según indicaron.
Un economista de la oposición completa el panorama sobre los desafíos del ministro. El “Plan Llegar” –como lo definió– no solo implica evitar un salto mayor de los precios, entre ellos, el del dólar. “Massa sabe que el instrumento para eso es cuidar lo fiscal, pero eso choca contra el objetivo electoral. Lo mismo le pasa con la devaluación. Al evitarla frenando importaciones, golpea al nivel de actividad y eso no es buena noticia para las elecciones”, interpretó el especialista.
El tercer eje que planteó Massa en la cumbre de Merlo tuvo que ver justamente con esas trabas. Pidió a los jefes comunales que le comunicaran si en sus distritos aparecen empresas con problemas de insumos para fabricar. Esa restricción sumará a la sequía. La falta de dólares presionará a la economía hacia una desaceleración. En el equipo económico reconocen el fuerte impacto, sobre todo, en la cosecha de maíz, pese a que confían en que las reservas ganadas con los dos programas de dólar soja más lo conseguido de préstamos de organismos multilaterales lograrán un puente hasta fines de abril, para la cosecha de soja tardía. “Todas las noticias de las pérdidas millonarias de liquidaciones estimadas para este año son el arranque de la negociación por el próximo dólar soja”, interpretan.
Todavía no hay reuniones para el dólar soja 3, pero en el Gobierno reconocen que no habrá liquidación sin esa nueva ventana. En el Banco Central se ven bien “armados” para resistir hasta entonces. La pregunta es si, con el impacto de la sequía, podrán o no cumplirse las metas de acumulación de reservas que prevé el acuerdo con el FMI en 2023. Hay dudas. No es un cuestionamiento inocente teniendo en cuenta que los dólares se traducen en producción y empleo, y este año hay elecciones. ¿El Fondo o el modelo? La pregunta se responderá en el comité de campaña del Frente de Todos.
Como un cuarto eje, Massa contó que encarará un “proceso de mejora” del perfil de deuda intrasector público. “Es un mamarracho”, dijo. El perfil de vencimientos de deuda en pesos es una de las preocupaciones del mercado, sobre todo las torres entre abril y septiembre. Pesos sueltos volarán al dólar. No es un escenario deseado para ningún candidato oficialista en campaña. Según cálculos oficiales, un 55% de lo que vence en abril es público. El porcentaje crece 70% en el mes posterior a las PASO. No hay detalles de la operación que se diseña en Finanzas, pero el costo para extender las tasas más allá de 2023 es alto. Incluso aquellas a pagar al Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS).
Por último, el ministro hizo una promesa en medio del ordenamiento fiscal. Ratificó a los intendentes que las actuales metas de inversión pública previstas se cumplirán. Les reclamó sí que tomaran créditos en el Banco Nación para acompañar esa inversión en agua, cloacas y gas, y que los usaran para ampliar redes. No es un dicho menor en un año electoral y en la provincia de Buenos Aires, el refugio de Cristina Kirchner. Los intendentes se fueron contentos con el compromiso del ministro. En otras palabras, les dijo: habrá ajuste, pero no se preocupen. No será con la de ustedes.

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